Creo que en la vida siempre piensas que has podido hacer cosas mejores. Pero no merece la pena caer en ello, sino enmendar y recuperar el tiempo perdido”, nos dice Carlos Baute. Y en eso está enfocado con su hijo José Daniel, de treinta y dos años. Los lazos de sangre estaban claros y reconocidos legalmente desde hace tiempo, pero faltaban los del corazón, dar el paso y construir un puente para encontrarse después de una vida separados y años de malentendidos y juicios. Más de una década de nubes grises que han dado paso a un cielo despejado, en palabras del cantante, que propició ese primer encuentro dejando atrás todo lo ocurrido. “Es un sentimiento que viene de hace años atrás, lo que pasa es que a veces hay decisiones que no solo dependen de ti. Había que dejar que varios astros se alinearan”. Hoy Carlos Baute nos presenta a su hijo mayor, nacido de una relación de juventud en su Caracas natal con Náyera Arellán. Nos cuenta su emocionante historia y posa con su familia al completo. Los Baute, juntos por primera vez. El pasado, pisado. Ahora solo importan el presente y el futuro unidos. Esta es la historia de una reconciliación. La historia de un nuevo comienzo.
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—Carlos, ¿por qué has querido dar este paso y posar todos juntos precisamente ahora?
—Bueno, quizá la pregunta es por qué no ahora. Tenemos una bonita relación desde hace tiempo y ha llegado el momento.
—Nos presentas a tu ‘nueva familia’.
—No, te presento con mucho orgullo a ‘mi familia’.
—José Daniel es ya uno más en ella.
—Por supuesto, las fotos son una realidad, no una pose.
—¿Qué te ha llevado a dar este paso y qué significa para ti?
—Significa mucho, creo que es lo correcto y, además, lo que me hace feliz.
—¿Te lo ha pedido tu mujer?
—No es que me lo haya pedido, ha sido una conversación familiar desde hace mucho tiempo y ambos estamos felices de que así sea.
“Nuestro encuentro fue el 20 de junio del 2020 en casa de un amigo mío en Jaen. Fue superemocionante, nos abrazamos primero, hubo mucha conexión, cariño, verdad y respeto. Luego, lágrimas de emoción”
—¿La decisión ha sido tuya entonces?
—La decisión ha sido de ambos y estamos felices por ello. Ha sido un tema presente desde que estamos juntos.
—¿Se lo consultaste primero?
—No ha habido consulta, ha sido un tema presente desde que estamos juntos.
—Astrid ha sido fundamental en este paso que has dado y en todo el proceso.
—Claro que ha sido fundamental. Somos una familia y cualquier decisión de uno significa una decisión de ambos.
—Sin ella los momentos difíciles habrían sido imposibles de superar.
—Por supuesto. Siempre me he sentido apoyado por ella. Somos un equipo.
—Verte hoy aquí con tu familia al completo, ¿qué te hace sentir? ¿Ahora eres más feliz que antes?
—¡Claro! El cielo se ha despejado por completo… Ya no hay nubes grises. Estoy más feliz que nunca, sí, me siento pleno. A nivel emocional, a nivel personal, no puedo pedir más.
—Tenías antes un vacío que no sabías que existía.
—Si sabía que existía y también sabía cual era la razón.
—¿Dirías que estás viviendo y disfrutando de una nueva vida?
—No lo llamaría una nueva vida, sino una vida mejor. Mucho más plena y con mas ilusión.
—¿Habías soñado alguna vez con esta gran familia, que finalmente lograríais estar todos juntos?
—Por supuesto, es una alegría haber llegado aquí. Sabía que ocurriría.
—¿Y por qué no ha sido posible antes? ¿Qué lo impedía?
—Ha habido terceras personas que han sido una gran influencia y que no hemos podido controlar en nuestra relación. Pero eso ya ha quedado en el pasado y lo importante es la relación que tenemos entre nosotros.
—¿Se puede comenzar de cero entre un padre y un hijo después de tantos problemas?
—Prefiero llamarlos malentendidos. Y sí, ni José Daniel ni yo somos personas de guardar rencores y de quedarnos en el pasado. Solo estamos enfocados en recuperar el tiempo perdido.
—¿Has hecho entonces borrón y cuenta nueva, que se dice?
—Creo que ese sería el término perfecto.
—¿Cómo es ahora tu relación con José Daniel?
