Hablar de Valentina Suárez-Zuloaga es hablar de una sensibilidad especial para el arte. Y no solo porque sea tataranieta del pintor Ignacio Zuloaga. Esta empresaria, de veintiocho años, y su elegantísima madre, Margarita Ruyra de Andrade —también directora de la Fundación Zuloaga—, han fundado Es Fascinante, que es más que una tienda online de moda lenta y complementos, con espacio para artesanía decorativa y un sello made in Spain. “Es una comunidad de cooperación, dedicada a poner en valor la creatividad hecha en España, especialmente la desarrollada por pequeñas y medianas empresas”, nos explica Valentina. Lo hace desde su casa de Madrid, donde posa para ¡HOLA! con su madre y su hija, Valentinita, de tres meses, fruto de su matrimonio con el financiero Manuel de Lacalle. Son tres generaciones envueltas por el arte y la moda.
—¿Cuál es vuestra filosofía?
MARGARITA.—“Atreverse, atreverse, atreverse, estilo, estilo, estilo, sobre todo, estilo”. Eso escribió el pintor Zuloaga. Innovar continuamente y mantener una línea propia que los demás reconozcan como original y nuestra.
VALENTINA.—Mi madre siempre dice que me atreva con todo. Creo que nos distinguimos por cómo mezclamos estilos: diseñadores consolidados y emergentes, diseños contemporáneos y clásicos… Para nosotros, lo relevante es que transmita carácter y resulte atemporal. Lo efímero no nos interesa.
—¿Cómo surgió vuestro proyecto?
M.—Un día me llamó Valentina, cuando trabajaba en Londres, comentándome la ínfima notoriedad de las marcas españolas “de autor”. Ni las actrices españolas las lucen en las alfombras rojas. España es el único país importante donde las actrices visten, sobre todo, de moda extranjera. No entiendo ese complejo de inferioridad. Por eso, desde la Fundación Zuloaga llevábamos una década promoviendo lo artesanal y lo local mediante la plataforma digital de España Fascinante.
La clave de su éxito
—¿Y trabajar madre e hija?
M.—Trabajar con mi hija es un premio. Valentina lidera y lleva el día a día muy bien. Yo hago observaciones. Dedico bastante tiempo al cool hunting y busco creadores. Cuando me necesita, ahí estoy.
V.—Nos divertimos imaginando posibilidades a diario. La actividad principal de mi madre son las exposiciones de la colección Zuloaga. Por su gran gusto y cultura, sus propuestas son una clave de nuestro éxito.
Valentina es amiga de Sofía Palazuelo, Sassa de Osma y Tamara Falcó, de quienes destaca: “Son inteligentes, elegantes y saben estar en cada sitio”
—Antes cumplirse dos años de Es Fascinante, estalló la pandemia…
V.—Firmamos el contrato de nuestro espacio —en el número veintidós de la madrileña calle de Conde Aranda— en mayo de dos mil veinte, que fue una apuesta económica muy fuerte. Imagínate…
M.—Fue muy arriesgada, pero confiamos en nuestras marcas y nuestra capacidad de trasladar ese carácter a los clientes. Cuando hay menos dinero, la gente compra pensando en la calidad, singularidad y usabilidad a largo plazo.
—Valentina, también te quedaste embarazada poco después.
V.—Tenía planificado ser madre, pero Valentinita llegó antes de lo esperado. Es lo mejor que me ha pasado en la vida, aunque los primeros meses no están siendo fáciles. No he dejado de trabajar ni un día.
Sus inspiradoras amigas
—Tus amigas han sido madres: Sofía Palazuelo, Sassa de Osma, Isabel Entrecanales, Pino Gil de Biedma…
V.—Todas estamos en ese momento de nuestras vidas y me animan a meter moda de bebés, porque dicen que me lo van a comprar (ríe).
—Además de amigas, Sassa y Tamara Falcó son clientas y partners.
V.—Sí, en Es Fascinante vendemos Moi&Sass, la fascinante colección de bolsos que Sassa diseña con Moira. También la firma de Tamara, TFP. De esas relaciones profesionales han nacido nuestras amistades.
Valentina reconoce que, durante su etapa escolar, le llamaba la atención que mencionasen a su tatarabuelo Ignacio Zuloaga en clase
—¿Y en el caso de Sofía Palazuelo?
V.—Somos amigas desde pequeñas. Nuestras madres son muy amigas.
—Margarita, ¿cómo nace tu amistad con Ágatha Ruiz de la Prada?
M.—Sí, fue compañera de clase de mi marido. Tiene una gran personalidad. Es muy creativa, leal, valiente y supercariñosa.
—¿Cuáles son vuestras referencias de estilo?
V.—Mi madre me parece la más elegante. Y Sofía Palazuelo lleva lo que conviene en cada situación. En general, todas mis amigas. Me encanta apoyarlas en sus elecciones. También Laura Vecino tiene mucho estilo.
M.—Cuando era más joven, me gustaba Carolina de Mónaco. Luego, Inès de la Fressange y Emmanuelle Alt, directora de Vogue Francia. Pero quien se lleva la palma es Marella Agnelli, la más elegante. Jackie Kennedy también me ha resultado inspiradora, de joven y de mayor.
