“Estoy hundida, hundida”. Así se muestra María Ángeles Grajal al hablar con ¡HOLA!, tras regresar de Colombia con los restos mortales del torero Jaime Ostos. Abatida y sin poder contener las lágrimas, la doctora aún trata de asimilar la pérdida de su marido, fallecido el pasado 8 de enero, a los noventa años, mientras el matrimonio disfrutaba de unas vacaciones en el país sudamericano. “Salí el 29 de diciembre a Colombia acompañada de Jaime y he entrado sola. No puedo estar…”, se lamenta María Ángeles, quien rompe a llorar de nuevo. “Viendo sus cosas aquí, en la cama… Está siendo muy duro, pero sé que lo tengo que pasar”, añade la doctora, que está totalmente refugiada en el hijo que tuvo con el diestro, Jacobo, nacido en 1984, tres años antes de celebrar su boda civil.
—Su vuelta a España habrá sido horrible…
—Pues sí, muy dolorosa, por todo el papeleo de repatriar las cenizas y toda la burocracia que supone. Gracias a Dios, el embajador de España en Colombia se ha portado fenomenal, al igual que el cónsul y nuestros amigos de allí, que me han acompañado y están ahora en España. Todo esto me lo ha hecho él desde el cielo y lo ha hecho mucho más fácil.
—Ya en España, también estará con su hijo, Jacobo.
—Sí, está siendo mi mayor apoyo. Ahora tengo la cabeza llena de ideas que van y vienen y es él quien dice: “Mamá, esto. Mamá, lo otro”. Está viviendo conmigo ahora y me está ayudando mucho.
—Porque, estando en su casa, todo le recordará a Jaime y serán momentos muy duros.
—Imagínese… Toda la casa llena de sus trofeos, de sus recuerdos… Es como si estuviese aquí vivo todavía. Es como si estuviera viéndolo y hablándole a donde miro.
“Toda la casa está llena de sus trofeos, de recuerdos… Es como si estuviese aquí vivo todavía, viéndolo y hablándole”
—¿Cuál es el mejor recuerdo que guarda de su marido?
—Tengo millones de imágenes, pero los últimos días en Colombia han sido maravillosos. Estuvimos en Barú, que tiene allí una casa mi amiga Ivette Uhia, y en Cartagena de Indias, que es el sitio más maravilloso del mundo.
—La pérdida de Jaime ha sido totalmente inesperada.
—Al despertar, por la mañana, me dijo que estaba como lleno del estómago. Siempre desayunábamos con nuestros amigos en el salón, pero ese día dijo de desayunar en el dormitorio. Entonces, salí a por las pastillas al cuarto de aseo, que estaba a metro y medio, y cuando llegué… estaba muerto —vuelve a romper a llorar—.
—Al menos, su marido ha podido disfrutar de la vida hasta sus últimos días.
—Sí, eso me consuela. Él era muy feliz.
‘Que quede claro’
—La triste pérdida también ha ayudado a reunir a todos los hijos de Jaime, incluidos los mayores —tanto Jaime, Jr., y Gabriela, nacidos del primer matrimonio del torero con Consuelo Alcalá, como Gisela, fruto de su relación con Aurora Díaz Cano—.
—Bueno, estábamos unidos, eh. Estoy oyendo que nos hemos unido ahora, pero ya hace bastantes años que estamos todos muy unidos, que quede claro.
—Entonces, su marido ha podido disfrutar de todos sus hijos en esta última etapa de su vida.
—Por supuesto. Muchas Navidades, muchos cumpleaños… Este verano también. Por favor, que llevamos muchos años juntos, gracias a Dios.
—Ahora, usted se estará preparando para el jueves, que es cuando se tiene previsto celebrar el funeral.
—Sí, en la iglesia de Santa Bárbara, de Madrid. Al día siguiente, pasearemos sus cenizas en el ruedo de La Maestranza, de Sevilla, y se celebrará una nueva Misa en la iglesia del Baratillo, que es la iglesia de los toreros. El sábado, ya trasladaremos las cenizas a Écija (Sevilla), su pueblo.
—¿Reposarán allí sus restos?
—Ahora, vamos a dejar las cenizas en la iglesia en la que lo bautizaron e hizo su Comunión, mientras terminan el monumento que le están haciendo delante de la plaza de toros. Luego, dejaremos allí las cenizas, sí. Estoy muy agradecida al alcalde de Écija y a todos los ecijanos.