Son unas fechas muy especiales para Eugenia Martínez de Irujo. Por un lado, acaba de cumplir cincuenta y tres años. La duquesa de Montoro los alcanzó el pasado viernes 26, día en el que Narcís Rebollo y Tana, la hija que tuvo con Francisco Rivera, le organizaron una fiesta sorpresa. A la cita también se unió su hermano Fernando Martínez de Irujo, marqués de San Vicente del Barco.
Por otro lado, Eugenia acaba de celebrar otro momento especial junto a Narcís: el cuarto aniversario de su inesperada boda en Las Vegas. Es una fecha que volvió a pasar en la ciudad de los casinos, ya que asistió a la ceremonia de los Grammy Latinos, acompañando a Narcís, director de la discográfica Universal en España. Precisamente, durante su viaje a Estados Unidos se ofició una Misa en homenaje a su madre, la añorada Cayetana de Alba, fallecida en noviembre de 2014. De su ausencia y de otros temas hablamos con Eugenia en la première madrileña de la película La casa Gucci.
—Acabas de volver de los Grammy Latinos.
—Lo he pasado muy bien, ha sido una maravilla.
—Allí se han dado cita los mejores cantantes de habla hispana. ¿Con quién has coincidido?
—Con Bunbury, que me apasiona. Me ha hecho muchísima ilusión conocerlo. Luego, también, con Antonio Carmona y sus hijas, Marina y Lucía… Ha sido muy bonito, un año precioso.
—Además, has pasado tu cuarto aniversario de boda con Narcís.
—Sí, el diecisiete estábamos en Las Vegas. Es que cada año nos pilla allí.
—¿Lo habéis celebrado de una manera especial?
—Como siempre. Cuando vamos a Las Vegas, siempre es muy divertido.
—Después, habéis estado en Nueva York.
—Dos días. Narcís tenía unos temas de trabajo.
—Son unas fechas muy especiales, porque también acaba de cumplirse el aniversario del fallecimiento de tu madre. Se ha hablado de tu ausencia en su Misa.
—Siempre lo digo, ni siquiera los medios me echáis en falta… Yo fui el primer año y ya, pero siempre la tengo en mi corazón.
—Aun así, llamaron la atención las palabras de tu hermano Cayetano. Dijo que, de todos los hermanos, solo estaría él en la Misa por vuestra madre.
—También estuvo mi hija. Conmigo no se extraña, porque ya sabe que no voy y es una decisión superrespetable. Cada persona lo vive a su manera.
—¿Qué recuerdas de tu madre por estas fechas?
—Cuando abríamos los regalos. También la cena de Nochebuena, porque nos reuníamos todos en casa. Y ya sabes lo difícil que es eso.
La herencia de su madre
—Tu madre sigue siendo muy recordada.
—Lo que más me gusta es la herencia de cariño que me ha dejado de la gente. Era una persona muy querida y siempre me lo dicen personas de todas las edades: mayores, jóvenes, pequeñas… Todas.
—Estas Navidades, ¿se reunirá la familia en Liria?
—Sí, en Nochebuena. ¡Pero es que a mí no me gustan las Navidades! (Ríe).
—¿No decoras tu casa?
—Pongo un arbolito pequeño… ¡Como yo! (Ríe). Hago la cena y ya. Luego, si no hago ningún viaje, me voy al campo feliz de la vida. Hago un plan tranquilo, que es lo que me gusta.