El día de Nochebuena es habitual que todos los españoles, monárquicos y republicanos, se sienten frente al televisor para no perderse ningún detalle del tradicional discurso del rey Felipe VI. Unos alaban sus palabras; otros sacan punta a sus declaraciones, mientras que otros analizan cada uno de los detalles del escenario en el que se produce. Para este último grupo, quizá el más minoritario, asistir a la retransmisión institucional de este año ha sido una auténtica sorpresa. El marco escogido no fue el despacho de Su Majestad ni ninguna otra de las dependencias clásicas de este palacio sino un lugar definitivamente menos convencional: una sala contigua al Salón de Audiencias donde destacaban dos cuadros de arte contemporáneo de la colección de Patrimonio Nacional, obras del pintor catalán Albert Ràfols-Casamada y de la argentina Sarah Grilo.
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Una mezcla de modernidad y tradición que también fue evidente en el árbol de Navidad seleccionado para decorar la estancia. Un sofisticado ejemplar completamente alejado de la estética más conservadora de ediciones pasadas. La responsable de este cambio tiene nombre de mujer: Laura Ruano, de la floristería madrileña Naranjas de la China, la favorita de la jet set de la capital. Ella ha sido la responsable de la modernización de la nueva decoración navideña de Zarzuela. Desde su tienda en el número 159 de la calle Hermosilla, esta empresaria, ilusionada ante uno de los encargos más especiales de su dilatada trayectoria, nos atiende para explicarnos cómo fue decorar el árbol de Navidad del rey, el otro protagonista del discurso más esperado del año que no se perdieron casi ocho millones de espectadores.
—¿Qué ha supuesto para ti recibir un encargo de tal magnitud?
—Un honor. ¡Ha sido muy emocionante! Trabajamos habitualmente con instituciones, embajadas, diferentes personalidades y, por ese motivo, esto no es algo raro para nosotros. Eso sí, casi nunca contamos para quién trabajamos. Respetamos siempre la privacidad de nuestros clientes. En esta ocasión es diferente porque… ¡Ha sido el árbol más visto de la Navidad!
—Estarás de acuerdo en que el rey de España no es un cliente cualquiera…
—No, por eso nos ha producido tanta ilusión. Además de por quién es también es especial por lo que ese momento representa. El famoso discurso previo a la cena de Nochebuena con toda la familia reunida en torno a la televisión.
—¿Cómo viviste esa noche?
—Reunida en casa con mi hermano y mis sobrinos. Algunos no sabían que lo habíamos hecho en Naranjas de la China y se fijaron mucho.
—¿Estás contenta con el resultado?
—Sí, mucho, la verdad.
—Cuéntanos los detalles del árbol.
—Es un árbol artificial decorado con ramas naturales de magnolio, eucalipto, piñas y unas microluces suaves. Lo definiría como fresco. Optamos por colores más neutros como el rojo o el granate, unos tonos más actuales ya que esa es precisamente la imagen que se quiere trasladar: la de una monarquía actual. Por eso, también la sala donde se grabó el mensaje era más luminosa, diferente.
—¿Te dieron una idea exacta o pudiste ser libre?
—Fuimos un poco libres, excepto en tonos y algunos tips que nos trasladaron los escenógrafos de TVE. Ellos fueron los que nos marcaron las directrices: nos pidieron que teníamos que ser un poco menos ortodoxo de lo habitual. El resultado no fue ni rústico ni muy sofisticado: era elegante. Ahora se llevan los árboles muy cargados y barrocos. En Naranjas de la China los hacemos exagerados aunque en el de la Zarzuela fuimos más comedidos. Hay que tener mucho cuidado, porque aunque se pueden llevar otras cosas, el protocolo marca muchísimo.
—¿La decoración era vuestra o trabajasteis con algunas piezas familiares?
—No, nuestra. Toda la decoración era de las tiendas de Naranjas de la China en El Corte Inglés y luego se trabajó desde el taller de eventos que tenemos en la Calle Hermosilla.
—¿Cómo fue el proceso de montaje?
— Fuimos un equipo de tres personas. El chófer y dos montadores, que una de ellas era yo, por temas de seguridad. Tardamos dos horas y media en colocarlo todo.
—¿Qué sentiste al entrar en Zarzuela? ¿Era la primera vez?
—Sí, nosotros hemos estado varias veces, por ejemplo, en Moncloa con diferentes gobiernos, hemos trabajado para Patrimonio -desde el Palacio Real al Palacio de El Pardo- y para embajadas… Ya conocían nuestro trabajo de antemano.
—¿Te pones más nerviosa a la hora de trabajar en un escenario así?
—Yo trabajo bien, no me pongo más nerviosa. Fue una experiencia única.
—Has decorado algunas cenas de gala en el Palacio Real, ¿qué recuerdo tienes?
—Es estupendo. Me impresiona la jerarquía a la hora de trabajar, cómo se recibe la plata, cómo se coloca, cómo se mide a la hora de ponerla en la mesa… Un momento un poco Downton Abbey.
—¿Has notado el efecto real? ¿Hay algún cliente que te haya pedido ya un árbol igual al del rey?
—Ha tenido mucha repercusión. Me hizo gracia porque se veía mucho. Ha sido inesperado. Y no, nadie nos ha pedido el árbol del rey… porque están todos puestos ya.
—¿Habéis decorado alguna otra estancia de la Zarzuela?
—No y, aunque se hubiera hecho, siempre preservamos la discreción y la privacidad de nuestros clientes.