Cuando todavía hablar de salud mental era algo inimaginable, Angy Fernández dio un paso al frente para desvelar que sufría depresión. Lo hizo hace ahora ya tres años, a través de sus redes sociales, y sus confesiones no dejaron indiferente a nadie. “Me empezaron a llamar de todos lados, a escribirme para preguntarme cómo estaba… yo les decía que cada vez estaba mejor, pero me encontré titulares superalarmistas”, nos cuenta.
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Aquellos titulares, nos confiesa, le asustaron. Pero todo ha cambiado mucho desde entonces. La pandemia ha causado un gran impacto en la salud mental, y cada vez son más los jóvenes y adultos que admiten haber sentido ansiedad o sufrir esa enfermedad ‘silenciosa’, la depresión, en este tiempo. Incluso se ha convertido en objeto de debate público.
El reciente fallecimiento de Verónica Forqué, quien reveló haber sufrido varias depresiones en los últimos años, ha causado un gran impacto en la sociedad española. También en la propia Angy, que la conoció y llegó a trabajar con ella.
La actriz está muy comprometida con todo lo relativo a la salud mental, y la última prueba de ello es su participación en la serie documental No es depre, es depresión , dirigida por Guillermo Martínez, quien también conoce esta enfermedad de cerca, dado que su madre tiene depresión crónica. “Este documental surge porque me ha costado mucho entender la depresión, como a la mayoría de la gente”, nos desvela. “Pensé que sería muy útil tanto para los que están pasando la enfermedad como para los que tenemos alguien cerca con esta patología que sigue siendo tabú”.
- Hace apenas unos días, conocimos la triste noticia de la muerte de Verónica Forqué, que fue hallada sin vida en su domicilio de Madrid. Ella había confesado que había sufrido varias depresiones a lo largo de su vida. No sé si llegaste a conocerla…
- Sí. El momento en que la conocí yo estaba padeciendo depresión y aún no lo sabía (estaba empezando). Me encontraba haciendo mi primera película, que se llamaba ‘Ali’. Era la amiga de Nadia de Santiago, hacía un personaje chiquitito, pero tuve la suerte de coincidir con ella en el rodaje, un día entero, y en otro momento. Fue un amor, hablamos mucho, me notó decaída y me recomendó un médico… Ella estuvo superatenta, además estaba agradable con todo el equipo… No sé, todo lo contrario de lo que se vio en MasterChef. De hecho, yo la vi y me hacían gracia algunas cosas, después veía que su ánimo, de repente, cambiaba y sufría… Y noté que algo no estaba bien. No era la Verónica que yo conocí (tampoco la conocí profundamente, por lo que no puedo juzgar y hablar tanto de ella). Yo sólo sé que la admiraba muchísimo, que estoy bastante tocada. Así que, si yo estoy así, imagínate los más allegados. Ha sido una gran pérdida. Qué pena que tenga que pasar esto para que se hable de la salud mental y se hable más del suicidio. Tenemos que quedarnos con el legado que nos ha dejado de amor, de risas… Y pensemos dos veces antes de escribir un comentario de una persona por redes sociales o a la hora de decir algo a la cara. Es muy importante pensar en el otro porque no sabes con lo que está lidiando.
- ¿Cómo te animaste a participar en la serie documental No es depre, es depresión?
- Al haber hablado de la depresión y la época mala que tuve, contactaron conmigo. Los astros se alinearon un poco, ya que al principio me daba un poco de miedo volver a hablar del tema. No porque me cueste, sino por los medios de comunicación. En cuanto hablé de ello abiertamente, de repente, empezaron a salir mogollón de noticias, me contactaron de un montón de sitios para que hablara de esto, y me sentí un poco abrumada… No avergonzada, simplemente, que tenía miedo de que se me fuera a reconocer más por la enfermedad que he tenido que por todo mi trabajo. Sobre todo, cuando ya no debería ser tan alarmista el titular de ‘Angy ha tenido depresión’ porque es algo como muy común. Pero no se ha normalizado hasta ahora, que parece que poco a poco lo vamos haciendo. Se me hizo un poco cuesta arriba y me planteé si había hecho bien. Mucha gente me escribió para darme las gracias y lo sigue haciendo hoy en día… Si he ayudado a alguien, yo, feliz.
“Admiraba muchísimo a Verónica Forqué. Estoy bastante tocada. Ha sido una gran pérdida. Qué pena que tenga que pasar esto para que se hable de la salud mental”
- Cada vez estás más involucrada con iniciativas sobre la salud mental. ¿Te planteas seguir haciéndolo?