—Sofía, Tamara y Sassa también serán una fuente de inspiración.
V.—Sí. Son inteligentes, elegantes y saben estar en cada sitio.
—Doña Letizia también es clienta. ¿Cómo llegó a Es Fascinante?
V.—Su estilista —Eva Fernández— nos sigue, comparte valores con nosotras. Se interesó en varios diseños de Leyre Doueil y Modesto Lomba y uno le encajó. Siendo parte de una familia vasca que ha conocido lo que es la violencia, me resultó muy emocionante ver a la Reina en Vitoria-Gasteiz, inaugurando el Memorial de Víctimas del Terrorismo, y con un diseño vasco de nuestra comunidad.
“Trato de ser tan visionaria y atrevida como él. Y tan trabajadora. Si no te apasiona el trabajo, no triunfas”
—Aunque te dedicas a la moda, estudiaste Sociología y Comunicación.
V.—Siempre me interesó el e-commerce y la sociología que hay detrás: por qué la gente consume qué cosas… Y según el país… Luego, vi que eso iba a más. Cuando tenía dieciséis años, mi madre me dijo paseando por Londres: «Ahí están las oficinas de Kering Group —grupo de varias marcas de lujo—. Tienes que trabajar ahí». Envié como una decena de aplicaciones y, al final, me contrataron. Ser muy pesada funcionó (ríe).
—¿Y tú, Margarita?
M.—Nunca había trabajado en moda, pero siempre me ha interesado. Con dieciséis, ya me aprendía de memoria y guardaba los ¡HOLA! Colección. Era la ventana hacia la moda internacional, con fotos muy buenas. Analizaba los looks y seguía a los creadores. Luego, decidí ir por otros campos. Soy abogada empresarial, por ICADE. Después me doctoré en Económicas con una tesis sobre financiación de museos. Cuando vi en Estados Unidos cómo se trabaja en sus museos, decidí traer algo de su modernidad a España. Tras fundar la Asociación Española de Museólogos con compañeras de máster y la revista Museología, que dirigí durante una década, puse en marcha la Fundación Zuloaga, dedicada a la promoción de lo pequeño, lo local… Creo que eso influyó en la idea de mi hija de darle a la moda un tono artístico y un ideario trascendente.
‘Aprendiendo de los antepasados’
—El arte os viene de familia, es una realidad.
V.—El bisabuelo de mi tatarabuelo Blas Zuloaga, armero de Su Majestad —Fernando VII— a comienzos del siglo XIX, fue quien comenzó la colección Zuloaga. Y las siguientes tres generaciones fueron artistas y coleccionistas. A base de sacrificio, nuestra colección ha sobrevivido a guerras y particiones de herencias. Desde pequeños, mis padres se han encargado de inculcarnos el aprecio por el arte, aunque, a veces, por tenerlo tan cerca, no eres del todo consciente.
—Valentina, ¿cuándo tuviste conciencia de la importancia de tu tatarabuelo Ignacio Zuloaga en el arte?
V.—Poco a poco, más a lo largo de los últimos ocho años. También estoy aprendiendo de sus antepasados. Por ejemplo, Eusebio Zuloaga, su abuelo, fue uno de los primeros españoles que ganó un premio internacional, en la primera Exposición Universal, en Londres, en mil ochocientos cincuenta y uno.
—Te resultaría llamativo que nombraran a tu tatarabuelo en clases de Historia del Arte.
V.—Así es. Lo que me sorprende es que no se cite a su padre y su abuelo, siendo los artistas decorativos más importantes del siglo XIX, reconocidos en el extranjero. Aquí no se valoran las artes decorativas. Por eso, ponemos en valor lo artesanal.
M.—Cuando ves que, a lo largo de las generaciones, se repite el valor de la excelencia, de la colaboración, de la forma cosmopolita y abierta de entender la estética, con fidelidad a las raíces… es señal de que es un buen camino. Lo que hacemos es renovar lo que funcionó para las generaciones anteriores. Hemos inculcado a nuestros hijos que hay que colaborar, con gente mejor que una misma, poner en valor las raíces… Ver lo de fuera, regresar y aportar a lo tuyo. Es nuestro lema familiar.
—Ignacio Zuloaga tuvo una vida apasionante: amigo de artistas como Rodin, Degas o Gauguin, e intelectuales como Gregorio Marañón, Miguel de Unamuno, Valle-Inclán, Ortega y Gasset…
M.—Incluso Isaac Albéniz le regaló un zortziko, su marcha nupcial. Se rodeó de personas muy valiosas y eso le ayudó a ser un artista mundial. Vivió durante cincuenta y cinco años en París, la capital del arte, conociendo todos los movimientos.
—Y compró la casa de Fuendetodos (Zaragoza) donde nació Goya. ¿La conserva la familia?
M.—Sí, aunque la gestiona la Diputación de Zaragoza. Él la restauró dos veces y construyó una escuela en el corral anexo, para que los niños de Fuendetodos estudiasen. Te voy a añadir dos curiosidades. Su bisabuelo conoció a Goya en el Palacio Real, donde ambos trabajaban. Tenemos varios Goyas en la colección. En septiembre de dos mil veintidós, inauguraremos una exposición de Goya-Zuloaga en el maravilloso palacio de La Lonja, en Zaragoza.