Las apariencias pueden engañar en el caso de Simoneta Gómez-Acebo y Ágatha Ruiz de la Prada. Mientras que la diseñadora es todo color, la hija de la infanta Pilar siempre opta por una imagen más discreta. Sin embargo, ambas tienen muchas cosas en común. No solo las une el amor por los animales y el arte, sino que ahora suman sus fuerzas por una buena causa. En pleno campo de Salamanca, Simoneta y Ágatha desvelan a ¡HOLA! su nueva misión en común: la subasta de una docena de pavos de Cascajares a beneficio de la asociación Nuevo Futuro. Esta es la ONG que vela por niños en situación de abandono y exclusión, a la que la infanta Pilar dedicó más de cincuenta años, hasta su fallecimiento, en enero de 2020. La cita solidaria tendrá lugar el próximo lunes 29 de noviembre en el hotel Palace de Madrid, con Ágatha como subastadora.
La estrecha relación entre Simoneta y Ágatha es algo que han heredado de sus familias. Los Sentmenat, la rama materna de la que desciende la diseñadora, siempre mostraron su incondicional apoyo a los Borbones: en la Guerra de Sucesión, en el siglo XVIII, ya tomaron partido para que Felipe V se convirtiera en primer Rey de la dinastía en España. Carlos Sentmenat —XI marqués de Castelldosríus— e Isabel Güell y López, bisabuelos de Ágatha, fueron destacados miembros de la corte de Alfonso XIII —gentilhombre de cámara— y dama de honor de la Reina Victoria Eugenia, respectivamente. De la misma forma, sus abuelos maternos, Félix de Sentmenat y Güell y María de los Remedios de Urruela, siempre estuvieron del lado de don Juan de Borbón —abuelo de Simoneta y Felipe VI— durante su exilio en Portugal. Incluso, le abrieron las puertas de su casa siempre que este visitaba Barcelona. “Cuando venía don Juan, me acuerdo que mi abuela siempre le decía: ‘Señor, coma estas patatas, que son muy ricas y me han costado poquísimo dinero’”, relata Ágatha, actual marquesa de Castelldosríus y baronesa de Santa Pau, con su singular espontaneidad. “Don Juan se reía, porque nadie se atrevía decirle esas cosas. Es que mi abuela era genial”.
“Mi madre era ecuánime, generosa, comprometida… Y muy alegre”, nos dice Simoneta sobre la infanta Pilar mientras trata de contener la emoción
‘La alegría de vivir’
—A simple vista, puede parecer que ambas pertenecéis a mundos distintos, pero tenéis muchas cosas en común.
ÁGATHA.—Soy una gran admiradora de la madre de Simoneta. También de don Juan Carlos y de don Juan, pero mi madre siempre decía que la infanta Pilar era la más inteligente y culta de toda la familia.
SIMONETA.—Te agradezco mucho tus palabras, Ágatha. Creo que a las dos nos une la alegría de vivir. También un sentido de la responsabilidad. Con tanto colorín y tal, puede parecer que no, pero Ágatha es una mujer implicada con todo lo que hace. Cuando sale en defensa de los animales, es la mayor defensora, y, cuando trabaja, es la más trabajadora.
—¿Recordáis cómo os conocisteis?
S.—Uf… Me acuerdo de la madre de Ágatha en casa de mi abuela… Yo debía de tener doce años…
A.—Los padres de mi madre iban todos los años a Estoril (Portugal), durante un mes y medio. He leído unos libros sobre ello y era un planazo que te mueres. Allí estaban los tíos más guapos del mundo, había fiestas todos los días…
S.—Luego, Ágatha fue de las primeras en estar en el rastrillo de Nuevo Futuro.
A.—Estuve el primer año y fue muy emocionante. También me acuerdo de mi abuela vendiéndole a don Juan.
—De todas las anécdotas juntas, ¿cuál es la más divertida?
S.—Es que tenemos varias, ¿verdad? (Ríe).