- Todo lo que pueda hacer para ayudar a la gente, lo haré. También es cierto que tampoco puedo olvidarme de mí. Yo sigo yendo a terapia y lidiando con cosas. Al final, mi profesión es inestable. Ahora tengo la suerte de estar en un musical, pero, cuando acabe… Nunca sabes qué es lo que va a haber después. Ser actor requiere de una estabilidad emocional que cuesta mantener, después de la pandemia que hemos vivido, del aumento de casos… Está todo el mundo como un poco desesperado, y lo entiendo perfectamente. Yo no soy psicóloga, pero si puedo ayudar a alguien, darle mi opinión y dar un poco de voz a esa enfermedad y a la ansiedad, evidentemente lo haré. Igual que estoy involucrada con los animales. Me contactan de un montón de santuarios o de ONGs para ver si puedo poner mi cara y ni me lo pienso. Es algo en lo que creo firmemente.
- Dices que sigues yendo a terapia. ¿Crees que va siendo hora de que lo normalicemos tanto como, por ejemplo ir al dentista?
- Por supuesto. Yo estoy alucinando. La pandemia está haciendo que gente que nunca ha ido a terapia, vaya. Yo conozco muchas personas que me han dicho que antes no se atrevían, que no les apetecía remover cosas íntimas (porque es verdad que, al final, hablas de cosas pasadas que no es agradable recordar a veces). Aun así, está bien enfrentarse a eso para poder curarlo porque todos hemos pasado por cosas en la vida que hay que enfrentarlas. Y, al final, yendo a terapia, las afrontamos con una persona que no es ni una amiga ni un familiar, pero sí alguien que trabaja para darte herramientas y que tú puedas seguir adelante. Yo siempre he creído que hay que normalizarlo, como si fuera a hacerme un análisis o tuviese anginas…
Lo que creo que se está normalizando más es ir al psicólogo. Lo que cuesta más es ir al psiquiatra. Es una palabra fuerte porque al final estamos hablando de un doctor, un médico, que a veces te receta medicamentos, por lo que la gente le tiene mucho miedo. A mí me sigue dando un poco de cosa decir: ‘voy al psiquiatra’. Pero, bueno, fue lo que contó Dani Martín en El hormiguero . Él confesó que va cada semana, y me alegro mucho por él y que lo haya dicho. Espero que se normalice más, pero también es cierto que, por ir al psiquiatra no creo que debamos olvidar el psicólogo. En mi caso, al menos, lo mejor fue ir al psiquiatra y combinarlo con una terapia, que es lo principal.
“Para mí era impensable faltar a trabajar porque estuviera triste, no me parecía normal. Sin embargo, en algunas ocasiones hay que parar, lo necesitamos”
- Hablaste por primera vez de la depresión hace tres años. De algún modo, abriste el camino a otros artistas y caras conocidas, como Dani Martín o Ángel Martín, que acaba de escribir un libro a raíz de un brote psicótico que sufrió hace años.
- Yo me atreví por Instagram, pero atreverse a contarlo en un libro o en una entrevista en prime time como hicieron ellos… Hay muchos tabúes sobre esquizofrenia, bipolaridad, depresión… todo lo que tiene que ver con enfermedades mentales. Cuando vi a Ángel Martín fue como un alivio ver gente que es tan valiente de compartir ese episodio tan fuerte que él ha vivido.
A mí, cuando lo conté, me empezaron a llamar de todos lados, a escribirme para preguntarme cómo estaba… yo les decía que cada vez estaba mejor, pero me encontraba titulares tan alarmistas como ‘Angy sufre depresión’. Desde aquella, los titulares me dan mucho miedo. Mucha gente me escribió para darme las gracias y otros para pedirme ayuda. Yo no quería crear eso, sino un poco de esperanza para gente que está en una depresión. No sé, por dar un poco de ánimo y lo hice también como una forma de justificar el que yo me sintiera culpable por no haber desempeñado bien mi trabajo. Pero, vamos, yo nunca he dejado de trabajar incluso estando mal. A veces creo que, quizá, tendría que haber parado y me hubiera curado antes. Bueno… Al final, decidí seguir porque no quería faltar al trabajo. Me evadía y era mi sueño estar donde estaba. Para mí era impensable faltar a trabajar porque estuviera triste, no me parecía normal. Sin embargo, en algunas ocasiones hay que parar, lo necesitamos.
- En el documental también cuentas que, cuando mejor te iba profesionalmente, explotó todo. A ti te coincidió con la serie Física o química, que tuvo un gran éxito en en nuestro país… ¿Piensas que a los actores os faltan ‘herramientas’, ‘recursos’ para aprender a gestionar la fama?
- No sé si se están empezando a dar recursos ahora, pero no lo creo. Claro que no te dan un manual y menos con la edad que tenía, 16 años. De repente, sales en un programa de televisión, la gente te empieza a conocer, cambia tu vida, te mudas de ciudad (yo vivía en Mallorca y me fui a Madrid), dejas atrás a tus amigas de toda la vida… Al final, te tienes que hacer adulto a la fuerza, ¿no? Lo que yo creo que me pasó es que todos pasamos cosas en nuestra infancia y en nuestra vida que tienen que salir, y cuando empiezas con una vida tan acelerada, sucede. También se me juntó que aquella época estaba en un musical, lo cual para mí era un sueño. Salía de rodar la serie, me iba al musical, volvía a casa… y al día siguiente, otra vez a rodar. No tenía ni un día libre. Yo pensaba que podía con todo, y de la noche a la mañana, me diagnosticaron una enfermedad celíaca porque me empezaba a sentar todo mal. Comencé a tener ansiedad, que no había tenido en mi vida. Y, a parte, estaba en una relación tóxica, que no era de amor. Eso destapó lo que tenía que salir en un momento. Con esa edad no sabes cómo gestionarlo. Mi madre me intentaba ayudar como podía… Me llevaron al psicólogo y ahí empecé a ver lo que me pasaba.
