Tom Cruise ha logrado su hazaña más ambiciosa hasta el momento. A sus cincuenta y nueve años, y famoso por no usar dobles de acción en sus películas, el actor desafió el peligro a bordo de un biplano de la Segunda Guerra Mundial —un Boeing B75N1 Stearman, de 1941— mientras rodaba una arriesgada escena de la octava entrega de Misión imposible , antes del estreno de la séptima, el próximo verano.
Tras varias semanas recibiendo lecciones de vuelo —parece que ya habían comenzado previamente en enero— se atrevió a quedar colgado bocabajo del ala mientras el aeroplano hacía un bucle y otras acrobacias a más de seiscientos metros de altitud. Cruise despegó de aeródromo de Duxford, en Cambridge, sentado en el asiento delantero, con el piloto llevando los controles en el puesto de atrás. Cuando alcanzaron altura, el actor, agarrado con un arnés, salió del cubículo y se arrastró mientras sobrevolaban la campiña, colgándose hacia abajo. Cuando la aeronave volcó, quedó sentado erguido sobre el ala en un asombroso movimiento. ¿Quién dijo miedo?