El día de la boda de Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarín, Ricard María Carles, arzobispo de Barcelona, dedicó a la feliz pareja una homilía sobre la familia y el amor entre los cónyuges. “Si de todo casado Dios espera testimonio de amor, no es atrevido pensar que para vosotros esta responsabilidad es más grande por el lugar que ocupáis en nuestra sociedad. Que vuestro amor sea siempre bien visible ante Dios y ante los hombres”, les dijo el cardenal. Las palabras de monseñor se convirtieron en el leitmotiv del matrimonio a lo largo de estos casi veinticinco años. Siempre han hecho visible su amor: en los buenos y los malos momentos; en los malísimos momentos, también.
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Hace exactamente una década, Urdangarín fue imputado por su papel en el llamado caso Nóos. Doña Cristina se mantuvo al lado de su marido: lo acompañó a Washington D. C. para huir del escándalo, llevándose con ella a sus cuatro hijos. Luego, volvió con él a Barcelona, trayendo de nuevo a sus hijos. En el peor momento del proceso judicial, en el clímax del acoso mediático, la infanta se mudó a Ginebra para proteger a su familia, pero volvió a España para testificar, convirtiéndose en el primer miembro de la Familia Real en declarar ante un tribunal. Se defendió a sí misma, pero también al amor de su vida. “Confío plenamente en mi marido y en su inocencia”, dijo al juez.
En octubre, Cristina e Iñaki acudieron juntos a alentar a su hijo Pablo, que debutaba en el primer equipo del Barça de balonmano
El Gólgota de Cristina
Esta última década ha sido un Gólgota para la infanta. Perdió su posición dentro de la Familia Real, una posición con la que había nacido. Perdió todos sus compromisos oficiales, deberes con los que había crecido y para los que había sido educada. Perdió el ducado de Palma de Mallorca, que le había regalado su padre con motivo de su matrimonio. Perdió su casa de Barcelona, donde había soñado criar y ver crecer a sus hijos. Perdió su vida en España y, seguramente, perdió más cosas.
Hace tres meses, la infanta y su marido volvieron a Barcelona, la ciudad donde se casaron, y pasearon cogidos de la mano
Pero cuando Urdangarín fue condenado, ella se mantuvo a su lado. En las Navidades de 2019, el exjugador de balonmano obtuvo su primer permiso penitenciario y pudo salir de la prisión de Brieva, en Ávila, para pasar las fiestas en familia. Durante cuatro días, la infanta y su esposo caminaron por las calles de Vitoria cogidos de la mano, seguidos de cerca por sus cuatro hijos. Acudieron cogidos de la mano a la misa de Navidad, entraron cogidos de la mano a bares y restaurantes, saludaron cogidos de la mano a vecinos y conocidos y se dejaron fotografiar de la mano entrando al domicilio de la familia Urdangarín. “Primer paseo en libertad, tan enamorados como siempre”, tituló ¡HOLA!
Juntos pero separados
Hace ahora un año, el exjugador de balonmano salió de prisión. Doña Cristina se mantuvo a su lado. En el verano de 2021, el matrimonio disfrutó de unos días de vacaciones en la localidad francesa de Bidart, donde fueron tan felices viendo a sus hijos crecer y surfear. Era la primera vez que veraneaban juntos desde 2018, cuando el exduque entró a prisión. Tras las vacaciones, ella volvió a Ginebra y él, a Vitoria.
Doña Cristina e Iñaki pasaron estas últimas Navidades juntos en familia en Baqueira, un lugar simbólico donde hace años fueron felices
En octubre, acudieron juntos a alentar a su hijo Pablo, que debutaba en el primer equipo del Barça de balonmano. Fue el regreso de los Urdangarín a Barcelona. El matrimonio fue fotografiado en las gradas del Palau Blaugrana mientras esperaban a que su hijo saltase al campo de juego. Se los veía cercanos, cómplices, relajados. Tan relajados que Iñaki rompió su largo silencio y dio su primera entrevista desde que estalló el caso Nóos. “Mi hijo tiene más talento que yo cuando jugaba a su edad”, admitió el orgulloso padre. Tras el partido, ella volvió a Ginebra y él, a Vitoria.
Las últimas fotos juntos de la pareja, publicadas en exclusiva en ¡HOLA!, se tomaron en la estación leridana de esquí, hace menos de un mes, y se ve a un matrimonio feliz y sin preocupaciones
Los Urdangarín pasaron las Navidades en Baqueira Beret. Era la primera vez en cinco años que la infanta y su marido se mostraban juntos en la estación de esquí, en el Pirineo catalán. La última vez había sido en el invierno de 2016, poco antes de que el exduque fuera condenado a prisión. Fue el regreso de los Urdangarín a otro sitio simbólico: donde habían sido tan felices en su juventud, cuando formaban parte de la Familia Real. En las imágenes, tomadas hace ahora menos de un mes, se ve a un matrimonio feliz y sin preocupaciones con sus hijos. Tras las vacaciones, ella volvió a Ginebra y él, a Vitoria.
Esas son las últimas imágenes de la pareja. No han vuelto a mostrarse públicamente. “Estas cosas pasan y lo vamos a gestionar de la mejor manera posible. Es una dificultad que gestionaremos con la máxima tranquilidad y juntos, como siempre hemos hecho”, explicó Urdangarín después de que la revista Lecturas publicara unas fotografías suyas junto a una mujer que no era la Infanta. Este lunes, Cristina de Borbón y su marido emitieron un comunicado anunciando su separación de “común acuerdo”. “El compromiso con nuestros hijos permanece intacto”, aclararon.
“Que vuestro amor sea siempre bien visible”, les dijo monseñor Carles el día de su boda. Cristina e Iñaki parecen estar decididos a cumplir con la promesa que hicieron ante el cardenal el 4 de octubre de 1997, hace casi veinticinco años. El amor marital se ha interrumpido, pero el amor por sus hijos permanece intacto.