“A veces creo que, quizá, tendría que haber parado y me hubiera curado antes”
- Me imagino que, en estos casos, el entorno juega un papel muy importante.
- Yo tengo a mi familia lejos. Mi madre estuvo viviendo conmigo un tiempo, después, se cogió un piso cerca de mí porque no me quería dejar sola. Dejó de trabajar hace ya años, se centró en ayudarme. También estuve viviendo con un amigo… Ya te digo, no estaba constantemente mal, pero yo soy bastante alegre, siempre estoy de broma y estaba bastante baja de energía, triste… Y la gente que te conoce alucina al verte así. Pero a veces no se puede hacer más que estar al lado y esperar a que la persona reaccione, y dé el paso de querer ir a terapia (porque no todo el mundo tiene).
- ¿Alguna vez te sentiste juzgada?
- Sí, por supuesto. A mí me han dicho ‘Te quejas mucho’ o ‘Nos alejamos de ti porque eres una nube negra’. A mí me han dicho de todo. Hay quien no lo dice con mala intención, simplemente te piden que no estés mal, pero no es tan fácil intentar salir de la cama, de la casa… Cuando te dicen estas cosas (haz cosas que te motivan), es como: yo quiero, pero no soy capaz, no tengo fuerza. Cada uno tiene sus tiempos, ¿sabes?
También estamos rodeados de todos estos mensajes positivos por todas partes. En las agendas, en las tazas… ‘Hoy va a ser un gran día’. Pues sí, pero también puede que no. Tampoco creo que sea malo tener ese tipo de frases, pero tenemos que comprender que si no puede ser, no puede ser. No hay que martirizarse.
- ¿Cuándo te diste cuenta de que algo no iba bien?
- Que se alargara ya tanto en el tiempo, que me afectara al estómago, que tuviese dolores de cabeza, que no sólo me sintiera triste… fue como un cúmulo de cosas. Hay gente que se siente triste y a lo mejor no lo somatiza, pero esto suele venir acompañado de dolencias físicas, no sólo mentales. Yo me agoté, me cansé de encontrarme mal, de que me sentase mal la comida, de que no tuviese ganas de salir… Pero sobre todo, de ver que la gente a tu alrededor sufre más por ti. Es importante tener a alguien que te ayude.
- ¿Echas de menos que haya más medios disponibles para tratarlo?
- He tenido la suerte de que, gracias a mi trabajo, he podido mantenerme bien y he podido pagarme un psicólogo y psiquiatra privado, pero a mí me escribe gente todos los días contándome que hasta dentro de dos meses no les dan cita en la sanidad pública. Que han ido a decir que se encuentran fatal, que están tristes todo el rato… y lo que hacen es mandarles un diazepam. No digo que todos los médicos de la sanidad pública sean así, para nada, también he recibido comentarios positivos. Sin embargo, la mayoría hablan de largas esperas para que te den cita porque no hay muchos médicos en el ámbito de la seguridad social dedicados a la mente. Te remiten a tu médico de cabecera, este te manda a un psicólogo que a lo mejor te tarda un montón, y hay gente que está muy mal y necesitan que la vean con urgencia. Desde aquí pido que, por favor, se destinen más recursos. La gente necesita más terapeutas. Que no se olviden de la gente más vulnerable, que no tiene tantos recursos para poder pagárselo por privado. Los que hemos salido también hemos tenido la suerte de poder pagárnoslo.
“A mí me han dicho ‘Te quejas mucho’ o ‘Nos alejamos de ti porque eres una nube negra’. A mí me han dicho de todo (...) Ahora me encuentro bien. Sigo yendo a terapia”
- ¿Y ahora cómo te encuentras?
- Me encuentro bien. Sigo yendo a terapia. Claro que todavía hay momentos de más ansiedad porque se te juntan varias cosas. Estoy agradecida porque, además del documental, acabo de sacar una serie para RTVE, Yrreal, que es un proyecto. Un sueño hecho realidad. Pero se me ha juntado la promo, el teatro (está protagonizando el musical Kinky Boots)… estoy como muy cansada. Ver las noticias, que los casos de Covid aumentan… me entristece. Empatizo mucho, quiero ayudar y no sé cómo. Soy muy sensible, tengo tendencia a que me afecten mucho las cosas. Gracias a la terapia tengo herramientas para gestionar mis movidas y ahí estamos. Seguimos luchando y trabajando.