La imagen de Pitingo recién hospitalizado causó una gran preocupación y revuelo en las redes sociales. Todo empezó como un catarro que derivó a una bronquitis: “Me mandaron a casa con antibióticos y al día siguiente empecé a vomitar. Me encontraba fatal”, asegura el artista. En apenas unas horas, el cantante sufrió una pérdida de conocimiento y tuvo que ser ingresado en el hospital. ¿La causa? Una severa deshidratación en cuestión de cuarenta minutos: “ Me desmayé, perdí el conocimiento y ya me trajeron para el hospital”. Ahora se encuentra mucho mejor y ya ha vuelto a subirse a los escenarios, “mi mejor medicina”, para dar por finalizada su gira española a mediados de diciembre en Barcelona. Después se despedirá de por un tiempo para emprender una nueva aventura en América, donde planea estar entre tres y cuatro años.
-En primer lugar, ¿cómo estás?
-Mucho mejor. Salí bastante recuperado del hospital, aunque todavía con alguna secuelilla, pero la verdad es que me voy encontrando cada vez mejor y tengo la voz perfecta. Lo único que noto, después de haber pasado diez días en el hospital, es que me encuentro un poco cansado.
-¿Qué es lo que te ha ocurrido exactamente?
-Me ingresaron por una bacteria y me detectaron neumonía que arrastraba desde que pasé el Covid el año pasado. Estoy vacunado, pero, por lo visto, no se curó bien y ha dado la cara ahora. ¡No veas como me ha dejado! Los médicos me han contado que, gracias a esa bactería, se dieron cuenta de que estaba sufriendo esa neumonía. La verdad es que yo no me había dado ni cuenta.
-¿Cómo está siendo ahora tu recuperación? ¿Qué te han dicho que tienes que hacer?
-Nada. Solamente que esté tranquilo y que salga a caminar un poquito todas las mañanas.
-Volviste a los escenarios el pasado 13 de noviembre, en Sevilla, ¿cómo te sentiste?
-Si te soy sincero, al principio estaba un poquito asustado, porque no sabía cómo me iba a encontrar. Afortunadamente, salió todo perfecto y disfruté muchísimo durante las casi dos horas de concierto. No sé qué tiene el escenario, pero te quita todos los males. Es como si te desaparecieran todos los dolores. Eso sí, al bajarme del escenario, empezó a dolerme todo el cuerpo.
-El 13 de diciembre actuarás en Zaragoza y el 17 en Barcelona. ¿Por qué has elegido la Ciudad Condal para dar tu último concierto?
- Porque llevaba sin actuar allí desde hace cinco o seis años y mi público me reclama. Es, además, una ciudad maravillosa. Será concierto muy especial, en el que habrá muchas sorpresas y me van a acompañar muchos amigos amigos flamencos y gente conocida.
-Lo vas a dar en la Basílica de Santa María del Mar, también conocida como la Catedral del Mar, ¿qué te atrae del lugar?
-La verdad es que estoy superilusionado. El lugar es impresionante y la acústica muy buena. Además de acudir a un concierto, el público va a disfrutar de un entorno increíble. Tengo muchas ganas de que llegue ese día.
-¿Qué vamos a poder ver y escuchar en el concierto?
-Un poquito de todo. Como las navidades están a la vuelta de la esquina, estamos preparando una serie de villancicos en el que fusionamos los gitanos con los villancicos de góspel. Además, haré un recorrido por todos mis éxitos. Son conciertos en los que tratamos que tanto nosotros como el resto de gente se olvide por un momento de los problemas que tenemos. Eso es lo que hace la música: alegrar a las personas.
-Acabas de recoger el Premio New York Awards como mejor artista de flamenco, ¿no se te suben a la cabeza estos reconocimientos?
-Ja, ja, ja… ¡No! Si no se me han subido, no creo que se me suban ya. Al contrario. Cada año que pasa me aferro más a la verdad, a mis raices y a la normalidad.
-Con la mano en el corazón ¿te consideras el mejor artista flamenco?
- ¡No! (más risas) Lo que me considero es único en mi especie. Muchos cantan flamenco mejor que yo y muchos otros cantan soul y góspel mejor que yo. Pero que hagan todo eso bajo un mismo concepto, sólo lo hago yo. No me siento mejor que nadie, pero, en ese sentido, sí que me siento orgulloso.
-A finales de diciembre, te trasladas a vivir a Estados Unidos con tu familia, ¿donde fijarás tu residencia?
-El veintisiete de diciembre nos vamos a Punta Cana, que es donde viviremos, aunque mi mujer, Verónica, y yo vamos a pasar mucho tiempo en Miami, donde vamos a grabar y organizar toda la gira. Sin embargo, Punta Cana es un sitio más tranquilo para vivir, tanto nosotros como nuestro hijo, Manuel, que ya tiene muchos amigos allí. Miami es una ciudad que nunca duerme, hay demasiado jaleo. Prefiero la tranquilidad.
-Allí grabarás el disco que el compositor Manuel Alejandro está preparando con lo mejor de su trayectoria ¿cómo surgió esa colaboración?
