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Imparable y genuina, Norma Duval tiene a sus espaldas una carrera plagada de éxitos en el mundo del espectáculo. Pero, sin duda, su mayor orgullo es su familia: sus tres hijos, Marc, Yelko y Christian, y su nieto, Izan, nacido hace nueve años de la relación del primero con Patricia Vállez. Ellos son su mejor obra. Ahora, a punto de decir adiós a uno de los años más duros de su vida —el 23 de mayo fallecía su madre, Purificación Aguilera, con casi noventa años, de los que llevaba los últimos once consumida por el alzhéimer—, la artista nos recibe en su casa de Segovia para anunciarnos emocionada que pronto llegará un nuevo miembro a la familia: “¡Voy a volver a ser abuela!”, nos dice con una gran sonrisa de felicidad. Y aún hay más: “¡Voy a tener una nieta! Mi hijo Yelko y su pareja, Carmen, están esperando una niña”, añade.
© HolaLa actriz, que vive ahora una estabilidad plena junto al que es su amor desde hace doce años, el empresario alemán Matthias Kühn, se dispone a despedir un año “agridulce”, como ella misma describe, porque “una vida se va y otra viene. Es una bonita noticia”.
—Enhorabuena, Norma.
—Gracias, para mí este es el mejor regalo.
—¿Te sorprendió la noticia? Porque no hace mucho nos decías que no esperabas volver a ser abuela.
—Bueno, Yelko, que es el mediano de mis hijos, ya tiene treinta y cinco años, así que ya le tocaba.
—¿Te hace especial ilusión que sea una niña?
—Sí, una ilusión tremenda. Estoy pletórica de felicidad. La verdad es que estoy encantada con mi nieto, que es una preciosidad, que es de mono que te lo comes, pero tener una nieta me hace muchísima ilusión… Creo que es porque yo siempre había querido tener una hija y no pudo ser. Luego, mi hijo Marc también tuvo un chico, así que, con tres hijos y un nieto, la niña me hace una ilusión grandísima. ¡Tengo unas ganas de ponerle lacitos y todo rosa!
© Pepe Botella
© Pepe Botella—Estarás deseando comprarle ropa y peluches…
—Claro, lo que pasa es que aún es pronto, estoy esperando a que mi nuera lleve el embarazo un poco más avanzado para comprarle cositas.
—¿Cuándo está previsto que nazca?
—En verano, a últimos de junio. Estamos todos muy contentos, tanto por nuestra parte como por la de la familia de mi nuera. Es una bonita noticia.
“¡Tengo unas ganas de ponerle lacitos! Me hace una ilusión tremenda que sea una niña, porque yo siempre había querido tener una hija y no pudo ser”
—A tu madre le hubiera encantado también.
—Fíjate qué noticia hubiera sido para mi madre, aunque la pobre no se hubiera enterado mucho, pero sí, habría sido muy bonito.
—Y tu hijo Yelko, ¿cómo ha recibido la noticia?
—Está pletórico también. Él siempre decía que no estaba preparado para ser padre… y yo, hace muchísimos años, dije que Yelko tendría una niña. Y efectivamente se va a cumplir.
—¿Por qué decías eso?
—No sé, yo tenía esa intuición de que él, cuando fuera padre, tendría una niña.
—Yelko es el único de tus tres hijos que tiene tus mismos ojos. ¿Ya te imaginas a tu nieta con los ojos como los tuyos?
—Sí, además, la madre de Carmen tiene los ojos muy azules también, su padre los tenía igual, azules, así que la niña tiene muchas papeletas de tenerlos azules. La madre es muy guapa, así que yo creo que mi nieta va a ser un bombón.
© Pepe Botella—Siempre has demostrado ser una madraza. Pero ¿cómo es Norma como abuela?
—Yo adoro a mi nieto, como he dicho, y el tiempo que estoy con él es para pasármelo bien.
—¿Le consientes mucho?
—Bueno, sí, un poco. Mi hijo es un padrazo y tanto él como la madre siempre están pendientes de mi nieto. No me lo dejan tanto como a mí me gustaría, pero, cuando me lo dejan, procuro darle todo el cariño y pasarlo bien. La verdad es que es un niño muy bueno, buenísimo. Está muy bien educado. Y está muy ilusionado porque va a tener una primita.
—¿Dónde has celebrado la Navidad?
—En Segovia, con mi familia, muy tranquilos.
“Mi hijo Yelko siempre decía que no estaba preparado para ser padre, pero ya tiene treinta y cinco años, así que ya le tocaba. Está pletórico de felicidad”
—¿Ya te has mudado a tu casa de Segovia?