—Como debió haber sido siempre: padre e hijo, muy cercana. Estoy ahí apoyándole en todo lo que puedo. Es mi hijo, por circunstancias nos hemos encontrado tiempo después, pero ahora es como si nos conociéramos de toda la vida. Es maravilloso, es una bendición.
“Me llamó por teléfono y me dijo que quería quedar conmigo. En principio, quedé en shock, la verdad, no me lo esperaba, pero a la vez sentí que el momento había llegado”, explica José Daniel
— Vais a recuperar el tiempo perdido.
—¡Claro! en los planes de verano, fiestas, vacaciones, y alguna aventura con su padre, como surfear, lanzarnos en paracaídas juntos –ríe-.
—¿Tenías algún tipo de remordimiento?
—Creo que en la vida siempre piensas que has podido hacer cosas mejores. Pero no merece la pena caer en ello sino enmendar y recuperar el tiempo perdido.
—¿Qué te hizo abrir los ojos?
—No ha sido abrir los ojos, ha sido simplemente darle libertad a ese cariño que ahí estaba. Porque siempre ha estado…
—Le has pedido perdón público a José Daniel, ¿por qué?.
—Claro, cometí errores y lo normal es pedir perdón.
—¿Crees que te equivocaste al principio?
—Quizá no debimos dejar esto en manos de terceros. Pero eso ya no importa. Importa lo que viene por delante, que es mucho más emocionante.
—Y, después, ¿cuáles han sido los errores?
—Creo que ni José Daniel ni yo estamos en estos momentos enfocados en las equivocaciones…
—Mencionas a terceras personas que han influido en vuestra relación.
—¿En qué puede servir traer a la mesa las personas que influyeron negativamente entre nosotros? En nada, no merece la pena hablar de ellos.
Historia de un encuentro
—Vamos al inicio. ¿Cómo se propició la reconciliación con tu hijo?
—Decidimos apartar a esas terceras personas y enmendar la situación a como diese lugar.
—Anunciaste la reconciliación el veinte de junio pasado. Pero ¿cuándo sucedió?
—Eso ocurrió tiempo antes… En verano del dos mil veinte.
—¿Cómo fue el primer contacto, quién dio el primer paso?
—Yo telefónicamente, pero sin su respuesta positiva no hubiera sido posible. Lo llamé y le dije que quería verlo en persona. Él me respondió con muy buena actitud y disposición. Fue muy emocionante.
—¿Todo esto ocurrió durante el confinamiento? Porque justo por esas fechas, además, se levantó el estado de alarma.
—La verdad es que no ha habido una razón específica de por qué en esas fechas. Y mucho menos ha tenido nada que ver ni con el confinamiento ni con el estado de alarma. Para nada la pandemia me empujó a dar este paso, desde mucho antes quería tener relación. Llevaba mucho tiempo pensando en ello. Podría decirte que años. Finalmente, se alinearon los planetas.
—¿Cuál fue el momento de inflexión?
—Como decía, es un sentimiento que viene desde hace años atrás, lo que pasa es que a veces hay decisiones que no solo dependen de ti. Había que dejar que varios astros se alinearan.
—¿Dónde se produce ese primer encuentro, ese primer abrazo?
—Fue el veinte de junio del dos mil veinte en casa de un amigo mío en Jaén. No quería estar en un sitio público. Fue espectacular hablar y darnos ese cariño que tanto nos merecíamos.
Carlos: “Claro que ha habido momentos tristes, pero de nada sirve recordarlos ahora, cuando tenemos tanta ilusión por delante”
—Viajaste tú a verlo, ¿cómo fueron esas horas previas a conocer a tu hijo?
—Viajé a Jaén a verlo; estaba con mucha incertidumbre por si él sentiría lo mismo que yo, pero algo me tranquilizaba y me decía que sí.
—Y llegó el momento de comprobarlo…¿Pudisteis pronunciar palabra?
—Fue superemocionante. Primero, nos abrazamos. Mucha, mucha conexión, cariño, verdad y respeto. Luego, lágrimas de emoción cuando lo dejé.
—Era una fecha significativa, en muchos países se celebran el día del padre.
—Si, fue al pensar en que era el día del padre. Pensé que era una fecha muy especial para dar la noticia, aunque nuestro acercamiento había ocurrido un tiempo atrás.
—¿Nunca antes os habías encontrado?
—Sí, hace varios años nos vimos en la casa de un amigo en Madrid. Fue la primera toma de contacto real. Después, las circunstancias cambiaron y vino el alejamiento. Afortunadamente, ya todo eso queda en el pasado.
