No deben estar siendo, en absoluto, unas semanas fáciles para Almudena Cid, tras poner punto final a su matrimonio con el presentador Christian Gálvez después de once años. Un delicado momento que está llevando de la manera más discreta posible, poniéndole al mal tiempo buena cara y afrontando, sonriente e ilusionada, una nueva etapa de su vida, centrada en sus compromisos profesionales. Un mes después de que ¡HOLA! anunciara su separación, la exgimnasta olímpica, de cuarenta y un años, ha hecho una reentré a lo grande en el teatro Infanta Isabel, de Madrid, donde representa la obra Una historia de amor, en la que, a las órdenes de Alexis Michalik, comparte escenario con Félix Gómez, Nacho López, Aura Garrido, Loreto Mauleón y Silma López, entre otros: “Me siento ilusionada y agradecida, porque estoy rodeada por un equipo de compañeros maravillosos que me ha acogido muy bien”.
—¿Sientes que ya se te está tomando más en serio como actriz?
—Sí, lo noto. La constatación de ello es que comparto cartelera con estos actores en uno de los templos escénicos de Madrid. Para mí, significa subir un peldaño más en este mundo.
—¿Cómo llegó a ti el proyecto?
—A través de un casting en el que buscaban una bailarina. Me sentaron en una silla y me puse a hacer figuras de baile sentada. Salí con la sensación de que había hecho el ridículo de mi vida y que no me iban a llamar, pero aquí estoy.
—¿Qué vamos a ver en Una historia de amor?
—Es un canto al amor y una lectura bonita y sanadora del dolor, porque hay en ella enfermedades, una ruptura y sentimientos de culpa. Para mí, esta obra está siendo un poco terapéutica y también está siendo sanadora.
—¿En qué sentido?
—He visto belleza en el dolor. Puede sonar extraño, pero lo digo de verdad. A mí se me han aparecido personas que estaban y, de repente, me han salvado y compañeros que me han sostenido.
—La obra se presenta como una historia de amor de ‘cuento de hadas’. ¿Tú sigues creyendo en esos amores en este momento de tu vida?
—Todos creemos en los amores de cuentos de hadas, pasamos por ese momento, pero luego vas un poco más a la realidad. Depende de la experiencia de cada uno. Yo, por ejemplo, le he dado un giro al concepto del amor.
—¿Y eso en qué se traduce?
—En que he madurado y he aprendido que, en el amor, no solo se trata de dar, sino que también tienes que recibir.
—¿Cuáles son tus deseos para este año dos mil veintidós?
—Seguir, caminar y estar bien.
—¿Y lo estás?
—Ahora mismo estoy bien, serena y en paz conmigo mismo. Dentro de la transición que una tiene que pasar de dolor, he elegido estar bien y cuidarme a mí misma.