La casa de papel acaba de despedirse coronándose como uno de los mayores fenómenos de la televisión a nivel internacional. Es más, la serie ha sido seguida por cerca de sesenta y cinco millones de personas en todo el planeta gracias a Netflix. Por ello, el cantante Joaquín Polvorinos, nombre que está detrás de Pol 3.14, no puede sentirse más afortunado: su tema No time ha formado parte de la banda sonora de la ficción española y, encima, en su capítulo de despedida. Ahora, el artista madrileño desvela a ¡HOLA! cómo surgió esta propuesta, además de recordar cómo terminó tocando en la boda de María Pombo y Pablo Castellano o materializó su dueto con Cepeda.
—¿Cómo te encuentras y cómo estás digiriendo todo lo que te está sucediendo?
—Me encuentro bien, gracias a Dios. No sé lo que voy a durar… Casi todo el mundo de mi entorno se ha contagiado, aunque, de momento, nada grave. Por lo demás, muy contento. Está siendo un momento bonito por No time, que ha llegado a muchos sitios y me llegan muchos mensajes.
—¿Qué significa para ti la repercusión de No time?
—Estar en este momento de la ficción, además española, es un lujo. Venimos de una racha muy complicada… Como todo el mundo, pero yo hablo de lo que sé. La canción ha traído una luz muy fuerte, al final del camino. No time ha entrado en listas de Portugal, de Italia… De otra manera no sé si hubiera llegado mi música o hubiera llegado tan fuerte… Haciendo historia (ríe).
—La casa de papel se ve en todo el mundo y, por ello, dices que te llegan muchos mensajes. ¿Qué es lo más surrealista que te ha pasado?
—Que me escriban de las islas… –se queda pensando, tratando de recordar el nombre–.
—¿Cuáles? ¿Quizá las Islas Feroe?
—No lo sé, pero por ahí. Me escribió una chica para decirme que le había gustado mucho la canción. También me llegó un mensaje de Instagram para contarme que estaban poniendo No time en una pizzería de Londres. Todo es como guau… Qué bonito es soñar.
“En la boda de María Pombo toqué ‘Jóvenes eternamente’ y ya sabemos todo lo que ella toca arrastra…”
—¿Cómo surgió la idea de poner música a La casa de papel? Intuyo que la propuesta llegó por Álex Pina, creador de la serie, con quien has trabajado más veces
—Como bien dices, he trabajado con Álex en otras ocasiones y tenemos un buen trato. Le gusta lo que hago y siempre me está diciendo qué tengo por ahí. Él vio un hueco para la serie y, como tengo una melancolía en el ADN, que él conoce bien, pues me llamó. Le mandé un boceto de No time y le pareció que le encajaba bien para ese momento de la serie, en el que todo se va al hoyo. Álex me describió las sensaciones que quería transmitir y ahí surgió la canción, aunque no fue un proceso fácil. Detrás del proyecto, hay mucha gente que opina, que es exquisita y no se conforma con cualquier cosa.
—¿Te hicieron dar muchas vueltas a la canción? Porque Netflix es un gigante y tendrá muchos filtros.
—En este caso, le di alguna vuelta, pero no te creas que tantas. Yo tenía varías canciones y, enseguida, No time le encajó…
—¿A Álex Pina?
—También a la productora, al director del capítulo… No fue fácil. A la canción le tuve que dar un par de vueltas… Encima, en inglés, que no es mi idioma… Por eso, tuve que sentarme unos días para darle forma. Sobre todo a la letra, para reflejar las sensaciones que me trasmitieron, porque el boceto que tenía estaba hecho con la acústica y voz.
—Hablas de las sensaciones que te transmitieron, porque compusiste la canción sin poder ver el capítulo.
—Claro. Eso lo llevan totalmente con hermetismo y confidencialidad y eso no lo pueden traspasarlo. Por lo menos, a mí no me lo enseñaron.
—¿Cuál fue tu reacción cuando viste el capítulo final y sonó tu canción?
—Buah, se me puso la piel de gallina… Me emocioné mucho. Por muchos motivos. Uno por la escena en sí y por mi canción, que encaja perfectamente. Luego, por todo lo mal que lo hemos pasado todo este tiempo. Había muchas sensaciones acumuladas: tu lucha interna, el trabajo que hay detrás, la situación… Fue un momento de catarsis.