—¿Y desde ese momento no os habíais vuelto a ver?
—No, por eso teníamos tantas ganas de vernos.
—¿En estos años nunca has tenido ganas de abrazarle y dejar atrás todo?
—¡Por supuesto! Por eso te digo que es una decisión que venía en mí desde hace mucho tiempo.
—¿El paso del tiempo te ha hecho recapacitar?
—Dicen que con el tiempo nos hacemos más sabios…
—¿Te arrepientes de no haber dado este paso antes?
—Cuanto antes hubiese sido, mejor. Pero, como te dije anteriormente, lo importante es enfocarse en lo que viene, ¡que es mucho mejor!
“Lo reconocí en el primer juicio”
—Sientes que has perdido mucho tiempo de haber podido estar con él.
—Sí, pero es mucho más tiempo el que nos queda por delante.
—¿Te da pena haberte perdido con José Daniel momentos que estás viviendo con tus hijos pequeños?
—Podría decirse que sí. Es la parte por la que le pido perdón…
—Ahora, cuando ves a tus cuatro hijos juntos, ¿qué piensas?
—¡Madre mía, cuántos niños! ¡Sí que somos familia numerosa! Ja, ja, ja.
—Porque tú has estado dolido… Las cosas, como son.
—Sí he estado dolido, de la misma manera que lo ha estado él. Eso ya no tiene importancia.
—No es plato de buen gusto que te demanden, y menos, tu hijo. Jamás hablaste de ello.
—Nunca hablé del largo proceso de las demandas porque no es necesario hablar de ello. Hay muchas decisiones que, podría decirse, se escaparon de nuestras manos. Hoy día, ya no tienen importancia.
—Doce años de desencuentros son muchos… Habrá habido momentos muy difíciles.
—El camino no ha sido fácil y claro que ha habido momentos tristes, pero de nada sirve recordarlos ahora cuando tenemos tanta ilusión por delante.
José Daniel: “En cierta manera me puedo arrepentir de haberme metido en tantos pleitos judiciales y tenía que haber buscado otro camino para llegar a mi padre”
—Pero, por otro lado, serás consciente también de lo que ha podido sufrir él. Sabiendo quién es su padre, pero sin su cariño.
—Muy consciente. Por eso quiero recuperar lo perdido…
—Ha sido un camino duro llegar hasta aquí.
—Hombre, el camino no ha sido fácil porque al final hubo terceras personas que crearon como nubes grises entre nosotros, que no tuvimos el contacto. No teníamos nosotros el control. Cuando nos vimos dijimos “¡qué tiempo perdido!”.
—¿Entre vosotros está todo hablado, solucionado y superado o aún hay camino por recorrer?
—Camino para conocernos más y disfrutar, no para solucionar nada. ¡Solo queremos tener más momentos juntos en familia y reírnos!
—Está todo olvidado, entonces.
—Todo. Eso es lo maravilloso de no ser rencoroso y ninguno de nosotros lo somos.
—¿Había alguna demanda o algo pendiente que se haya retirado?
—No… No, no hay nada pendiente.
—¿Te sientes cambiado?
—No diría que he cambiado. Diría que tomé una decisión que hace mucho tiempo quería tomar…
—¿Por qué nunca en estos treinta y tres años se han dado las circunstancias antes para un acercamiento? ¿Por qué no te pusiste en contacto?
—No sabía que era mi hijo.
—¿Cuándo lo supiste?
—Cuando él estaba cumpliendo la mayoría de edad, empezó a buscar contacto. Lamentablemente, yo me enteré años más tarde.
—Nunca has contado tu versión de lo ocurrido.
—No hay razón para hablar del pasado cuando el presente y el futuro son tan ilusionantes…
—¿Está José Daniel reconocido legalmente por ti?
—Desde el primer juicio lo reconocí, aunque esto nunca lo dijo la prensa. Es decir, desde hace muchos, muchos años.
—¿Qué crees que has hecho mal y te sientes culpable por ello y qué has hecho bien?
—Lo que he hecho mal ha sido que quizá podría haber habido un acercamiento antes. Y creo que lo que he hecho bien ha sido apartar a terceras personas y tomar esta decisión por mí mismo.
—Tú siempre pensaste en un acercamiento en el ámbito privado.
—Por supuesto. Lo lógico era que nuestro primer encuentro se hiciese de manera privada. Esto es algo que solo nos concierne a nosotros.
—¿Qué ha encontrado José Daniel ahora con vosotros?
