Adriana Abascal sabe poner buena cara y encontrar motivos para seguir adelante con la cabeza muy alta, pisando fuerte con sus botas doradas de Skorpios. Por eso, nadie diría, al verla llegar al desfile de Elie Saab, durante la Semana de la Moda de París, tan sofisticada y elegante, como siempre, que Adriana estuviera pasando por uno de los momentos más duros de su vida.
Según ha podido saber ¡HOLA!, su matrimonio con el empresario francés Emmanuel Schreder atraviesa una profunda crisis y, aunque ambos están en la mejor disposición para afrontar esta situación con serenidad y respeto, lo cierto es que su separación es un hecho. El pasado 15 de enero, Emmanuel abandonó el domicilio familiar, en la Avenue Foch, de París, donde permanece Adriana con sus hijos pequeños, Diego y Jimena, y su madre, Nieves. Su hija mayor, Paulina, activa defensora del medio ambiente, estudia en la universidad californiana de Berkley.
El empresario francés, fundador de su propia compañía inmobiliaria, se ha trasladado a un apartamento cercano a su antigua residencia y a su lugar de trabajo.
Adriana, por su parte, se ha volcado en el cuidado de su madre y de sus hijos y, también, en su trabajo al frente de su marca, Skorpios, que la mantiene ocupada e ilusionada, a pesar del enorme bache que afronta en el terreno familiar. Durante los últimos días, tras la separación, además de asistir a los desfiles de la semana de la moda parisina, Adriana ha viajado en varias ocasiones a Padua, la localidad cercana a Venecia donde diseña y fabrica sus famosas botas y sus zapatos de superlujo. También a Milán, junto a su hija Jimena, que, a sus catorce años, se ha convertido en uno de sus grandes apoyos, tanto en casa como en el terreno profesional. La pequeña aprendiz nunca se separa de su madre y, en este momento, está más unida a ella que nunca.
Adriana Abascal y Emmanuel Schreder se conocieron en 2012, en una cena de amigos, y el flechazo fue instantáneo. Un año después, el 29 de junio de 2013, se casaron en Ibiza, en una ceremonia campestre y feliz. Han sido diez años de mucho amor; los niños de Adriana (Paulina, de veinte años; Diego, de dieciocho, y Jimena de catorce), que eran muy pequeños cuando lo conocieron, han querido a Emmanuel como a un segundo padre, pero, después de una intensa reflexión y teniendo en cuenta el bien de todos, tanto Adriana como Emmanuel han entendido que era necesario poner fin a su convivencia y comenzar una nueva etapa por separado.
Los siguientes pasos los dará Adriana en el terreno de la moda y seguirá, seguro, siendo la mujer fuerte y divertida que siempre ha sido. Rodeada de amigos, de familia y con la mente puesta en sus nuevos proyectos profesionales.