—¿Conoces a alguien del reparto de la serie?
—Sí. No íntimamente, pero conozco a Esther Acebo, Belén [Cuesta]…
—¿Se ha puesto en contacto alguien contigo de la serie?
—No. Conozco mucho al equipo de producción, porque he tenido más trato de otras series… Yo soy más de técnico (ríe).
—Supongo que, con La casa de papel, habrás notado un boom de popularidad. ¿Ha sido más grande el que estás viviendo ahora o el que tuviste con la boda de María Pombo?
—(Ríe) Es distinto. Esta vez ha sido algo de curro, un chute de profesionalidad y de fijarse gente del gremio. Lo otro fue un boom mediático absoluto. En la boda de María Pombo toqué Jóvenes eternamente y ya sabemos todo lo que ella toca arrastra… Yo no era muy consciente del personaje y de la repercusión que tendría, pero, enseguida, se viralizó el baile en su boda.
—¿Cómo surgió esa propuesta?
—Con Pablo [Castellano, marido de María] tenía cierto trato. Un día me lo encontré y me propuso cantar en su boda, porque a él y a María les gustaba mucho la canción.
—¿Cómo es María Pombo en las distancias cortas?
—La verdad es que supernormal, muy cercana… No tiene dobleces y es como se muestra en las redes. Creo que ese es su éxito.
—A pesar de todos estos momentos, llevas once años en la música.
—Sí. El primer hito fue que Bipolar sonara en Los 40 Principales –en el 2010–. Fue fuerte porque me paraban por la calle, aunque tengo una vida muy tranquila. Antes no había redes y era todo muy distinto. Luego, toqué en Los hombres de Paco y me dio un empujón muy fuerte, pero lo viví con calma y sin cambiar absolutamente ni un pelo. Después, tuve mis problemas discográficos… Como dices, llevo once años o más viviendo de la música, pero soy un picador. He tocado para miles de personas y también para veinte en una sala. Soy una persona luchadora, que quiere vivir de esto. Gracias a Dios, vivo de esto, pero no me relajo. Es verdad que lo de María me dio un empujón y La casa de papel me ha dado otro, pero, con la pandemia, uno no tiene una visión clara de lo que está pasando. Al final, son los conciertos lo que me dan de comer.
—Es curioso, porque tú ibas para periodista antes de lanzarte a la música.
—Sí, otro gremio fácil… (ríe). Estudié Periodismo, aunque no ejercí. Sólo estuve de becario en dos webs. Me gustaba escribir y ahora vivo de ello, haciendo otro tipo de textos. Luego, ya me absorbieron otros mundos y estudié Arte Dramático…
—¿Coincidiste con algún periodista o presentador famoso en la universidad?
—Sí, con Cristina Teva, que trabaja ahora en Movistar+ y hace todos los programas de cine. Es una grandísima profesional.
—¿Y en la escuela de interpretación, con algún actor conocido?
—En la mía estuvo Miguel Ángel Silvestre, pero se fue cuando yo llegué. Ahí empecé a tocar, para perder el miedo escénico. Un buen día, me fui a un bar y me puse a tocar, así sin mirar. Al cabo de no mucho tiempo, toqué en El Búho Real, que es un bar de Madrid al que van ojeadores y mucha gente de la industria. Ahí me vio una persona, le gusté y empezamos a trabajar juntos.
“Me han dicho que mi carrera está muy unida a Mario Casas… Pero a él le ha ido mucho mejor (ríe)”
—A continuación, tu música apareció en Los hombres de Paco, El barco, A tres metros sobre el cielo… Además, has colaborado con Cepeda. ¿En qué momento pensaste que podías dedicarte a la música?
—Creo que con Bipolar, que fue cuando empezaron a pasar cosas: hice una gira, comenzó a venir la gente a verme… Conseguí dinerete. No fue mucho, pero lo suficiente para hacer una huchita, así que dejé los típicos trabajos que hacemos los artistas, como los de camarero.
—Como decíamos antes, has puesto música a Los hombres de paco, El barco y A tres metros sobre el cielo, que son ficciones protagonizadas por Mario Casas. ¿Le conoces en persona?