—Cariño y una familia caótica que quiere compartir muchos momentos con él.
—¿Tienes algo que reprocharle?
—Absolutamente nada.
Padre e hijo, mano a mano
José Daniel escucha a Carlos, atento. No pierde palabra. La vida ha cambiado. De manera inesperada llegó un reencuentro que esperaba —y ambos deseaban— hacía mucho tiempo. Interviene en la conversación, es el momento de padre e hijo juntos, mano a mano en la charla y, afortunadamente ya, en la vida.
—José Daniel, por tu parte, ¿queda algún resquemor?
—¡Qué va! Nada de eso, me caracterizo por no tener rencor y así soy feliz —Ríe.
—¿Para ti también queda todo olvidado?
—Por supuesto. Como dicen por ahí, el pasado, pisado.
—¿Qué supone tener hoy aquí a tu padre a tu lado?
—Un sueño cumplido. A día de hoy, estoy muy agradecido y muy feliz, me siento totalmente pleno.
—¿Cómo fue el acercamiento con tu padre, cómo lo viviste tú?
—El acercamiento con mi padre fue muy positivo, porque creo que ambos estábamos receptivos y, desde que nos vimos, empezaron las bromas para romper el hielo y de cierta manera eso ayudó para que fluyera la relación. Él me llamo por teléfono y me dijo que quería quedar conmigo y se acordó una reunión en casa de un amigo. En principio, quedé en shock, la verdad, no me lo esperaba, pero a la vez sentí que el momento había llegado.
“Astrid siempre me ha apoyado y los momentos difíciles habrían sido imposibles de superar sin ella. Claro que ha sido fundamental en este paso y en todo el proceso. Somos un equipo”
—¿Hoy por hoy cómo es tu relación con él y qué supone su apoyo?
—No gané un padre, sino también un gran amigo. Estoy muy feliz de crear un vínculo tan cercano con él.
—Habrán sido duros también para ti estos años de demandas. ¿Crees que mereció la pena?
—No es plato de buen gusto recordar ese tipo de situaciones, pero ya eso ha quedado en el pasado. De todo lo que ocurrió años atrás, me quedo con que, sin duda, valió la pena esperar para tener esta relación que actualmente tenemos.
—¿Y por qué lo hiciste?
—Básicamente por mi familia, y defender mi verdad.
—¿Nunca pensaste que quizá esa no era la mejor manera de tener relación con tu padre?
—Lo pensé muchas veces, y sé que no era la mejor manera, pero ya eso es pasado, como digo, y realmente me quedo con todas las cosas positivas que nos están pasando ahora mismo.
—¿Crees que tomaste decisiones erróneas?
—Posiblemente. Además, errar es de humanos, aunque, al fin y al cabo, lo más importante es que a día de hoy estamos recuperando el tiempo perdido.
—¿De qué te arrepientes?
—En cierta manera, me puedo arrepentir de haberme metido en tantos pleitos judiciales y tenía que haber buscado otro camino para llegar a mi padre.
—¿Y de las cosas que pudiste decir de él en un momento dado?
—Eso para mí ya queda en el pasado, me quedo con el buen feeling que tenemos, e intentar crear momentos y disfrutar de nuestro presente y futuro.
—¿Y cómo miras hacia el futuro ahora?
—Intentar crear más momentos juntos y compartir en familia, porque hay una química brutal!
—¿Qué ha sido lo más difícil en este tiempo ?
—Lo más difícil fue tener a mi familia lejos, aunque constantemente hablamos por videollamada y, en cierta manera, aunque estén lejos, los siento cerca.
—¿Qué dice tu madre? ¿La has visto o no has podido viajar?
—Pues mi madre está encantada con que se haya producido este acercamiento, más que nada porque me ve bien, me ve plenamente feliz y creo que uno de los deseos más grandes de una madre es ver a su hijo feliz, ¿no? No he podido viajar, el tema de la pandemia ha complicado las cosas.
—¿Cuándo llegaste a Jaén y por qué te fuiste allí?
—En principio yo vivía en Madrid, en esos tiempos estaba intentando tener un acercamiento con mi padre, y por casualidad conocí a una chica y me mude a Jaén, eso hace ya poco más de 9 años, es decir llegue a esta tierra por amor, jajaja
—¿Sigues viviendo allí? ¿A qué te dedicas?
—Actualmente sigo viviendo en Jaén y soy un currante.
