Además de bailarina, Cecilia Gómez tiene arte para los fogones. Es más, reconoce que le encanta organizar cenas con amigos en casa. Pero la gaditana también encuentra en la cocina un lugar para desconectar, como ha comprobado a lo largo del 2021. Además de romper con el cirujano Marco Vricella, con quien esperaba casarse en junio, Cecilia no ha podido trabajar, al agravarse sus problemas de espalda. Por ello, decidió operarse de las cervicales el 20 de diciembre. Ahora que se recupera favorablemente, la bailarina afronta el nuevo año con optimismo.
—¿Cómo te desenvuelves entre fogones?
—Creo que bien. Me divierte, me relaja… Además, me he criado con mi madre y con mi abuela, las dos, muy buenas cocineras.
—¿Qué recuerdos tienes de niña?
—Siempre el olor a comida, a rico… Como los que tenemos mamás cocinillas. También mi abuela tenía una diversidad cultural, porque mis abuelos vivieron muchos años en Gibraltar, donde tienen una cocina inglesa. Aunque no eran judíos, allí residían en la comunidad judía. Luego, había mucha influencia marroquí.
—¿Qué platos te gusta preparar?
—Esos platos de casa: puchero, gazpachuelo, las migas o la moruna, que es una especie de pisto con sardinas. Son platos que no como en cualquier sitio. También los pescados al horno.
“El médico dice que, en seis meses, podré subirme a un escenario, pero ya veremos… Tengo ganas de hacer cosas. ¡El otro día soñé que corría!”, nos cuenta entre risas
—¿Y de dulce? ¿Eres golosa?
—No mucho. Prefiero salado que dulce, aunque, en Navidad, hago más repostería. La tarta de queso me sale exquisita, como el tiramisú, los pancakes y la tarta de manzana. Al vivir en Gibraltar, hacíamos dulces ingleses en casa.
—Por trabajo, cuidarás la alimentación.
—Pero no solo por llevar una dieta saludable, que es también importante, sino por tener la suficiente energía y evitar digestiones pesadas. Tampoco suelo tomar bebidas gaseosas o alcohol ni abuso de fritos o bollería industrial.
—¿Desconectas en la cocina? Porque vaya año.
—Sí. Me ha pasado de todo y ha sido una montaña rusa de emociones. Me he quedado sin mi herramienta de trabajo… También he terminado una relación [sentimental] que tenía un futuro… Luego, ahí venía de la pérdida de mi padre, en dos mil diecinueve, y todavía está muy reciente.
—¿Cómo está yendo el posoperatorio?
—Por ahora, todo bien. Ha sido duro, pero es que es una operación fuerte. La llevaba posponiendo mucho tiempo, pensando que podría mejorar con rehabilitación… Y al contrario: se me dormían las manos, se me caían las cosas… El cirujano me dijo que tenía el disco machacado, aunque solo me ha tocado una [vértebra], la otra no. Además, tengo profusiones y escoliosis… Lo importante es que la operación ha salido bien. El miércoles —día veintinueve— me quitaron los puntos y la cicatriz casi no se va a ver.
—Tu recuperación está siendo rápida. Te dieron el alta a las cuarenta y ocho horas de operarte.
—Ya empiezo a quitarme el collarín. Ha sido duro por la dependencia con la movilidad y porque no puedo coger peso. Cuando salí de la UCI y me llevaron a mi habitación, me asusté muchísimo porque no podía mover la cabeza… Pensé que algo había salido mal, pero el médico dijo que era normal. Ahora estoy muy animada.
“Si estornudo, me desmonto”
—Vaya Navidades que has tenido…
—Entre una cosa y otra, he estado de clausura total. Mi madre está conmigo y, por cómo están las cosas, nos hemos autoconfinado.
—Para cuidar a tu madre, ¿no?
—Por ella y por mí, porque, si estornudo, me desmonto (ríe). Como hay tantos contagios, no estoy viendo a nadie y voy a la calle casi con escafandra (ríe). Pero hemos podido celebrar la Nochebuena fuera del hospital, en mi casa y con videollamadas. Estoy muy agradecida. Luego, he estado comiendo, durmiendo, comiendo… También andando, para la recuperación.
