te u de hohenlohe© Hubertus Von Hohenlohe

Teñu de Hohenlohe, la española que asistió a la coronación de la reina de Inglaterra

‘Acompañé a la reina en comitiva y la veía todos los días. Era amable, cariñosa y mucho más guapa al natural que en las fotografías’, declara la princesa de Hohenlohe, testigo del gran acontecimiento histórico


6 de febrero de 2022 - 11:03 CET

La princesa Beatriz de Hohenlohe-Langenburg es una de las pocas españolas que puede decir orgullosa que asistió a la coronación de Isabel II el 2 de junio de 1953. Este domingo seis de febrero se cumplen 70 años desde que la reina de Inglaterra subiera al trono en 1952, con apenas 27 años, tras la repentina muerte de su padre, Jorge VI. Desde ese momento, la monarca tuvo que esperar dieciséis meses para ser coronada. “No estuve dentro de la Abadía de Westminster, pero vi pasar muy de cerca a la comitiva. Todas las carrozas eran una maravilla. Y la reina estaba realmente espectacular. ¡Qué pena no tener fotografías de esa época!”, se lamenta Teñu, como la princesa es conocida en sociedad. Apasionada de la antropología y fotógrafa de tribus matriarcales de todo el mundo, la que fuera primera esposa de Gonzalo Fernández de Córdoba y Larios, duque de Arión, viajó hace sesenta y nueve años a Londres junto a su madre, Piedita Iturbe, la aristócrata española más fabulosa de la belle époque, y su hermano, el príncipe Alfonso, conocido promotor de la Costa del Sol y fundador del hotel Marbella Club.

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© Hubertus Von Hohenlohe

“El príncipe Gottfried de Hohenlohe-Lagenburg, jefe de nuestra familia, estaba casado con la hermana de Felipe de Edimburgo, la princesa Margarita de Grecia y Dinamarca. Entonces, por ser parientes, estábamos invitados a todas las actividades con motivo de la coronación. Especialmente yo participé en muchas, ya que se organizaron muchos actos para la juventud. Iba siempre con mi primo, uno de los hijos de Gottfried y la princesa Margarita. ¡Lo pasamos realmente bien!”, explica Beatriz, quien entonces tenía 17 años y hoy cuenta con 86. “Era muy joven. Todavía no me había puesto de largo ni nada, pero tengo muy gratos recuerdos”, añade haciendo gala de una memoria prodigiosa.

Pero, si hay un evento que la princesa, única hija viva de la española Piedita y del príncipe checo Max de Hohenlohe Hohenlohe-Lagenburg, recuerda con emoción es una recepción que tuvo lugar en Buckingham para los representantes de los países de la Commonwealth de los que Isabel II también era soberana. “Tuve la suerte de asistir y fue muy fascinante. Estaban todos los dignatarios del mundo entero. Ahí conocí a la reina por primera vez. También estaban el príncipe de Edimburgo; Winston Churchill, quien entonces era el Primer Ministro; Lord Mountbatten, con su uniforme y muy imponente… y los maharajás de todos los estados de la India, con unas joyas espectaculares. Fue un baile muy especial”, rememora Teñu, que, por supuesto, lució sus mejores galas.

© GTres

Imagen de archivo de la coronación de Isabel II.

“Mi madre, que era una mujer muy elegante, me hizo un vestido de noche muy bonito”. Efectivamente, Piedita, marquesa de Belvís de las Navas, conocía el estricto protocolo de la monarquía inglesa, ya que ella misma se había puesto de largo vestida de Worth, el padre de la Alta Costura, ante Eduardo VII en el mismo palacio de Buckingham. La madre de Teñu vivió los grandes momentos históricos del siglo de los siglo XIX y XX: conoció desde dentro la corte del emperador Francisco José I de Austria y asistió a la coronación del zar Nicolás II y la emperatriz Alejandra Fiódorovna Románova en 1896.

Como buena heredera de su madre, la princesa Beatriz supo aprovechar la oportunidad de pasar muchos momentos con la flamante reina de Inglaterra a lo largo de la semana que permaneció en la capital británica festejando este gran acontecimiento. Y, como vuelve a demostrar, no ha logrado olvidar la impresión que aquellos irrepetibles fastos le produjeron. “Acompañé a la reina en comitiva y la veía todos los días. Era amable, cariñosa y mucho más guapa al natural que en las fotografías. Iba siempre muy bien vestida y lucía sus impresionantes coronas y joyas en las recepciones, pero lo que me impresionó fue verla pedir el desayuno en una ocasión”, finaliza Teñu.

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Imagen de archivo de la coronación de Isabel II.

Una vida de novela

La princesa Beatriz de Hohenlohe-Langenburg nació en Bohemia, Checoslovaquia, en el castillo de Rothenhaus, un impresionante edificio rodeado de bellos bosques. Allí vivió hasta 1941 cuando el general Patton, buen amigo de su padre, le dijo que se llevara a su familia a España para evitar la Segunda Guerra Mundial. Se trasladaron a nuestro país y se instalaron en El Quexigal, un edificio renacentista ubicado cerca de Cebreros (Ávila), obra del arquitecto Juan de Herrera, artífice del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, y que perteneció al rey Felipe II. Allí, Piedita y Max dispusieron su increíble colección de arte. Hasta que un día de 1956 el edificio sufrió un pavoroso incendio que arrasó con los tapices de Gobelinos que ornamentaban salones y galerías, así como los valiosísimos cuadros firmados por Berruguete, Murillo, ‘El Greco’, Aponte, Gallegos… Unos años antes, la familia puso rumbo a Marbella y compró la finca Santa Margalida. Un páramo palúdico cerca del mar que, tras la construcción del Marbella Club se convirtió en el epicentro del glamour estival y lugar de peregrinación de las grandes fortunas internacionales.

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Beatriz de Orleans y Teñu de Hohenlohe en Marbella.

Teñu, madre de tres hijos, vivió la época dorada de Marbella: íntima de la duquesa de Alba, alternó con Audrey Hepburn o el pianista Arturo Rubinstein, entre otras grandes personalidades. Durante su matrimonio con el duque de Arión vivió en el castillo de Malpica de Tajo, en Toledo, por donde también pasó la intelectualidad y la farándula española. Una vida de novela que la convierte en el último testimonio de una época irrepetible. ¿O es que acaso hay alguien más en España que pueda decir que vivió tan de cerca la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra?