La novela histórica ha perdido uno de sus grandes referentes tras la muerte de Noah Gordon, autor de El Médico, que falleció el 22 de noviembre a los 95 años en la intimidad de su hogar. Su familia comunicó su muerte a través de unas palabras en las que destacan ese espíritu curioso que plasmó en sus novelas. “Noah celebró recientemente su 95 cumpleaños con mucho gusto, agradeciendo la larga y fructífera vida que ha vivido. Él deja un tremendo vacío y su recuerdo será una bendición para su amada familia que lo apreciaba", señala el comunicado. Aunque la voz de Gordon se ha apagado, sigue más viva que nunca en las páginas de sus libros. “Su obra sigue viva” concluyen.
La literatura fue el refugio de un joven Noah, que nació en Massachusetts en 1926 en el seno de una familia judía, que consideraba que la Medicina era el camino que debía seguir Gordon para obtener la estabilidad económica. De hecho comenzó a formarse en esta disciplina hasta que su pasión por las letras pudo más y la abandonó en favor del Periodismo. “Desde pequeño tuve dos ambiciones propias. Quería ser periodista y anhelaba escribir el tipo de novelas que me hicieron amar los libros” cuenta él mismo. No perdió nunca de vista no obstante la temática médica, convirtiéndola en protagonista de sus primeros artículos y dejando pincelas en sus obras, hasta que ganó protagonismo como argumento central de la que fue su novela cumbre.
Fue durante su formación en la universidad cuando el destino le presentó al amor de su vida, su esposa Lorraine, que tiene ahora 92 años, junto a la que estuvo siete décadas y que le dio alas para volar cuando se animó a dar el salto a la literatura. Cuando finalizaron sus estudios se mudaron a Nueva York donde Gordón, antes de trabajar en las publicaciones de Avon Publishing Co. y una pequeña revista llamada Focus, ejerció como vendedor de sombreros y zapatos y como taxista. La ciudad fue su hogar hasta que tuvieron su primer hijo, momento en el que decidieron mudarse de vuelta a Massachusetts. Allí ocupó, con el tiempo, el puesto de editor de ciencia del Herald y fue consolidando su experiencia en artículos médicos. Cuando se atrevió a presentar el resumen de su primer libro a un editor, su mujer, con quien ya tenía tres hijos, le dio el último impulso. “Lorraine demostró ser la esposa de un escritor. ‘Si lo quieres, hazlo’” le dijo ella (así lo reseña la biografía del autor en su página oficial).
Empezó publicando El rabino, en el que volcó su experiencia como miembro de una familia judía en Estados Unidos; luego El comité de la muerte y El diamante de Jerusalén. Optó entonces la pareja por una vida más tranquila y se mudó al campo donde empezó a tomar forma la trilogía de los Cole, que le reportaría su mayor éxito. El médico inauguró esta serie en 1986, convirtiéndose en uno de los best sellers de la literatura con más de 10 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, que fue adaptado al cine y también al teatro en un musical en España. Fue el primer libro que escribió en un ordenador, como él mismo contaba. “Suelo decir que no soy un escritor, sino un reescritor. Solía terminar con montañas de papeles sobre la mesa hasta que me compré un ordenador. Así escribí El médico. Me costó tres meses aprender a usarlo. Lo primero que hice fue pasar la documentación de un año. ¡Y lo borré todo!” confesó entre risas en una entrevista a XL Semanal en 2013. Entonces contaba que solo para documentar un libro tardaba un año. Chamán (1992) y La doctora Cole (1996) completaron la serie.
Pasión por España
Tras varias novelas con ese trasfondo médico, cambió de registro en El último judío (1999) contando la historia de un judío en el Toledo del siglo XV. Su pasión por España, donde reside uno de sus hijos (Barcelona), mereció otra obra, La bodega (2007), que se centra en el mundo del vino y la enología y que fue la última que publicó. “No descubrí las glorias del buen vino hasta que, siendo ya un hombre de mediana edad, empecé a viajar a España, donde pronto desarrollé un profundo afecto por la gente, su cultura y sus vinos. Con el tiempo llegué a constatar que deseaba escribir sobre un hombre que viviera en España y que se atreviera a soñar con la posibilidad de elaborar un buen vino” declaró a ABC en 2018. Confesó entonces que tenía dos novelas sin terminar que por desgracia no han visto la luz.
“Mi deseo juvenil era una vida de Periodismo y escritura de libros, y eso es exactamente lo que ha sido. Cada mañana cojo mi ordenador anticipándome a los correos electrónicos que recibo de lectores de muchos países. Estoy agradecido a todos ellos, por permitirme pasar mi vida como un escritor de cuentos” concluye en la biografía de su página oficial. Sus lectores seguro que también le darán siempre las gracias por haber perseguido su sueño.