—Sí, ya me he venido a vivir aquí. Lo que pasa es que viajo muchísimo, no paro. Voy mucho a Palma, donde, como sabéis, tengo mi casa; también voy mucho a Suiza y a Alemania con Matthias. Hace unos días hemos estado de vacaciones en Jordania.
—¿Dónde pasarás Fin de Año?
—Me voy fuera, como siempre. Es una fecha, además, en la que los jóvenes están entre los jóvenes y yo estoy con mi pareja.
© Pepe Botella—¿Por qué vas a brindar este año?
—No debería brindar, porque ha sido un año muy duro para mí, con la pérdida de mi madre. Este año me quedará siempre marcado en el calendario, igual que el dos mil diez está marcado por la partida de mi hermana, Carla, este dos mil veintiuno estará marcado por la partida de mi madre. Pero también es un año feliz, porque al final he recibido una maravillosa noticia… Voy a brindar, principalmente, porque tengamos salud, porque tal y como están las cosas, hay que tomárselo muy en serio. Ha sido un año muy duro para todo el mundo. Lo terminamos fatal con la Covid, peor que lo empezamos, hay que tener mucho cuidado, hay que mantenerse muy serios. Yo estoy muy concienciada con este tema. Ya me he puesto la vacuna otra vez, pero tenemos que tener mucha precaución.
—Bien lo sabes tú, que estuviste ingresada por la Covid. ¿En tu familia están todos bien?
—Mis hijos están bien, mis sobrinas, Andrea y Paula, están bien…, todos estamos bien, afortunadamente.
© Pepe Botella—Lo único, que en estas fiestas te ha faltado tu madre y la habrás echado mucho de menos.
—Sí, este año ha sido agridulce, porque son las primeras Navidades que paso sin mi madre y, aunque estaba malita, estábamos siempre con ella… Pero es ley de vida. Vamos pasando. Todos. Yo, a partir de ahora, todo lo que viva es un regalo. Cuando echo la vista atrás y veo todas las etapas que he tenido y veo mi infancia y mi adolescencia tan lejanas, empiezo a pensar que en realidad es que he vivido mucho.
—Bueno, tienes sesenta y cinco años y estás tan estupenda como siempre.
—Yo me encuentro muy bien, estoy muy sana y sí, me encuentro estupenda, así que lo que quiero es disfrutar la vida, porque ya he pasado bastantes penas. Eso sí, siempre acompañada, con las personas en mi corazón, eso no se me va a ir nunca: mis padres, mi hermana, todos están en mi corazón.
© Víctor Cucart‘Matthias y yo tenemos una armonía familiar muy bonita’
—El año que viene, además de un bautizo, ¿puede que haya una boda en la familia? ¿La tuya con Matthias?
—Bueno, yo ya he dicho que cuando cambie mi estado civil ya lo sabréis (ríe). Matthias y yo estamos muy bien, llevamos ya doce años juntos, que es mucho tiempo. Tenemos una relación muy asentada. Yo me llevo muy bien con sus hijos y ellos, con los míos y tenemos una armonía familiar muy bonita. Eso es fantástico, porque para que una pareja sea feliz, si anteriormente ha tenido hijos, tiene que haber una buena armonía entre las familias, y eso nosotros lo tenemos.
—¿Tal vez será antes la boda de Yelko y Carmen? Ahora que van a ser padres, ¿a ti te gustaría que se casaran?
—A mí me da igual, en el sentido de que yo me casé cuando mis dos hijos mayores tenían ya nueve y ocho años. Es algo que ya decidirán ellos llegado el momento. Yo respeto la vida de mis hijos, ellos han respetado la mía siempre, así que lo que ellos decidan para mí está bien.
—Lo importante es que se quieren, ¿no?
—Ellos se quieren un montón y están felices. Aunque les va a cambiar la vida porque ser padres no es algo fácil, hay que ir aprendiendo poco a poco. Yo ya he pasado por esa fase y ahora lo que tengo que hacer es tener a mis nietos para disfrutarlos.
—Y eso que tampoco has bajado el ritmo de trabajo…
—Sí, la verdad es que he tenido un año con mucho trabajo. He grabado El Desafío, he intervenido en varios programas de Lazos de sangre… He estado bastante activa. Y este año que entra se presenta también bastante movidito. Sigo con mis campañas de publicidad, con Punto Roma, con Mysoft… y estoy contenta. Aunque me ofrecen proyectos de teatro, no tengo ganas. No, el teatro ya se acabó para mí, no tengo ganas de volver a hacer ese sacrificio tan grande, ya lo he hecho muchos años. Todo tiene su tiempo y su momento.
—¿Qué nombre te gustaría para tu nieta?
—Yo no soy quien para decirlo… Hasta ahí puedo leer (ríe de nuevo).
