Sufrió bullying de pequeña por problemas de peso, se ha enfrentado a la vida desde todas las tallas y nunca le había preocupado subir dos hasta que rozó el límite. El “basta”» llegó de la mano de una analítica. Entonces, solo por una razón de salud, Vicky Martín Berrocal se puso en manos de profesionales y perdió 20 kilos. Ahora, anclada en su experiencia, se ha convertido en embajadora del movimiento internacional ‘Más grande que yo’, que intenta cambiar la percepción social que hay en torno a las personas que viven con sobrepeso y obesidad. La campaña la impulsan Novo Nordisk y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y la diseñadora le da voz y visibilidad: la obesidad es un problema de salud que va más allá de comer bien y hacer ejercicio. Hay que pedir ayuda a los especialistas.
—¿Has hecho locuras para bajar de peso?
—Claro que he hecho barbaridades, es toda una vida a régimen y, también, a dietas de perder muchísimo peso que le habían funcionado a tu prima o a un vecino. Pero no, lo que me vale a mí no te vale a ti, y el efecto rebote era brutal. Fue hace un año cuando me di cuenta de que aquello era un desastre y que no podía vivir así. Me costaba moverme, dormía mal y decidí ir a un especialista. Tenemos una vida y la tenemos que vivir de la mejor manera. Me siento bien cuando me cuido y quiero que la gente se quiera y se sienta bien, y recordarles eso, que tenemos una vida.
“Fue hace un año cuando me di cuenta de que no podía vivir así. Me costaba moverme, dormía mal y decidí ir a un especialista”
—Has ganado salud y has perdido veinte kilos. ¿Cómo lo has conseguido?
—Poniéndome en manos de profesionales que priorizan la salud y la calidad de vida por encima de la estética. No hay fórmulas mágicas, es algo tan básico como hacer ejercicio —ya no busco excusas para no hacer deporte, ahora lo tengo “agendado”, como ir al médico— y comer de manera equilibrada. Para otras enfermedades recurres al especialista, pero con la obesidad no lo haces.
—¿Significa mucho para ti ser la embajadora de ‘Más grande que yo’?
—Me hace ilusión porque es algo que he vivido y, ahora, puedo ser útil. ‘Más grande que yo’ es un movimiento que quiere concienciar y cambiar lo que entendemos por sobrepeso y obesidad. Hasta los cuarenta y ocho años, no he tenido la información de que es una enfermedad y que hay que tratarla como tal. Sigue siendo tabú, pero no tengo miedo a decir sobrepeso, obesidad. A lo que yo he padecido no le tengo miedo. A mí me han ayudado. Yo quiero ayudar. Pueden mirarse en mí, aquí estoy. Las personas que tienen este problema no tienen por qué sentirse solas y apartadas. Eso es lo que tenemos que cambiar y empiezo por decirte que no estás solo.
—¿Cómo es la Vicky de ahora?
—La misma Vicky de siempre, una mujer valiente que cree en sí misma y se involucra en proyectos, pero con una diferencia: me he dedicado tiempo, he pensado en mí y he aprendido a quererme más. Por primera vez en mi vida, siento que estoy sana.
—¿Marcó tu vida haber sufrido bullying en el colegio?
—En aquella época, hace ya casi cuarenta años, todo era diferente, pero la crueldad existía y claro que me han llamado gorda. Siempre he sido muy fuerte y nunca llegó a afectarme —mi abuela me decía: “Por un oído te entra y por el otro te sale”, y se me quedó grabado—, pero es una realidad que se sufre a la hora de salir, de trabajar y de conseguir sueños. La mujer es libre de hacer lo que quiera y he defendido cualquier talla, porque he tenido desde la treinta y ocho a la cuarenta y seis, pero lo que no voy a seguir defendiendo es no estar sano. No se trata de tener un cuerpo perfecto, es encontrar el peso ideal. Tienes que creer en ti y ser tu mayor fan.
