Britney Spears ha puesto el punto y final a un calvario que ha durado demasiado. Trece años de “condena” que terminaban el 12 de noviembre de 2021, fecha que será recordada por marcar un nuevo punto de inflexión en su vida a sus 40 años. La intérprete veía su mayor esperanza hecha realidad cuando el tribunal decidió anular la tutela que su padre, Jamie Spears, ejercía sobre su vida y patrimonio desde 2008. Llegaba así el momento de dejar atrás una intensa lucha en la que la artista nunca estuvo sola pues, cuando se decidió a contar la verdad que se escondía tras las apariencias de una vida perfecta, la opinión pública se volcó unánime en su favor. Han sido años de angustia y un férreo control que incluso limitaba su libre albedrío en temas tan personales como el matrimonio o la maternidad. Britney es la mejor prueba de lo peligroso que puede ser el filo de la fama.
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Tocó fondo
Un comportamiento errático, polémicas actuaciones y la atención constante de los fans fueron los ingredientes del colapso de una de las artistas pop más reconocidas del panorama musical de los primeros años del siglo XXI. La Britney que fue chica Disney y buscaba su hueco en el mercado con una imagen más adulta y unas canciones más maduras no consiguió lidiar con la intensa presión que suponían las giras y el atractivo que generaba su personaje. El fracaso de su matrimonio con Kevin Federline y la pelea por la custodia de sus hijos tampoco ayudaron a la cantante que protagonizó su episodio más preocupante en 2007, cuando se enfrentó a los fotógrafos armada con un paraguas. Los intentos de tomarse un respiro y recuperar la tranquilidad en un centro de rehabilitación no dieron sus frutos y el juez tomó una drástica decisión: poner a su padre al mando.
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Su fortuna, su tratamiento médico, su carrera y todos los detalles de su existencia, hasta los más nimios como la opción de tomarse un café, quedaron bajo la lupa de un Jamie controlador y estricto. Así lo definió ella misma hace solo unos meses cuando se decidió por fin a contarlo su verdad. “No estoy contenta. No puedo dormir. Estoy enfadada y deprimida. Lloro todos los días” aseguraba en su primera comparecencia en un juzgado. Fue entonces cuando abrió las puertas de su particular infierno: jornadas interminables de ensayos, control de sus gastos, su alimentación, incluso su salud reproductiva estaba gestionada sin su consentimiento. Su desesperación llegó hasta tal punto que abandonó su pasión, la música, hasta no dejar de sentirse como una marioneta.
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Ese grito que había contenido durante años en la garganta estaba bloqueado por una justicia que le daba la espalda en cada proceso, reafirmando el papel de su progenitor en el entramado que se creó en la gestión de su patrimonio. Un nuevo abogado y la energía de los fans que crearon el movimiento Free Britney, además del debate que se generó en el Congreso de Estados Unidos sobre los límites éticos de las tutelas legales y el documental Framing Britney Spears, dieron alas a su caso. La artista volvió a acaparar los titulares casi como en sus momentos de mayor éxito artístico y poco a poco fue ganando sus batallas con la vista puesta en el triunfo final: lograr que su padre (y el resto de gestores que ella no hubiera designado) desapareciera de su vida, al menos, en el aspecto legal. Lo consiguió pues, quizá por la presión o por el sincero convencimiento de que el momento había llegado, el propio Jamie dio un paso al frente para renunciar. Su petición fue cuestionada por el abogado de su hija que denunció un intento de chantaje de su parte, extremo que se investigará, al igual que su actuación y comportamiento en el trabajo que se le encomendó para descubrir si hay algo que reprochar. Britney está convencida de que sí, así que quizá la lucha no ha llegado a su fin.
Rompe con toda su familia
Una guerra, como se suele decir, deja víctimas en ambos bandos y este caso no iba a ser menos. Britney ha quemado todos sus puentes en el proceso: se ha despedido del abogado que llevaba años con ella Sam Ingham (fue criticado por su aparente cercanía a Jamie Spears y renunció a seguir representándola); y de su representante Larry Rudolph, que vivió lo mejor de su carrera y que no confía en que vuelva a ser la artista que era. El tibio apoyo que recibió de su madre Lynne a lo largo de estos años ha llevado a Britney a reprocharle que fuera ella quien le dio a su padre la idea de la tutela en el primer momento. Igual de disgustada está con su hermana Jamie Lynn que ha publicado un libro de memorias en el que habla también de su juventud y su familia. “No hay nada peor que el hecho de que las personas más cercanas a ti que nunca estuvieron a tu lado publiquen cosas sobre tu situación” escribió Britney echándole en cara a su hermana que, en el momento en el que su caso obtenía atención, ella se manifestara tras años de silencio. Enfrentada a su familia, incluso su exmarido Kevin Federline se confesaba inquieto si la artista dejaba de golpe la supervisión de un tercero, el único apoyo incondicional que le queda a Britney es su pareja, Sam Ashgari.
Desde que ambos hiciesen oficial su romance en enero de 2017, el también artista ha sido la luz que ha guiado a Britney en el oscuro camino por el que ha transitado. La ha defendido frente a las críticas, que también las ha habido, de sus seguidores, manteniéndose firme y esperando el momento en el que por fin puedan dar un paso más en su relación. El iraní ha proporcionado estabilidad a la intérprete hasta el punto de que esta ha confirmado que es con él con quien quiere pasar el resto de su vida y también tener hijos. Es justo eso lo que aseguró la cantante nada más conocer su nueva situación legal. "No estoy aquí para ser una víctima" sentenció. Con todas las opciones a su alcance y un futuro lleno de proyectos, lo primero que hizo Britney Spears tras salir de "su carcel" fue brindar con champán, un gesto que parecería simple para la gran estrella que fue, pero que es un paso de gigante para la persona que es: en más de una década le habían prohibido probar el alcohol. Menos "mundano" es el próximo deseo que ha pedido al universo: tener una niña. Ha tomado además importantes decisiones como comenzar con los preparativos de su boda y cambiar su medicación (según ella ahora es la correcta). Ya no existen límites para la artista.