—Sí, le conocí en su día. Sobre todo, en Los hombres de Paco, que nos veíamos en los pasillos. He tenido la ocasión de charlar con él y es un tío muy majo. Ya me han dicho que mi carrera está muy unida a Mario… Pero a él le ha ido mucho mejor (ríe). Yo no me puedo quejar, pero Mario es una de las grandes estrellas de nuestro país.
—¿Cómo fue trabajar con Cepeda, que venía de un fenómeno televisivo como Operación Triunfo?
—Lo de Cepeda también me vino solo. Me vino por Instagram… Fíjate si da de sí Instagram. Él estaba con David Otero, con el que hice una gira, y se pusieron a hablar de la música. Entonces, Cepeda le dijo que le gustaba mucho mi música y David le dijo que era amíguete. Los dos mandaron un mensaje para decirme que a Cepeda le gustaba mucho Bipolar y le propuse cantarla conmigo. Ni se lo pensó. Fue lo más rápido que he hecho en mi vida.
—Tu profesión te ha dado muchas alegrías, pero también algún quebradero de cabeza. ¿El más complicado fue librarte de una discográfica grande?
—Sí, fue complicadete, pero me enseñó mucho… Las cosas no son como uno se las imagina y que hay que seguir luchando. Ya casi ni lo recuerdo.
—Lo curioso es que pudiste salir de ese atolladero por una desgracia.
—¿Por el accidente? No, el accidente sucedió después. Para salir de la discográfica, tuve que pagar una carta de libertad. Pero, cuando me libré de este contrato leonino, estaba fumándome un cigarro en Gran Vía y descarriló un coche. Así salió volando un quita miedos y una pieza, que parece una pastilla de hockey, me dio en la espinilla… Me rompió parte de la tibia. El seguro me dio una indemnización y, con ese dinero, pagué mi tercer disco, que se llama Solo.
—¿Cómo has sobrevivido a la pandemia, siendo los conciertos tu principal fuente de ingresos?
—Ha sido fuerte. Cuando estábamos confinados, no sabíamos lo que iba a suceder. Luego, cuando se abrió la mano, no estaba a gusto. No estás a gusto por la pandemia, por el público… Los aforos son reducidos y piensas en los contagios… No es una situación nada fácil para nuestro gremio.
—¿Tienes algún trabajo convencional, que compaginas con la música?
—No.
—Entonces, ¿vives única y exclusivamente de la música?
—Gracias a Dios, vivo de esto.
—Pero también has hecho alguna incursión como actor y has escrito libros.
—Me gusta muchísimo escribir. Saqué mi primera novela en pleno confinamiento: La zona fucsia, que, curiosamente, habla del aislamiento de una pareja. Luego, Impulsos, con las frases que publico cada noche –en su cuenta de Instagram–. No sé si escribir es mi plan B, pero me gustaría desarrollar más esta faceta.
—Entre tus followers, se encuentran Esther Cañadas, Lucía Rivera, María Pombo… De todas las personas que te siguen, ¿cuál es la que más te ha sorprendido?
—El otro día me enteré de que me seguía Paz Padilla (ríe). También María Pedraza, que ha compartido mucho mis textos… Y Esther Acebo.
—Ahora estarás preparando nuevas canciones. ¿Qué estás fraguando?
—Estoy pensando en sacar algún tema nuevo, con alguna colaboración, pero no lo tengo claro aún. En marzo, sin nos dejan, comenzaremos la gira. Entre las fechas que me acuerdo, estaremos el cuatro en Valencia y el treinta de abril, en Madrid.
—Por último, nos gustaría que nos explicaras por qué te llamas Pol 3.14. Sabemos que Pol viene de tu apellido, Polvorinos, pero, ¿y la parte numérica?
—Viene por dos cosas. Primero, me gusta ponerle algo infinito, como es el número Pi, a tu nombre de guerra. Luego, mi madre me despertaba de la siesta siempre a las tres y catorce de la tarde, para poder ir al colegio después de comer. Es una chorrada, pero durante años estuve escuchando: “Son las tres catorce” y se me quedó taladrado. Lo puse hace once años… ¡No me juzguéis! (ríe).