—¿Y seguirás viviendo en Jaén o has pensado en mudarte a Madrid? ¿Qué planes tienes?
—No me lo había planteado, ya que lo dices, no es mala idea –ríe-. De momento mi plan es coger más experiencia en el área que estudié en su día, Administración e Informática.
El apellido Baute
—¿Qué te ha sorprendido más de tu padre que no te esperabas?
—La receptividad y el gran feeling que tenemos desde el minuto uno que tuvimos el acercamiento.
—¿Es lo que siempre habías soñado?
—Pues sí. Es una persona que aunque no me haya criado con él, tenemos muchas cosas similares y hay una buena química y me encanta eso. Haber recuperado eso y bueno, lo que viene ahora en adelante…
—Carlos, ¿y tú qué estás descubriendo de tu hijo?
—Siempre me dio la sensación de que era una persona buena. Ahora me doy cuenta de que no solo eso, sino que es trabajador, luchador, cariñoso, bondadoso, prudente y muy educado.
—Un año y medio después de vuestra reconciliación, ¿cómo ha evolucionado vuestra relación?
—Hay mucha cercanía, respeto y buena química, nos comunicamos mucho. Hay personas con las que tienes un clic instantáneo y otras con las que no. Con José Daniel lo hubo desde el primer momento.
—¿Cómo es José Daniel con sus hermanos pequeños?
—Es muy cariñoso. Me da mucha alegría y ternura verlos compartir juntos.
—Son muy chiquititos, sobre todo las niñas, pero ¿Markuss se da cuenta de algo, le habéis explicado algo?
—Le hemos dicho que José Daniel es familia. Aunque sabe lo que es un hermano o hermana, no tiene aún la suficiente edad como para entender que puede tener un hermano tantos años mayor y con el que no había compartido hasta hace muy poco. Debemos dejar que pase un poco más de tiempo y que él pueda entender lo que eso significa para poder decírselo.
Carlos: “Podría decirse que sí, que me da pena haberme perdido con él momentos que estoy viviendo con mis hijos pequeños. Es la parte por la que le pido perdón…”
—José Daniel, para ti ha sido un sueño encontrarte con tus hermanos.
—¡Claro! Además, son muy cariñosos y juguetones. Sin duda, son la alegría de la casa. Intento cuidarlos, jugar con ellos. Les doy besos y abrazos, es que son para comérselos —Ríe.
—¿Cómo es tu relación con Astrid?
—¡Increíble! Es una mujer cariñosa y encantadora. Las veces que hablamos siento que estuviese conversando con una gran amiga.
—Os lleváis tan solo quince años … Daniel ¿harás abuelo joven a Carlos?
—Por ahora no está en mis planes, mi padre podrá dormir tranquilo, jajaja
—¿Y a ti qué te parecería Carlos?
—Jajajajajaja, no había pensado en ello! Pues me parecería genial!
—¿Tienes pareja, planes de familia, José Daniel?
—Ahora mismo no tengo pareja pero sí, en un futuro me encantaría tener una familia.
—¿En algún momento se ha planteado el cambio de apellido de Arellán a Baute?
—Yo tengo el apellido Baute desde hace como cuatro años más o menos y me presento como José Daniel Baute Arellán.
—¿Qué supuso para ti usar el apellido de tu padre?
—Siento que ejercí mi derecho de reconocimiento.
—¿Ahora sientes también que es un orgullo?
—Sin duda alguna, y ahora más sabiendo que gozo de una familia estupenda.
—Carlos, ¿tú estabas de acuerdo en que lo hiciera aunque estuvierais distanciados?
—Siempre estuve de acuerdo. Además, es su derecho. Orgulloso de que lo lleve.
—Es evidente que físicamente os parecéis, ¿qué habéis descubierto en común?
—Cada vez descubrimos mas cosas en común, por ejemplo: las pocas horas de sueño, los gustos gastronómicos, deportes, el café… y muchas más cosas. Creo que ambos tenemos buen carácter y que no somos rencorosos. Yo quizá sea menos prudente y sin menos filtros que José Daniel, igual por la edad —Ríe—.
—¿Os veis ahora a menudo?
—Sí, intentamos vernos en la medida de lo posible. Yo vivo en Madrid y José Daniel en Jaen, pero aun así nos movilizamos para encontrarnos.
—Has declarado: “Mi hijo va a tener un padre para toda la vida”.
—No solo un padre, sino un amigo.
—De la experiencia y las vivencias se aprende ¿cuál ha sido la gran lección de la vida?
