Vive en la ciudad de los rascacielos, cumpliendo su sueño de triunfar como modelo y también estudiando Diseño de Moda en la prestigiosa escuela Parsons. Nueva York se ha convertido en su casa y adora su ritmo frenético y la vida que se respira en sus calles, que son como un constante escenario de película, pero si hay un lugar en el mundo en el que Rocío Crusset se siente realmente en casa, ese sitio es Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz. La hija de los periodistas Carlos Herrera y Mariló Montero nació en Sevilla y se ha criado entre la capital hispalense y este rincón de la costa gaditana donde desemboca el Guadalquivir. Aquí guarda muchos de los mejores recuerdos de su infancia, anécdotas de sus veranos “infinitos” y mágicas puestas de sol… Por eso sigue acudiendo cada vez que puede a su casa familiar para recargar las pilas, sobre todo, en el periodo estival. Hablamos con ella sobre sus rincones favoritos de Sanlúcar y su gastronomía y de lo que le gusta hacer cuando regresa a su refugio familiar y se reencuentra con sus raíces.
—¿Por qué Sanlúcar de Barrameda ocupa lugar especial en tu corazón? ¿Qué significa esta ciudad para ti?
—En Sanlúcar es donde, junto con Sevilla, me he criado. Desde que nací, he pasado todos mis veranos ahí y se ha convertido en un refugio para mí.
—¿Desde cuándo vas a Sanlúcar?
—Mis padres tenían una casa alquilada cuando yo nací. Ese mismo año compraron la que tenemos hoy.
“De mis anécdotas aquí, recuerdo que todos los veranos me caía. Cuando nos instalábamos para pasar las vacaciones, mis padres siempre me decían: ‘A ver cuánto tardas en caerte este año”
—¿Qué es lo que más te gusta de la casa que tu familia tiene allí?
—Los rincones que hemos construido con el paso de los años, que nos permiten estar aislados de todo, pero pudiendo disfrutar de las vistas a nuestro Sanlúcar y, por supuesto, a Doñana. Es una casa muy viva, con mucho color y que aporta mucha paz.
—¿Cómo eran tus vacaciones de la infancia?
—Muy completas. Recuerdo que cuando era pequeña siempre teníamos cosas que hacer. Tenía clases de tenis todas las mañanas y algún día a la semana tenía academia para ir a estudiar. No porque suspendiera —que, algún que otro verano, alguna me quedaba—, era porque querían que mantuviese una buena disciplina durante el verano, ya que durante los años que vas al cole, los veranos eran eternos. Además, recuerdo a mis amigos que también veraneaban aquí, con los que hacía los planes que corresponden a cada edad.
—Ahora, con tu trabajo de modelo y viviendo en Nueva York, ¿consigues pasar muchas temporadas allí?
—Poco. Pero creo que como me sabe a poco, me gusta más. Los veranos siempre me escapo a Sanlúcar. Y antes de la COVID, cuando venía mucho más a España, alguna vez me escapaba algún fin de semana.
—¿Qué planes te gusta hacer ahora en Sanlúcar? ¿Han cambiado mucho con el paso de los años?
—Ahora, mis planes son mucho más tranquilos. Antes no paraba en casa, siempre me iba con el coche por ahí con mis amigas a hacer cualquier plan, salir de fiesta, viajar… Ahora mi ritmo de vida es tan acelerado que, cuando llego a casa, quiero estar tranquila. Me gusta mucho quedarme en casa, relajarme, ir a dar un paseo, cenar por el pueblo y tomar algo por ahí.
—¿Eres de ir a la playa todos los días?
—No, aquí no. Soy muy playera cuando viajo o voy a otros sitios, pero aquí me gusta más pasar el día en mi espacio, en mi casa. Lo disfruto más, aunque claro que bajo algún día y paso el día en la playa, como en algún chiringuito de por ahí, me doy mis paseos o veo el atardecer sentada en la arena.
—Cuándo paseas por allí, ¿qué lugares te traen los mejores recuerdos?
—El pueblo. Es tan bonito… Tiene tantos rincones con tanto encanto.
—¿Cuál es la mejor anécdota que guardas de Sanlúcar?
—Todos los veranos me caía. Nunca me he roto ningún hueso, pero siempre acababa en el hospital para que me pusieran puntos en la barbilla o me curaran las miles de heridas que me hacía. Si no me caía de la bici, era del monopatín o corriendo. Cuando nos instalábamos para pasar el verano, mis padres siempre me decían: «A ver cuánto tardas en caerte este año». ¡Siempre pasaba algo!
—¿Tienes muchos amigos allí?
—Tengo varias amigas que veranean aquí y siempre suelo bajarme con alguna amiga de Madrid o de Sevilla.
—¿Cuál es tu comida favorita que solo encuentras allí? ¿Cuáles son los platos típicos?
—Las acedías, las puntillitas, los langostinos, las papas fritas con atún de Casa Bigote, las coquinas... ¡Podría estar así todo el día!
“Ahora mi ritmo de vida es tan acelerado que, cuando llego aquí, quiero estar tranquila. Me gusta mucho quedarme en casa, relajarme, ir a dar un paseo, cenar por el pueblo…”
—Supongo que echarás mucho de menos la comida cuando estás en Nueva York, ¿encuentras allí algo parecido?
—Nada. Por desgracia, no hay nada que se asemeje al sabor de la comida de España.
—¿Cómo te gusta pasar las vacaciones?
—En Sanlúcar, tranquila. Pasando todo el tiempo posible con mis amigas y mi familia antes de volverme a Nueva York.
—Por tu trabajo, pasas mucho tiempo viajando y lejos de tu familia, ¿vas a Sanlúcar siempre con ellos?
—Por supuesto. Con ellos siempre.
Su guía de Sanlúcar
Su guía de Sanlúcar