- Pues mira, yo le envié a él una maqueta, cantando la canción Se nos rompió el amor, pero de una manera muy diferente, con una guitarra y con el coro de góspel. Vamos, una versión muy casera. Se la mandé para saber qué le parecía, me llamaron y me dijeron que fuese a su casa para hablar con él. Fue, entonces, cuando Manuel Alejandro me dijo que le gustaría que cantara sus canciones a mi modo, o sea, por “souleria”. Le respondí: “Maestro, ¿de verdad que quiere que lo haga de esa manera?” “Sí, sí”, me respondió. Además, se ha implicado completamente en el proyecto y está eligiendo el repertorio con canciones conocidas y no tan conocidas. También está trabajando con nosotros Rudy Pérez, uno de los mejores productores del mundo, que ha trabajado con artistas de la talla de Julio Iglesias, Luis Miguel, Beyonce, Christina Aguilera y El Puma. Ya ves, se han juntado dos grandes genios y yo estoy en medio, aprendiendo de los dos.
-¿No te desmayaste de la emoción cuando te llamó Manuel Alejandro?
-Cuando llegué a casa, no podía dormirme por la adrenalina y la responsabilidad. Después, me tranquilizó la llamada de Rudy Pérez para contarme que me habían llamado porque sabían que voy a dar la talla. En Manuel Alejandro he encontrado, por otra parte, una persona excelente y cariñosa.
-¿Qué te vayas con tu familia significa que te vas para una temporada larga?
-Sí, de momento nos vamos con billete de ida. De vuelta, de momento, no, porque no sé a dónde me va a llevar la vida. Lo mismo puedo acabar en Latinoamérica, que en Estados Unidos o en Japón, no lo sé. Estamos empezando una aventura que llevo muchos años persiguiendo y encima de la mano de Manuel Alejandro, el padre de la canción romántica y un compositor que ha cambiado el rumbo de todos los autores de habla hispana a la hora de escribir y componer.
-¿Te vas de España dolido por todas las polémicas en que te has visto inmerso en los últimos tiempos?
-¡Qué va! Como te decía, voy buscando una etapa diferente de mi vida. Yo, siempre que he salido de España, he pasado seis meses en Miami, tres en México, cuatro en Cuba y no sé cuántos en Japón. Pasar tanto tiempo fuera de casa ha hecho que me pierda muchas cosas de mi hijo cuando era pequeño. Así que me dije: si voy a estar trabajando en Latinoamérica y Estados Unidos tres o cuatro años, me voy con mi familia para, después de cantar, irme a mi casa con ellos. Pero no me voy dolido, eso que quede bien claro. Al contrario. Me voy agradecido. No niego que me han pasado cosas que me han dolido, como a todos los artistas, pero, insisto, no estoy enfadado. Es más, no sería nadie sin España.
-O sea, que no es una huida delante por la situación en que se encuentra el país.
-A mí, gracias a Dios, nunca me ha faltado el trabajo. Es más, lo más cómodo para mí habría sido quedarme. Te lo puedo asegurar. Mis cincuenta, sesenta o setenta conciertos al año no me los quita nadie. Lo más práctico sería quedarme aquí y seguir dándole vueltas al ruedo. Pero eso es de lo que estoy cansado. Necesito algo más. Son veintidós años en los mismos recintos, en los mismos medios de comunicación... Y estoy encantado. Pero necesito un cambio de aires, me lo pide el cuerpo. Qué mejor que con un proyecto como éste, que, como digo yo, parece llegado del cielo. Mi carrera no ha sido fácil. He ido siempre a contracorriente, como los salmones, con muchísimas criticas y muchísimos detractores, que hacen muchísimo ruido, pero también con cientos de miles de personas que han estado a mi lado y me han apoyado aquí y en todas las partes del mundo.
-Cambiando de tema, ¿trabajar con tu mujer favorece la relación?
-A otras personas no lo sé, a mi sí. Llevamos juntos desde que teníamos catorce años y pensamos muy parecido. Por encima, trabaja conmigo, es mi manager. De hecho, cuando no me acompaña a un concierto, me resulta raro. Soy de los que se aferran a su familia: a mi mujer, a mi hijo.... Si no viente conmigo Verónica, viene mi hermano o mi primo o algún amigo o allegado. No quiero a mi lado a nadie que me esté acariciando el lomo o diciéndome todo el rato: Pitingo, qué bueno eres. No quiero eso. Yo lo que quiero es que me cuenten la verdad.
-Por cierto, eres muy amigo de Antonio David Flores. ¿Te sorprendió su separación de Olga Moreno?
-La noticia me pilló en el hospital y no he hablado con él. El otro día mi mujer, le mandó un mensaje a Olga para preguntarle cómo estaban. Le respondieron que se encontraban bien y ya está. No hemos vuelto a saber nada más. Por otra parate, no me gusta meterme en la vida de los demás, ni que se metan en la mía. Como digo yo, quien se mete en esas cosas, sean verdad o mentira, sale trasquilado. Lo que me encantaría, y lo digo de corazón, es que esa familia se arreglase: la madre de los niños con sus hijos y el matrimonio. Que se arreglen todos, porque la vida es muy corta y luego pasan cosas de las que nos podemos arrepentir toda la vida, más después de todo lo que hemos pasado con la pandemia. Pueden haber cometido errores, como todo el mundo, pero que se arreglen ya de una vez.