—¿Cuánto tiempo se alargará?
—El médico dice que, en seis meses, podré subirme a un escenario, pero ya veremos… Como he hecho tanto deporte, creo que la recuperación será rápida. Tengo ganas de hacer cosas. ¡El otro día soñé que corría! (ríe). Ahora soy más consciente de lo importante que es estar bien, aunque siempre lo he sido. Mi padre se pasó los diez últimos años de su vida en silla de ruedas. Tengo esa imagen en la cabeza. Por eso he tardado tanto en operarme.
—¿Qué le sucedió a tu padre?
—Le operaron de la rodilla y, aunque salió bien, tuvo varios ictus después. A partir de ahí, nunca más anduvo y su deterioro fue brutal. Verle así me afectó muchísimo. Por eso, cuando no pude levantar la cabeza tras la operación, pensé: «Ay, Dios».
—¿Lo mejor del dos mil veintiuno?
—Seguir ahí, el sobrevivir. Lo peor, la salud. Tengo problemas en el corazón desde que pasé el coronavirus, en septiembre del año pasado. Tengo las pulsaciones muy altas. Hay noches que me despierto acelerada, con ciento veinte.
—¿Es una secuela del COVID?
—Sí, me lo ha dicho el cardiólogo. Pensaba que los bochornos, escalofríos y cambios eran por la premenopausia, pero no. También se me ha quedado una tos seca y sigo sin oler igual. He dejado mi perfume de siempre, porque no me huele igual. Por suerte, se me han ido los dolores de cabeza, que fueron horribles.
—¿Qué propósito tienes para el año nuevo?
—Encontrarme. Toda mi vida ha estado focalizada a mi trabajo y, de repente, me he quedado en el limbo… Me gustaría probar como actriz.
—¿Y amor? ¿Te apetece tener pareja?
—No. Pero nunca se sabe…
—En estos meses, ¿nadie te ha sorprendido?
—Sorprendido, no (ríe). ¡Esa es la palabra!
Gazpachuelo
“Es una sopa caliente típica de mi tierra, que me recuerda mucho a las Navidades y a mi madre. Cuando vuelvo a casa por estas fiestas, ella siempre me prepara la receta”
Tiempo de preparación: 90 minutos
Ingredientes (para 4 personas): ● 1 kg y medio de merluza ● 8 gambones ● 500 gramos de patatas ● 1 pimiento verde ● Media cebolla ● 1 huevo ● 1 limón ● Perejil fresco ● 1 hoja de laurel ● Aceite de oliva virgen extra ● Sal ● Agua
Elaboración
- Primero, limpia la merluza y los gambones. Con la piel, espinas, cáscaras y sus cabezas, prepara un caldo. A esa agua, añade las patatas, la cebolla y el pimiento ya troceados, además del laurel y el perejil. Mientras se cocina a fuego lento, durante treinta minutos, aprovecha para cortar la merluza en dados tirando a pequeños. Pasada esa media hora, retira las impurezas del caldo con un colador y termínalo de cocer con otros diez minutos.
- Una vez listo el fumet, guarda dos cazos para mezclarlos con una mayonesa que prepararemos después. Al resto, añádele la merluza troceada y los gambones. No hace falta calentarlo más, porque el pescado y el marisco se hará con el propio calor del caldo.
- Por otro lado, elabora la mayonesa. Para ello, bate la yema del huevo, con chorro del zumo de limón y, posteriormente, pon el aceite de oliva, poco a poco. A continuación, recupera los dos cazos que habíamos guardado y viértelos sobre la mayonesa, pero hazlo una vez que ese caldo esté templado, para que no se corte la mayonesa. También añádelo lentamente, en pequeñas cantidades y con la ayuda de una varilla. Por último, mezcla el caldo con el pescado y los gambones con la mayonesa, pero poco a poco, para evitar que se corte. Así tendrás el gazpachuelo listo para servir.