El anticuario Jean-Marie Rossi, fallecido el pasado 5 de diciembre a los 91 años, ha sido despedido este viernes en una ceremonia íntima de la que no han trascendido los detalles. Todo apunta a que el lugar escogido ha sido la iglesia parisina de Saint François Xavier, tal y como indicó su hija en las palabras de despedida que le dedicó a su padre. Entre los amigos que han ido a arropar a su mujer Marie Grimaux y a sus hijos, Marella, Frederick (ambos fruto del matrimonio del anticuario con Barbara Hottinger) y Cynthia (nacida de su unión con Carmen Martínez Bordiú), se encontraba a modelo Inés Sastre que sentía un gran cariño por el anticuario y también está muy unida a su hija Marella.
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La cariñosa despedida de Marella Rossi a su padre
'A côté de toi' (A tu lado), escribía Inés junto a una fotografía que ha compartido con sus seguidores en la que aparece sonriente junto a la hija mayor de Jean-Marie Rossi en las Galeries Aveline que puso en marcha el anticuario hace seis décadas. La top española no se lo pensó dos veces cuando recibió la triste noticia y enseguida puso rumbo a la ciudad en la que vivió más de tres décadas. "Todo mi amor, ya llego", le dijo a Marella cuando comunicó a través de su perfil público la pérdida de su padre. Algunos amigos también han utilizado las redes sociales para comentar lo emotivo que fue el funeral.
Rossi se casó por tercera vez el 11 de diciembre de 1984 en Rueil-Malmaison (Altos del Sena) con Carmen Martínez-Bordiú, con quien fue padre por cuarta vez de una niña, Cynthia (nació en 1985). La vena artística de Jean-Marie ha tocado a sus hijas pues Marella ha seguido sus pasos en el ámbito de las antigüedades (trabajaba con su padre en el negocio familiar) y Cynthia, tras licenciarse en Derecho y Criminología, decidió volcarse en su pasión por la pintura. "Anticuario durante 66 años, apasionado del arte contemporáneo, al frente de una familia extraordinaria" detallaba su hija mayor a modo de despedida.
Los medios han recogido estos días los logros de Jean-Marie Rossi a quien ensalzaron como uno de los últimos grandes anticuarios de la capital francesa. "Fue uno de esos 'dinosaurios' profesionales que ya no existirá. De su generación, Didier Aaron, Bernard Steinitz, Michel Segoura, Jean Gismondi, Jacques Kugel, Michel Meyer, Philippe Kraemer, ya no existen. Seguirá siendo uno de los mejores, el más experto, el más atípico de su tiempo", destaca Le Figaro. De él halagan su talento "inclasificable" para las antigüedades, sus elevados "conocimientos" en la materia, así como "la forma poco convencional en la que ejercía su profesión". Lejos de ser "un simple comerciante que vende cajoneras de marquetería del siglo XVIII", apunta el diario, era un "comerciante autodidacta que ha construido un imperio de antigüedades en Place Beauvau". Le califican como un "descubridor" que "retrocedió a través de las edades hasta lo contemporáneo".