A sus treinta y dos años, Ana Boyer se encuentra viviendo unos días muy emotivos para ella. No sólo porque está esperando con ilusión la llegada de las Navidades, sino porque este mes está marcado por fechas muy especiales para la hija de Isabel Preysler. Por un lado, acaba de celebrar el cuarto aniversario de su boda con Fernando Verdasco. “¡Qué suerte seguir sumando años a tu lado!”, le escribió a su marido el 7 de este mes. Pero también será el próximo 21 de diciembre cuando el pequeño Mateo, su segundo hijo con el tenista, cumpla su primer añito.
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No es de extrañar que Ana irradiara máxima felicidad en la impresionante fiesta que ofreció Moët&Chandon en el Teatro Real de Madrid, donde tuvimos la ocasión de realizar su primera entrevista en dos años. Antes de brindar con ¡HOLA! –y posar junto a Nieves Álvarez, Álex González, Claudia Osborne y Pepe Barroso Silva–, la hija de Isabel Preysler se sinceró sobre la maternidad, las travesuras de su hijo Miki y los constantes viajes de su familia para acompañar a Fernando Verdasco en los torneos. Además, Ana nos habló de la gran etapa que disfruta su hermana Tamara Falcó al lado de Iñigo Onieva y de cómo se encuentra su madre tras la triste pérdida de su abuela Beba.
- ¿Qué recuerdos tienes de las Navidades?
- En mi casa, las pasábamos todos juntos, todos los hermanos. Siempre había muchos regalos, ponían canciones navideñas… Tengo un recuerdo increíble de todas las navidades y con mis hermanos Julio y Enrique, que eran los que revolucionaban todo.
- Supongo que son unas fechas más especiales desde que eres madre.
- Las Navidades, con niños pequeños y sin ellos, no tienen nada que ver. Los niños lo viven todo con tanta emoción e ilusión… Con niños pequeños, es lo más divertido del mundo.
- Además, el pequeño Mateo va a cumplir su primer año en unos días.
- Sí, el 21 de diciembre. Está empezando ahora a darse más cuenta de las cosas e interactúa más. Ya gatea.
- ¿Cómo es tu hijo mayor, Miguel? ¿Algo trasto?
- Es muy pillo, muy travieso.
- Será la alegría de toda la familia.
- Totalmente. Con cualquier trastada o cosa que hace, se muere de la risa todo el mundo. Ahora está en la época en la que le gusta ir con un spray de agua y mojar a todos por casa. Todo el mundo se muere de la risa. Y que conste que se lo ha regalado mi madre.
- ¿Y Mateo? ¿Se parece a su hermano en ese aspecto?
- De momento, el pequeño no es tan trasto. Es más tranquilo y más bueno que el mayor. Pero creo que se le acabará pegando (ríe).
- ¿Cómo ha recibido tu hijo Miguel a su hermanito, Mateo?
- Se llevan muy bien. Como pasan todo el día juntos, le tiene muchísimo cariño y le cuida bastante. De momento, no parece que tenga celos. No sé si cambiará, pero está encantado.
- ¿Cómo has vivido el pasar de un hijo a dos? ¿Notaste un cambio fuerte?
- Sí. Al principio, hubo un periodo de adaptación, que costó un poco. Te das cuenta de que uno tiene manos, pero, cuando empecé a coger a Mateo en brazos, Miguel corría. Hubo algunos momentos en los que me sentí sobrepasada, pero ya estamos acostumbrados.
- De toda tu familia, ¿quién interactúa y juega más con tus hijos?
- Mi madre. Mi madre y Tamara, que los ve un montón. Miguel está obsesionado con Tamara porque juegan muchísimo juntos. Ayer estaba por casa y Tamara le dijo: “Vamos a jugar a una gymkana. Vamos a pasar por un puente. Ahora hacemos un obstáculo…”. Claro, mi hijo está como loco… Metiéndose por debajo de los sofás y encantado.
- ¿Cómo ves a tu madre como abuela?
- A mi madre se le cae la baba. Tamara y yo nos miramos, porque a nosotras no nos dejaba hacer cosas así y se lo decimos. Todo lo que no nos ha dejado hacer a nosotros, se lo permite a los nietos.
- ¿Te la imaginabas así como abuela?
- La verdad es que no me lo había planteado, pero es que los niños son la alegría. Mi hijo está todo el día con ella y está encantada.
- Ahora estás en Madrid con tu familia, pero no paras de viajar. ¿Cómo lo gestionas y lo organizas todo?
- Tenemos a una persona que nos ayuda, que es fundamental. Si no, estaríamos totalmente sobrepasados. Al principio, era un poco más caótico, pero ahora tenemos los viajes de bien organizados... ¡que no sabes! (ríe). Tenemos una eficiencia con las maletas, con los controles de seguridad en aeropuertos… Lo hacemos con una rapidez que te sorprenderías (ríe).
- Tu marido, Fernando, está ahora asistiendo a los partidos de tenis en Madrid –es director de la Copa Davis–. ¿Tu hijo Miguel ya empieza a mostrar interés en la pelota?
- A Miguel le encanta. Está acostumbrado a ver a su padre con la pelota de tenis desde pequeño. Entonces, le parece normal, pero aplaude a su padre y le dice: “Vamos, papá”. Luego, tiene sus raquetitas pequeñas y, como ve a su padre jugar, él también está con la pelota todo el tiempo.
- ¿Y cómo encuentras a tu hermana Tamara, que atraviesa un gran momento personal?
- Ella está ahora estupenda, mejor que nunca. Feliz. Le está yendo muy bien en todo, tanto en el ámbito personal como en el trabajo. Creo que ahora mismo se la ve encantada y se le nota.
- ¿Cómo la ves con Iñigo?
- Está muy bien. Es lo que veis, porque ellos no esconden nada. Están felices y muy compenetrados.
- Además, Iñigo ha encajado muy bien en vuestra familia.
- Sí, sí. Totalmente. En mi familia y en el mundo de Tamara. Se compenetran genial. Por eso, les va tan bien.
- Estamos a punto de terminar el año y toca hacer balance. ¿Qué ha sido lo mejor de este 2021?
- La llegada de Mateo. Fue casi a principios de año, prácticamente. Y nos ha alegrado la vida completamente.
- Uno de los momentos más difíciles de este año ha sido la triste pérdida de tu abuela Beba.
- Sin duda alguna.
- ¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes de ella?
- Son tantos recuerdos… Era la mejor abuela, queridísima por todos. Como sabéis, vivía en casa de mi madre, así que estábamos muy unidos a ella y la veíamos todos los días. No se puede tener mejor de ella.
- ¿Y tu madre cómo se encuentra?
- Ha sido un palo durísimo para ella. La pérdida de una madre es algo que no se puede ni imaginar, encima estando tan unidas. Imagínate cómo es de duro.
- ¿Algún propósito para el nuevo año?
- No suelo ponerme muchos propósitos. Sólo pido que tengamos, sobre todo, salud. Eso es lo más importante.
- Estando en este evento de Moët&Chandon, ¿por qué brindas?
- Por mi familia.