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Varios días de fiesta, impresionante desfile de invitados y espectaculares vestidos fueron los ingredientes que convirtieron la boda de Paris Hilton en uno de los acontecimientos del año. Después de conquistar a sus amigos (y seguidores a través del reality show Paris in love en el que muestra los preparativos y se cuela entre las bambalinas de la cita) la socialité puso rumbo a su romántica luna de miel con Carter Reum. ¿Su primera parada? El auténtico paraíso. La Polinesia Francesa y sus islas acogieron a los recién casados y les regalaron todos sus atractivos: aguas cristalinas, playas de arena blanca y palmeras, relajantes alojamientos con vistas panorámicas y experiencias como el buceo y el baño con exóticas especies.
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© tessahiltonofficialTahiti, Raiatea, Huahine, Moorea y Bora Bora es el recorrido que la propia Paris ha detallado, revelando además una de las sorpresas inesperadas de su escapada de recién casada. “Llevamos a la familia con nosotros en esta primera parte del viaje lo que puede parecer extraño para algunos. Sin embargo la familia es muy importante para Carter y para mí, así que no hemos podido evitar compartir estos primeros días con ellos” comenta. Su hermano Barron, junto a su mujer Tessa von Walderdorff y su hija, compartieron con el matrimonio divertidas actividades. Nadar con manta rayas, hacer buceo y también coger perlas fueron algunas de ellas.
© parishilton /YoutubeUna boda de tres días
Paris disfrutó mucho de estos días y sobre todo del tiempo que pasó con su sobrina, a la que adora. En un breve vídeo que ha compartido se pueden ver algunos de los rincones de la zona en la que han pasado los primeros días tras su boda. Este enlace, cuyas imágenes exclusivas se pudieron ver en ¡HOLA!, se organizó al más puro estilo Paris Hilton. Tuvo como escenario la impresionante mansión de Bel-Air que perteneció al abuelo de Paris, Barron Hilton, y congregó a personalidades como Kim Kardashian, Emma Roberts y Paula Abdul.
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A la ceremonia siguieron dos días más de eventos en los que amigos y familiares sacaron su lado más desenfadado. El carnaval que se organizó un día después en el muelle de Santa Mónica les permitió subirse en diferentes atracciones en las que la adrenalina fue la auténtica protagonista. El broche de oro lo puso una fiesta de gala, de nuevo en la mansión, en la que los vestidos largos y un inesperado menú, con un puesto de hamburguesas y patatas fritas, fueron protagonistas.
