La infanta de España que renunció a casi todo por amor ha sido traicionada. Habían superado los años más difíciles, el juicio público, la caída en desgracia, la cárcel, el vacío… Y ya no les quedaba mucho para empezar donde lo dejaron, después de compartir una década de suplicio, pero doña Cristina se encontró con otra pesadilla con la que no contaba.
Las imágenes de su marido de la mano de otra mujer publicadas por Lecturas han tenido un enorme impacto en la prensa y en la sociedad, pero para ella ha sido mucho más. De ver la luz al final del túnel al abismo personal. De los planes futuros que tenían a tener que tomar la decisión más difícil. La hermana del Rey está destrozada. En enero de 2016, tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados, y ahora, seis años después, cuando ya se las prometía felices, ha tenido que romper su matrimonio. El comunicado, firmado por ambos, llegaba de la mano de Efe el lunes: “De común acuerdo, hemos decidido interrumpir nuestra relación matrimonial. El compromiso con nuestros hijos permanece intacto. Dado que es una decisión de ámbito privado, pedimos el máximo respeto a todos los que nos rodean”.
“De común acuerdo, hemos decidido interrumpir nuestra relación matrimonial. El compromiso con nuestros hijos permanece intacto”, dijeron en el comunicado firmado por ambos
Hablamos con el entorno de la infanta Cristina, el círculo más allegado de Iñaki Urdangarín y analizamos los hechos que los han llevado a separarse. Esta es la historia.
¿Cuándo supo que había fotos comprometidas de su marido?
Las fotografías más comprometidas de Iñaki Urdangarín no la cogieron desprevenida. Supo en Suiza que su marido había sido “pillado” de la mano de otra mujer. Como adelantó ¡HOLA!, lo averiguó horas antes de que salieran publicadas. El mismo martes, durante su jornada de trabajo, y por alguien de su entorno que no es de su familia.
Doña Cristina está destrozada y toma en Ginebra la decisión de separarse, después de hablar con su marido y sus hijos
Al principio, no se lo creyó del todo, pero cuando las recibió y pudo verlas con sus ojos su mundo se vino abajo. Y, después, esa misma tarde, llegaron los primeros datos: la mujer con la que había sido fotografiado en actitud cariñosa era una compañera de trabajo.
Para la infanta fue un shock, pero también para sus hijos, que idolatran a su padre; toda la familia Borbón y su entorno más cercano. No es solo que no lo supieran, es que no podían entender que Urdangarín se hubiera metido en un charco tan difícil y a todos los niveles.
¿Le había contado su marido que había otra mujer? Sus pasos en los últimos meses
Las fuentes consultadas por ¡HOLA! confirman que el exduque no le había dicho nada a su mujer. Ni en verano, durante las vacaciones que pasaron en Bidart; ni en otoño, cuando se vieron tanto en Barcelona como en Ginebra; ni en Navidad, cuando estuvieron esquiando en Baqueira (Pirineo catalán) y, después, tras esta escapada, se fueron a Vitoria. Para su círculo, las vacaciones del reencuentro. El mejor tiempo en familia (los seis juntos) desde que Iñaki ingresara en la cárcel de Brieva (junio de 2018), ya que su primogénito no había estado con ellos en verano.
Iñaki Urdangarín no le había contado nada de su relación con Ainhoa Armentia y supo un día antes de que se publicaran las imágenes que su marido había sido fotografiado con otra mujer
Junto a sus cuatro hijos, Juan Valentín (veintidós años), Pablo Nicolás (veintiuno), Miguel (diecinueve) e Irene (dieciséis), y la familia de Iñaki Urdangarín, despidieron 2021 y dieron la bienvenida al nuevo año en la capital alavesa. Allí fue fotografiada doña Cristina paseando con sus cuñadas, Laura y Lucía, antes de viajar a Madrid con Irene para felicitar el año a su madre y ver a su hermana. Tres días después, 5 de enero, estaba ya de vuelta en Ginebra. Su hija, al igual que su prima la princesa Leonor en Gales, retomaba también sus clases.
Las fotografías más comprometidas de Iñaki Urdangarín y Ainhoa Armentia se tomaron a unos 14 kilómetros de Bidart y a 150 de Vitoria. No estaba preparado, se relajaron y los pillaron
Quedaba en el aire el plan de celebrar juntos el cincuenta y cuatro cumpleaños de Iñaki. De hecho, aunque no fue así, se esperaba que el matrimonio viajara a Cataluña para ver jugar a Pablo, como habían hecho el 23 de octubre, cuando hizo su debut con el equipo de balonmano del F. C. Barcelona. Un partido que nos dejó, después de mucho tiempo, las imágenes más cariñosas del matrimonio, y que volvieron a repetirse al día siguiente. Sin saber que había fotógrafos —contrariamente a lo que se ha asegurado—, paseaban cogidos de la mano.
¿Qué planes tenía el matrimonio?
