lita trujillo y jaime ostos en 1973 © GettyImages

Lita Trujillo recuerda a Jaime Ostos en ¡HOLA!: ‘Antes de la pandemia, me pidió que me casara con él’

Hablamos con la exactriz de Hollywood y viuda de Ramfis Trujillo sobre su relación durante dos décadas con el torero, fallecido hace unos días a los 90 años


13 de enero de 2022 - 11:56 CET

Durante los últimos días, el nombre de Lita Trujillo, viuda de Ramfis Trujillo, hijo del dictador dominicano cuya vida noveló Mario Vargas LLosa en La Fiesta del Chivo, ha vuelto a despertar el interés de la prensa. ¿La razón? La muerte de Jaime Ostos el pasado sábado ocho de enero a los 90 años cuando se encontraba de vacaciones en Colombia. Desde 1973 a 1993, la ex actriz de Hollywood y ‘El Torero’, como siempre se refiere a él, mantuvieron una inclasificable relación que copó numerosos titulares en las revistas y semanarios de sociedad de los primeros años de la Democracia. Fiestas en Marbella o Madrid, desfiles, presentaciones de libros y paseos con el Rolls-Royce con el que Lita se movía por la capital y que le valió el título oficioso de ‘Lady Corniche’, en alusión al modelo del fabuloso coche de época.

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Lita Trujillo y Jaime Ostos.© GettyImages
Lita Trujillo y Jaime Ostos.

Por ese motivo, en estos días, la tranquila vida de esta fascinante mujer cuya edad es un misterio -uno de sus mantras es “prohibido hablar de años y de extensiones”- se ha visto trastocada. Más de lo trastocada que puede estarlo ya. Lita, mística e intelectual a partes iguales, vive al revés del mundo: duerme de día y vive de noche. Una “luciérnaga existencialista” que, mientras todos descansan, ella lee periódicos, revisita clásicos de Unamuno o Federico García Lorca, ve películas y colecciona frases tristes y epitafios. Esta semana, los periodistas la han llamado más que nunca durante los últimos tiempos para arrancarle las primeras declaraciones tras la desaparición del torero, al que conoció en 1973 gracias al rejoneador Ángel Peralta. “Me parece grotesco que me den el pésame. Jaime Ostos no forma parte de mi vida desde hace muchos años”, confiesa sorprendida a ¡HOLA! desde su piso en las inmediaciones del estadio Santiago Bernabeú de la capital, donde se mudó hace unos años cuando se quedó sin su fabuloso palacete de La Moraleja (Madrid) y tuvo que vender su Corniche y despedir al servicio.

Era marzo de 2020, unos días antes de que se declarase oficialmente la pandemia de coronavirus en nuestro país, cuando la intérprete recibió la última llamada de Jaime Ostos. “Primero se puso María Gabriela, su hija, a la que quiero mucho, y luego Jaime. Me pidió que me casara con él en Israel. Desde que nos conocimos en 1973, no dejó de hacerlo. Que cómo es posible que lo dejé, que no me casé con él… y que todavía había tiempo. Fue su última propuesta de matrimonio”. La respuesta de Lita no fue menos sorprendente. “Empecé a reír… y ya”. Solo ellos sabían el significado de aquel idioma ahora también muerto.

“No era mi pareja ni mi marido, un amante, como muchos otros, uno que duró más que otros…”

-¿Cómo has recibido la desaparición de Jaime Ostos?

-Ha sido una muerte anunciada desde hace tiempo. Ha sido parte de mi vida durante veinte años. Es parte de mi memoria histórica. Me gustaría honrarle un pequeño epitafio que encontré hace tiempo dedicado a los soldados de la Segunda Guerra Mundial y que yo he versionado: “Los viejos toreros nunca mueren, simplemente se desvanecen”.

-¿Qué tipo de relación mantenías con él?

-No era mi pareja ni mi marido, un amante, como muchos otros, uno que duró más que otros… Una relación muy fija, a veces esporádica, a veces muy distante, a veces cercana… Siempre cuando se podía escapar al teléfono, me llamaba para decirme que yo era la única mujer que amaba en su vida.

