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Cuando en junio de 2020 Mila Ximénez anunció en directo que padecía cáncer de pulmón, la inmensa entereza que mostró llenó de ánimo, energía y optimismo a sus compañeros de Sálvame, programa en el que estuvo durante una década. La periodista habló siempre con franqueza de su enfermedad y tenía la certeza de que iba a recuperarse, de que todo iba a quedar en una complicada etapa que dejaría atrás. Incluso sacó fuerzas para compaginar el tratamiento con el trabajo durante algún tiempo. Por eso su fallecimiento doce meses después de conocer el diagnóstico fue un enorme mazazo para sus amigos televisivos. El 23 de junio de 2021 la familia que había formado en la pequeña pantalla vivió "el día más triste de nuestra historia" al tener que decir adiós a una mujer única. Y es que, como decía su hija Alba Santana, "no habrá otra igual, para lo bueno y para lo malo".
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Desde los presentadores del citado espacio a los colaboradores y las personas que trabajan tras las cámaras, todos los que forman parte del engranaje de Sálvame guardan inmejorables recuerdos al lado de Mila tras una década formando parte del mismo equipo. Su arrolladora peronalidad caló hondo en todos ellos y así lo demuestra el hecho de que no dejan de rendirle homenaje, a veces de forma expresa y otras con pequeños gestos llenos de significado. En noviembre, por ejemplo, durante la gran fiesta de cumpleaños que organizó Belén Esteban en una discoteca de Madrid, tanto la anfitriona como sus invitados hicieron un brindis mientras levantaban sus miradas al cielo en clara referencia a la periodista. Días antes era Kiko Hernández el que abría su álbum personal y decía nostálgico: "Qué daría por que todo fuera como antes. Qué daría por volver a abrazarte. Qué daría por que nunca dejes de mirarme. Qué daría si pudiera besarte. No te olvido amiga". Precisamente Belén y Kiko tienen en sus casas un pañuelo y un cuadro, respectivamente, que Mila quiso que les entregaran tras fallecer.
El coraje, la fuerza y la valentía que mostró la periodista en los momentos más difíciles de su vida supone para sus compañeros un gran ejemplo. Su recuerdo sigue estando muy presente cada tarde en el plató, que ha sido rebautizado con su nombre y que incluye un mural con la cara de la inolvidable colaboradora, que lo pisó por última vez el 10 de marzo. En esa intervención vilvió a mostrarse guerrera y se lo pasó en grande gracias a la intervención del imitador Josep Ferré. Ahora cada vez que los colaboradores acuden a trabajar sienten que su amiga sigue permaneciendo a su lado igual que en esos años en los que tantas confidencias, risas y también disputas compartieron. Además, ellos mismos contaban con nostalgia pero sonriendo que, en su tiempo libre, Mila les enviaba notas de voz en las que quedaba reflejado su carácter espontáneo, directo y muy divertido. Era una mujer sin dobleces, directa, sincera y muy humana.
Mila, que estuvo casada con el extenista Manolo Santana, comenzó a tener compañeros que poco a poco se convirtieron en amigos y pasaron a ser finalmente parte de la familia. Se volcaron en ella durante su enfermedad, animándola, acompañándola al hospital durante sus pruebas y tratamientos. "Que sepáis cuánto os quería, cuántas risas le habéis dado, y aunque le gustaba quejarse mucho, yo tenía siempre clarísimo que sois su otra familia y al estar lejos me reconfortaba saber la compañía y lo que estabais con ella", decía Alba Santana a todo el equipo de Sálvame, que hizo piña con los Ximénez en la despedida de la periodista. Los buenos recuerdos son una ayuda a sobreponerse y a seguir adelante con ese ánimo que la propia Mila transmitió hasta el último momento.
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