La infanta estaba convencida de que pronto podrían volver a estar juntos e Iñaki también estaba muy esperanzado ante la posibilidad de retomar su vida en común, al menos hasta diciembre. Así nos lo ha confirmado su entorno. La idea era poner fin a su condena junto a su mujer en Suiza. Instalado de nuevo en Ginebra, bajo libertad condicional —que está previsto que obtenga en primavera—, con pulsera, acudiendo cada semana al consulado de Ginebra y con todos los movimientos amparados por la ley… Y estaban a las puertas de conseguir el nuevo escenario familiar. Los dos con Irene, que tiene dieciséis años, y recibiendo las visitas de sus hijos mayores: Juan, que está haciendo un máster y vive entre Inglaterra y Ginebra; Pablo, que concilia el deporte con sus estudios de Gestión Empresarial en la escuela de negocios European University, y Miguel, que cursa Ciencias del Mar, en Londres.
Las declaraciones de Urdangarín: de las primeras palabras, “son cosas que pasan; es una dificultad que gestionaremos con la máxima tranquilidad”, a “está todo dicho”, tras el comunicado
¿Querían divorciarse?
Desde que Iñaki ingresara en prisión, los rumores de distanciamiento siempre han estado presentes, pero, según todas las personas allegadas al matrimonio con las que ha hablado ¡HOLA!, doña Cristina jamás se quiso divorciar y nunca dio un paso para poner fin a su vida en común. Asimismo, el entorno de Iñaki también confirma que, al menos hasta hace algunas semanas, él tampoco quería separarse de su mujer.
“Todo era normal, no había ninguna crisis y, en consecuencia, en ningún momento se habló de divorcio, como se ha dicho. Ni antes ni después”, señala una amiga de doña Cristina y añade: “No convivían no porque no quisieran, al menos, antes de que se publicaran estas imágenes, sino porque no podían hacerlo. No es tan sencillo como parece y la realidad es otra”.
“En su condición de tercer grado, Iñaki tiene que seguir residiendo en España —nos dijo— y está obligado a solicitar judicialmente los desplazamientos fuera. Siempre viajes puntuales y justificados por una razón laboral o personal”. En cuanto a la infanta, hace muchos años que tomó la decisión de no volver a España. Como “cabeza de familia”, todo pasa por Suiza, donde tiene una vida hecha después de ocho años, donde estudia Irene y, fundamental, aunque los viajes laborales son constantes e impera el teletrabajo, donde tiene sus dos empleos: la Fundación Aga Khan, donde es coordinadora (Aga Khan Foundation y el Aga Khan Trust for Culture) y la Fundación La Caixa, donde trabaja desde hace veintisiete años, ocupa el puesto de directora del área internacional y es presidenta, desde el pasado febrero, del Patronato de IsGlobal.
¿Estaba preparado o los pillaron? Detalles que no se han contado
Las imágenes más comprometidas de Iñaki Urdangarín y Ainhoa Armentia se tomaron en una playa al norte de Biarritz, a unos 14 kilómetros de Bidart, el paraíso de verano donde pasaba las vacaciones con la infanta y en familia en los últimos años.
Ha estado en conversaciones con Iñaki todos estos días y ha habido varias videoconferencias de la familia antes de tomar “la mejor decisión para sus hijos y para ella”, dice una amiga
Estaban a más de 150 kilómetros de Vitoria y a unos cincuenta de la frontera con España, distancia que recorrieron en un coche un tanto destartalado y sin escolta… Almorzaron en un pueblecito de la costa de Iparralde (País Vasco francés) y, decididos a disfrutar de su día libre, pasearon de la mano por una playa solitaria antes de regresar a sus casas. Caía la tarde en pleno invierno, había más surfistas que gente… Abrazados por la espalda, se pararon a verlos.
No hay ninguna intencionalidad en las imágenes, no estaba preparado y no fue una puesta en escena, aunque sea difícil de entender que se confiaran tanto. Se relajaron y los pillaron. Como dijeron Urdangarín y su hijo Pablo, “son cosas que pasan”.
La infanta estaba convencida de que pronto podrían volver a estar juntos e Iñaki también pensaba en retomar su vida en común en Ginebra, según su círculo
En algunas de las imágenes aparecen como una pareja más… En otras, marcan un poco de distancia. Pueden ser sencillamente amigos. Estas últimas pudieron ser hechas cuando ya se habían dado cuenta de que estaban siendo fotografiados. Aunque es posible que no con la seguridad aplastante de “nos han pillado”, porque no salen huyendo y no se acercan para pedir discreción. Eso sí, cambian de actitud intentando que no los relacionen más allá de lo debido.
“Estamos tranquilos, nos vamos a querer igual… Y seguimos contentos, tampoco va a cambiar nada”, dijo Pablo Urdangarín, de veintiún años, con sinceridad y toda la entereza
Pero lo cierto es que se dieron cuenta tarde. Alguien los había encontrado destapando la noticia que seguramente Iñaki no quería protagonizar y que la infanta no habría querido leer. Igualmente, y es un dato a tener en cuenta, el exduque no dio ningún paso para intentar que ese material no viera la luz. Puesto entre la espalda y la pared, puede que en ese momento ya se sintiera fuera de todo. Estaba en casa, había vuelto a sus raíces y se sentía a gusto con su compañera de trabajo.
Tampoco la infanta, ya con la revista Lecturas impresa, hizo ningún movimiento. Sencillamente, se encerró en su casa de Ginebra con Irene y uno de sus hijos mayores y dejó que todo fluyera en el peor escenario.