quot palabra de director quot book presentation© GettyImages

Pedro J. Ramírez nos desvela la última amenaza de muerte que ha recibido y nos habla de su jubilación

El periodista lo ha confesado en la presentación de su nuevo libro, ‘Palabra de director’, que ha dedicado a su mujer, la abogada Cruz Sánchez de Lara


21 de noviembre de 2021 - 15:41 CET

Pedro J. Ramírez está en un periodo “luminoso” de su vida personal. Tras divorciarse de la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada en 2016, y enamorarse de la abogada Cruz Sánchez de Lara, con quien se casó hace cuatro años, el periodista vive una época de metamorfosis. No en vano, le dedica a su tercera mujer su nuevo libro, Palabra de director (Ed. Planeta), la primera parte de sus memorias profesionales y una “hermosa carta de amor al periodismo”. “A Cruz, por demostrarme que estamos hechos con la misma materia con la que se tejen los sueños”, escribe al comienzo de la obra, que comprende desde la primavera de 1980, cuando recibió, a sus veintiocho años, la oferta de dirigir el Diario 16, hasta el día en que cambió todo, el de “la masacre del 11-M” en Madrid: “Yo, como reportero de ABC, era muy feliz. Hacía lo que quería y tenía la confianza del director para averiguar y contar la verdad política e incluso para ser su columnista”.

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© GTres

“Mi afición por los tirantes empezó después de conocer a Ben Bradlee (le hizo una entrevista en su despacho del Washington Post después de descubrir el Watergate). Me gustaba su estilo de dandy de Massachusetts”.

-Dices que sólo podrías ser reportero o director. Finalmente, te has decantando por este último puesto. ¿Te has arrepentido alguna vez?

-Nunca. Refundé Diario 16 y he fundado El Mundo y El Español como un sistema de autoempleo, porque no me habrían contratado en ningún otro medio tal como estaban las cosas en aquel momento.

Hace una pausa y añade:

-Yo, además, soy feliz por lo menos un rato, al compartir todos los días con mis compañeros la tarea de incorporar, seleccionar y sintetizar las noticias.

-Seguro que también has vivido momentos malos en la dirección, ¿cuál ha sido el peor a lo largo de tus cuarenta años de oficio?

-Evidentemente, el infame montaje del vídeo que me grabaron a escondidas, con el que pretendían mi asesinato civil, y que generó una situación muy desagradable en mi vida personal y profesional. No puedo negar que lo pasé extraordinariamente mal hasta el día que descubrimos lo que había y conseguimos sentar en el banquillo a los responsables de esa infamia, que finalmente fueron condenados. Yo relato en el libro con bastante detalle lo que sucedió, pero lo hago desde la distancia. Entre otras cosas, porque ya ha transcurrido casi un cuarto de siglo de aquello.

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Pedro J. Ramírez con su mujer, la abogada Cruz Sánchez de Lara, con quien se casó hace cuatro años.

-¿Puedes recordar algún otro momento complicado?

-Sí, claro. Cuando nos falló la tecnología, un día tras otro, en el lanzamiento de El Español. Prefiero veinte montajes como el del video.

-¿Has recibido también amenazas de muerte?

-Claro. La primera fue en los años ochenta, del batallón vascoespañol, también he salido en las listas de ETA y la última la recibí la semana pasada de un grupo de Estados Unidos que me acusa de globalista.

-Está claro que el periodismo tiene muchos enemigos, ¿cuál es, en tu opinión, el peor?

-La rutina, y me refiero a la vieja bestia del uso, la reiteración, y a lo de hacer las cosas mecánicamente. A mí, por ejemplo, lo que menos me gusta de un periodista es que pierda la ilusión y se vuelva escéptico. Y no porque no haya motivos para ello. Los que son aficionados a la ópera seguro que entienden que El Holandés Errante vuelva cada siete años al puerto buscando el amor, a sabiendas de que va a volver a ser decepcionado. A nosotros, los políticos nos desengañan y los protagonistas de la actualidad nos decepcionan, porque muchos demuestran no estar a la altura de lo que vemos en ellos al principio, pero tenemos que volver a ilusionarnos una y otra vez, y tenemos que dejarnos sorprender por la vida que está fluyendo. Esa es, en definitiva, la materia de nuestro trabajo.

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“Un periodista de verdad jamás se jubila. Nadie puede retirarse de eso, es una dulce cadena perpetua”.

-¿Tiene Pedro J. Ramírez algún mito?

-Uno de ellos es Konstantin Chernenko. Aún recuerdo el estrechón de manos que me dio aquel plantígrado herido en una cena de gala de los Reyes de España en el año 1984, pocas fechas antes de que se muriera en Moscú. También siento una admiración sincera por Bill Clinton, a quien tuve la oportunidad de conocer tras su presidencia de Estados Unidos. Me cae muy bien. Eso sí, por encima de todos, me quedo con el “puedo prometer y prometo” de aquel hombre mágico a quien se le veía el empeño hercúleo en su mirada, Adolfo Suárez. Cada año que pasa, su figura se agiganta.

-El próximo veintiséis de marzo, cumplirás setenta años. ¿No pasa por tu cabeza la idea de jubilarte?

-¡Nunca! Un periodista de verdad jamás se jubila. Nadie puede retirarse de eso, es una dulce cadena perpetua.

-¿Qué habrías sido de no ser periodista?

-Seguramente un exponente más del fracaso escolar, porque no valgo para otra cosa.

© @cosimaramirez

Pedro J. acompañado por su hija, Cósima Ramírez.

-Para terminar, una curiosidad: ¿Cuándo nació tu afición por los tirantes?

-Fue después de conocer a Ben Bradlee (le hizo una entrevista en su despacho del Washington Post después de descubrir el Watergate). Me gustaba su estilo de dandy de Massachusetts.

Aunque uno dude de la verdad oficial, “que no encaja”, y tenga indicios de las alternativas que la desmontarían, dice para terminar, uno debe cumplir su misión. Y así, “en contra del adagio, tienes que permitir que la verdad te arruine un buen titular... y no publicar nunca aquello de lo que no estés seguro que es verdad”. Y es que, como afirma, “un director tiene que tener palabra ante sus periodistas, ante las fuentes y ante sus lectores”.