—Haber dado el paso y que el final haya sido feliz y muy acertado.
—El resto de tu familia estará también muy contenta.
—Están muy felices de que las cosas se hayan solucionado y de que estemos recuperando el tiempo perdido.
—No queda resquemor en ti.
—Nada es nada. Además, quien me conoce sabe que nunca he sido rencoroso.
—A partir de aquí, Carlos, ¿qué te gustaría que sucediera?
—Que compartamos muchas vivencias juntos y disfrutemos. ¡A conocernos y a reír! Que esté con nosotros, que tiene una familia y tres hermanos.
—Una historia con un final feliz, como si fuera una película.
—No es una historia con un final feliz, nuestra historia comienza, es una serie que empieza a rodarse. Estamos en plena preproducción de nuestras vidas, de formar una bonita familia y estamos encantados.
Habla Astrid
—¿Desde el inicio de tu relación con Carlos conocías la existencia de José Daniel? ¿Fue sincero contigo?
—Sí, siempre fue sincero. Y jamás ha sido un problema. Siempre le dije que contaba con todo mi apoyo, aceptación y cariño para José Daniel.
—¿Cuándo te lo contó que se te pasó la cabeza?
—Jamás ha sido un problema. Siempre le dije que contaba con todo mi apoyo, aceptación y cariño para José Daniel.
—¿De qué modo has ayudado a Carlos a acercarse a su hijo?
—Creo que el instinto maternal siempre interviene en este tipo de situaciones de manera natural. Mi meta siempre fue una bonita relación entre ellos.
—¿Eres entonces la ‘culpable’ de esta reconciliación?
—La decisión no la he tomado yo. No era algo que pudiese decidir. Pero sí puedo decirte que era algo que quise desde siempre. Yo sé que Carlos es una gran persona y José Daniel también me lo transmitía. Sabía que solo era cuestión de que se encontraran y hablaran sin personas de por medio.
—¿El nacimiento de Markuss, Liene y Álisse crees que lo cambió para que empezara a abrir su corazón?
—No. Este sentimiento lo ha tenido desde siempre.
—¿Qué consejos le dabas durante este tiempo?
—Yo soy muy mediadora, en todos los ámbitos, y con esto no era distinto…
—Lo habrá pasado mal.
—Claro que lo ha pasado mal. Carlos tiene un corazón enorme…
José Daniel: “De todo lo que ocurrió años atrás, me quedo con que, sin duda, valió la pena esperar para tener esta relación que actualmente tenemos. No he ganado solo un padre, sino también un gran amigo”
—Y ahora, cuando los ves juntos, ¿qué sientes?
—¡Mucha felicidad! Me siento superfeliz de que sea un nuevo comienzo para nuestra familia. Donde José Daniel, por supuesto, es uno más. Estamos muy contentos de haber compartido ya con él muchísimo y creo que esto es solamente el comienzo de una bonita historia.
—¿Crees que está distinto…, como si se hubiera liberado?
—Eso mismo. Una nube gris enorme se ha ido del cielo…
—Pareces encantada con que tus hijos tengan un hermano tan mayor.
—¡Claro! Los niños lo han recibido muy bien. José Daniel es cariñoso y paciente y eso hace se lo pasen muy bien con él! Lo importante es que ahora puedan fortalecer esos vínculos.
—¿Qué tal es tu relación con él?
—Yo creo que muy buena. Al menos así lo siento yo.. Creo que él también, o eso espero —Ríe.
—¿Cómo lo conociste en persona y cómo lo recibiste la primera vez que fue a vuestra casa?
—Nos vimos primero en un restaurante. Ahí pude confirmar que todos mis presentimientos sobre él eran ciertos. ¡Era un muy buen chico! La siguiente vez ya vino a casa y creo que todo fluyó de manera muy natural.
—Astrid y Carlos, dos mil veintiuno ha sido un año redondo… José Daniel se une a vuestra vida y habéis celebrado el décimo aniversario de vuestra boda.
—¡Así es! ¡Diez años de nuestra boda civil! Que recuerdos… —dice Carlos—. Aunque el acercamiento con José Daniel fue un gran regalo que tiene aún más tiempo con nosotros.
—¿Qué balance haces de este tiempo juntos?
—Si tengo que decir una cosa, sería sentirme orgulloso de que mi hijo sea luchador, trabajador, con valores y con un corazón que no le cabe en el pecho. Mis respetos a su madre, a su abuela y familia, quienes han hecho una gran labor.