-Y él, ¿fue el hombre de tu vida?

-No. Luis Buñuel decía que el amor es el sentimiento más revolucionario que hay. Nunca sentí ese amor revolucionario con él. Nadie me explicó en qué consistía el amor, pero cuando conocí a mi marido, me quedé pegada, como el superglue, que no se despeja nunca.

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Lita Trujillo y Jaime Ostos, en 1973.

-O sea que, desde la primera propuesta, tuviste claro que nunca te casarías con Jaime

-Yo me casé con el hombre del que estaba realmente enamorada: Ramfis Trujillo. Cada uno tiene su hombre y él era, como dice la canción, My man. Lo dejé todo. Yo tenía una carrera espléndida en Hollywood. Era como una botella de champán en el momento en el que está subiendo la espuma. Lo de antes y después de Ramfis era lo que se llama parte de mi vida azarosa.

-En estos días, ¿qué recuerdos con Jaime te han venido a la mente?

- “Los viejos toreros nunca mueren, simplemente se desvanecen”. Es el único comentario que voy a hacer a estas alturas sobre la existencia de Jaime Ostos Carmona. Él dejó de ser una persona de interés en mi vida. Lo digo sin acritud, pero no estaba activamente en mi vida desde hace mucho tiempo. Y en estos meses se han muerto cincuenta amigos y hasta mi hermana…

-¿Quizá hables de él en tus memorias?

-No habrá memorias, aunque, como Neruda, confieso que he vivido. Mi existencia que ha tenido de todo, grandes experiencias que pocos seres humanos pueden contar. Sangre, sudor y lágrimas.

“Nadie me explicó en qué consistía el amor, pero cuando conocí a mi marido, me quedé pegada, como el ‘superglue’, que no se despeja nunca”

Los papeles de su vida

“Sangre, sudor y lágrimas” podría ser el título perfecto para la biografía de Lita. Cuando Mario Vargas Llosa la visitó para documentar su libro, le sorprendió la figura de la actriz. “De quien tendría que haber escrito el libro habría sido de ti”, espetó. Material no le hubiese faltado. Nacida, según ella, en un lugar cerca de Jaffa cuando Israel no había sido fundado, creció en el barrio Hell’s Kitchen de Nueva York, estudió Literatura en París y triunfó en Hollywood, donde trabajó en 38 películas y telefilmes con las grandes estrellas de la época: Paul Newman, Joseph Cotten, Glenn Ford, Steve McQueen, Anthony Quinn… con muchos de los que, según ella, tuvo lo que llama diversos “episodios eróticos”.

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Lita Trujillo, durante su paso por Hollywood.

Ramfis, jefe de la Aviación de la República Dominicana, tenía 29 años, estaba casado, tenía seis hijos y estudiaba en la academia militar de Fort Leavenworth, pero le encantaba escaparse a Hollywood para agasajar a las actrices con joyas y coches de lujo. Un día, se encontró con Lita en Mocambo, el nightclub más famoso de Hollywood. Ella había acudido para reunirse con los productores de una película sobre Al Capone que quería hacer Elia Kazan. Ramfis, acompañado por Kim Novak y Zsa Zsa Gabor, no le quitó ojo en toda la noche. Así fue cómo Ramfis Trujillo entró en su vida.

Tras vivir en París y Portugal, el matrimonio se instaló en España. En 1969, Ramfis moría en un accidente de tráfico a los 39 años. Fue entonces cuando Lita, tras pasar por una grave depresión, comenzó a hacer vida en sociedad… y así apareció Jaime Ostos en su vida. El otro día, haciendo zapping, descubrió una película que le era familiar. La sorpresa de Lita fue mayúscula cuando descubrió que en ella aparecía su viejo profesor de interpretación. Lita, que tiene un gran sentido del humor como demuestra su estado de Whatsapp -“Muerta viviente”- reaccionó como cuando Jaime le propuso que se casara con ella. A carcajada limpia. Sólo él sabía qué significa esa risa.

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