María Atalanta de Vilallonga, nieta de José Luis de Vilallonga, aristócrata y escritor, ha hecho historia en la nobleza española. La hija de John de Vilallonga Scott-Ellis, el primogénito del también biógrafo del rey Juan Carlos y su primera esposa, la aristócrata inglesa Priscilla Scott-Ellis, solicitó en 2016 la sucesión en el marquesado de Castellmeyá, un título que llevó su tía abuela, María Antonia de Vilallonga, hermana de su abuelo, hasta su muerte en 2013. Un reconocimiento que forma parte de la familia desde el siglo XVIII cuando fue concedido por el rey Felipe V a un antepasado, Francisco Junyent y Marimón, por evitar, en 1704, el desembarco del archiduque Carlos de Austria en Barcelona durante la Guerra de Sucesión.
Sin embargo, María Atalanta, de 35 años, podría terminar con esta tradición. Tras solicitar el título, la joven fue reconocida con él en 2017. Pero, desde entonces, aunque suene incongruente, no ha procedido al pago de los correspondientes impuestos derivados de la expedición de la Real Carta de Sucesión. Por tanto, una vez expirado el plazo legal, el Ministerio de Justicia ha dejado sin efecto la sucesión. María Atalanta no ha sido ni parece que será marquesa. “Es algo muy poco común. No ha sucedido nada parecido en los últimos años. En los 80, se anularon una serie de títulos cubanos, que se ve que les ha pillado por medio la Revolución y no pudieron pagar”, explican desde la Diputación de la Grandeza.
Ahora existe la duda de si el marquesado de Castellmeyá queda, además de anulado, también caducado. “Según se interprete, todavía existiría posibilidad de que alguien con derechos sobre él pudiera solicitarlo, aunque técnicamente ya han pasado los cinco años de margen legal para suceder. En este caso, la anterior marquesa, María Antonia, murió en 2013, es decir hace nueve años”, prosiguen desde este organismo nobiliario, desde arrojan luz a un caso, al menos, peculiar e inédito durante los últimos años.
Una gran desconocida
La nieta de José Luis de Villalonga es una gran desconocida para el gran público. Ha residido junto a sus padres en Verneul-en-Bourbonnais, una pequeña villa francesa de 180 habitantes, aunque desde hace un tiempo vive en París, donde se dedica a la actividad jurídica. No existen imágenes de María Atalanta con su abuelo. Las relaciones de John de Vilallonga con su padre nunca fueron buenas. “Mi hijo Johnny era un niño francamente antipático que me tomó aversión desde el principio, por lo que tuve que renunciar a cogerle en mis brazos. Era un niño antipático, hosco y miedoso. Muy pronto y casi sin darme cuenta dejé de interesarme por él”, dijo el literato, fallecido en 2007 a los 87 años, en sus memorias.
La falta de sintonía se evidenció cuando José Luis de Vilallonga quiso que su primogénito no heredara el marquesado de Castellbell, algo que finalmente no sucedió: John es marqués desde 2008. A las palabras del padre, siguieron las del hijo en su libro, ‘ Vilallonga, mi padre’: “Siempre he proclamado alto y claro mi amor por mi padre pero también mi negativa a besar el suelo que pisa, a adularlo como lo que no es: un ser superior con derecho a todo, sobre todo a escupir sobre este gusano que se arrastra a su alrededor”, escribió John. Unas complicadas relaciones familiares que de nuevo cobran actualidad con el curioso caso del marquesado de Castellmeyá que María Atalanta de Vilallonga ha dejado escapar.