“Soy la misma Vicky de siempre, pero con una diferencia: me he dedicado tiempo, he pensado en mí y he aprendido a quererme más”
—Con la Navidad a la vuelta de la esquina, ¿qué consejo darías a las personas con un problema de peso que no saben cómo atajarlo?
—Soy un ejemplo y hablo desde veinte kilos menos. Olvidaos de las dietas milagro, acudid a un especialista y seguid un criterio médico que garantice vuestra buena salud. Siempre hay pretextos para no tratarse y tenemos que empezar a cambiar. Es una enfermedad que vas dejando pasar…
—¿Cómo vas a pasar la Navidad?
—Vivo en Portugal, pero viajo para temas puntuales de trabajo y de familia, aunque mi hija, mi madre y mi hermana, vienen a verme mucho. También, mis amigos. Como yo me siento bien, ellos también se encuentran a gusto y, estas Navidades, nos vamos todos a Portugal. Pasaremos estas fechas con los hijos de João. Somos diez, es lo que nos ha tocado.
—Un recuerdo entrañable de alguna Navidad.
—Mis recuerdos entrañables están ligados a las personas que ya no están. Cualquier momento al lado de mi padre, que falleció en Navidad (en dos mil ocho), o de mi abuela… Todo es diferente ahora y, como tengo una hija de veintidós años, tampoco tengo que hacer el esfuerzo. Me gusta estar en familia y ser generosa todos los días del año, no solo en Navidad.
—Llevas tres años de relación con João Viegas Soares, ¿te gustaría volver a casarte?
—Siempre lo digo, me encantaría. Me gusta vestir a la mujer de blanco y me encantaría vestirme de blanco, porque creo que es una celebración del amor y eso me parece la bomba, aunque yo lo celebro todos los días. A mí me gusta celebrar la vida, todo… No sé lo que me deparará la vida, no sé si me espera una boda o no, vivo el día a día y, por el momento, soy feliz.
—¿Has fantaseado sobre dónde la celebrarías? ¿Sevilla?
—Son temas que se hablan, pero no sé. Tú te quieres casar en España y yo en Portugal, entonces, no va a ser ni para ti ni para mí. Pero, bueno, si me caso, me casaré donde yo diga.
—¿El vestido será de Vicky Martín Berrocal?
—Por supuesto, vestida de Victoria, sí o sí, aunque, probablemente, no me lo haría yo. Sé lo que me favorece y lo que no, pero no tengo claro si sería capaz de diseñar mi propio vestido de novia. Podría ayudar, claro, pero con alguien más involucrado en el proyecto.
—¿Alba tiene ganas de que te cases?
—No hablamos de eso. Vivimos el aquí y ahora.
—Dentro de poco es su cumpleaños, ¿tenéis pensado algo especial para celebrarlo?
—No, ella no es muy de celebrar, pero haremos algo, aunque sea una cena. No va a estar sola el día de su cumpleaños.
—¿Te tranquiliza saber que vive con tu hermana, Rocío?
—Claro que sí. Alba es muy madura, tiene una cabeza muy bien puesta y no ha dado problemas nunca, ni viviendo sola, pero, si me das a elegir, lo prefiero cien por cien. Se llevan muy bien, son muy divertidas y es un apoyo. La familia tiene que estar unida.
—¿Cómo es trabajar con Bertín Osborne? ¿Y como amigo?
—Admiraba su forma de hacer televisión y me identificaba con él porque era como hablar un mismo idioma. También soy espontánea, me encanta el sentido del humor y me río de mí misma… Pero nunca se me pasó por la cabeza trabajar con él hasta que, haciendo el programa Mi casa es la tuya, tuvimos un momento sofá mágico. Fue ahí cuando me dijo: “Tengo un proyecto en Canal Sur y quiero que estés conmigo”. Me puse muy feliz y ahora estamos con El show de Bertín, en Telemadrid y para llegar a todas las autonómicas. Realmente lo disfrutamos, somos muy cómplices, muy amigos y me gusta mucho trabajar con él. Soy la única chica Osborne del país.