A.—Simoneta bailando en mi casa, que baila fenomenal. Nadie lo sabe, pero es verdad. Y canta fenomenal.
S.—No es verdad (ríe).
A.—Luego, su hijo, que es simpatiquísimo, toca la guitarra… Claro, le viene de familia. Son superanimados. Luego, el rastrillo era muy duro.
S.—Físicamente, eran diez días en los que nosotras montábamos nuestro propio puesto, lo desmontábamos, vendíamos, cobrábamos… Luego, he cogido perchas del suelo… Había momentos que pensaba: “No me agacho a coger ninguna más, porque no me da la espalda”.
“A nivel sentimental, no tengo ninguna aspiración”, se sincera Simoneta antes de hablarnos de sus tres hijos: “He tenido suerte con ellos. Me mantienen joven, aunque rabiando todo el día”
—Simoneta, ¿qué supone para ti tomar el relevo de tu madre en Nuevo Futuro?
S.—Siempre he estado en Nuevo Futuro, desde pequeña, y no tengo relevo que tomar. Luego, la personalidad de mi madre no es sustituible. Son vidas, posiciones y trabajos diferentes.
—Vuestra próxima misión es la subasta benéfica de pavos, que se celebra el próximo día veintinueve.
A.—Siempre me han dado mucho morbo las subastas de pavos. Nunca me imaginaba que sería la subastadora.
S.—La producción de Cascajares es muy importante y queremos agradecerle que nos dé la recaudación de la subasta de sus pavos a Nuevo Futuro.
A.—Estamos rodeadas de quinientos pavos, que están en la gloria. Aquí también hay cerdos, vacas… Es impresionante. Cuando estalló la pandemia, pensaba en todas las ONG que habían parado en seco. Si mi empresa se va al garete, tampoco pasa nada. Pero ¿y estas ONG? Por eso, esta subasta es tan importante.
S.—Además, este año tenemos a Flavia Hohenlohe, que va a hacer la subasta con Sotheby’s, aunque ya no tenga casa en España. Al final, es una profesión para la que hay que estar muy entrenado. Si yo me pongo a subastar, no vendo ni un solo pavo. Por eso, le agradezco a Flavia y Sotheby’s que nos ayuden y cedan su tiempo. También tenemos que decir que la Administración se porta muy bien con nosotros. Han cambiado las cosas y tenemos un gran apoyo de la Comunidad de Madrid. Somos unos privilegiados.
Las lágrimas de Simoneta al recordar a doña Pilar
—¿Qué recuerdos tienes de tu madre en Nuevo Futuro?
S.—Muchos. No te puedo resumir cincuenta años. Nuevo Futuro era la causa principal de mi madre fuera de casa. Estaba plenamente implicada y más desde que se quedó viuda, que no tenía a mi padre que tirara de ella a otro lado.
—En enero se cumplen dos años de la triste pérdida de doña Pilar. ¿Cómo la recuerdas?
S.—Todos los días y con muchas cosas —se emociona hasta el punto de que se le llenan los ojos de lágrimas—. Al final, la vida está hecha de las pequeñas cosas y esas son las que nos hacen recordar a los seres queridos. Por ejemplo, ver, en mi jardín, el nacimiento de una flor en un rosal que cogí de ella.
—¿Cómo era el carácter de doña Pilar?
A.—Algo que Simoneta ha heredado de su madre es su prudencia.
S.—Mi madre tenía una inteligencia muy emocional. Era muy equilibrada de carácter: ecuánime, generosa, comprometida… Y era muy alegre —vuelve a emocionarse—. Lo mejor de sí se lo dio a Nuevo Futuro. Tampoco soy objetiva.
A.—Sí lo eres. Doña Pilar era una mujer extraordinaria y ha vivido cosas maravillosas…
S.—Y otras muy duras. Ha tenido una vida durísima.
A.—Sí: el exilio, la muerte de su hermano —se refiere al infante Alfonso, fallecido a los catorce años—, su hermana ciega —la infanta Margarita—… Pero doña Pilar siempre ha leído y ha tenido mucha cultura.
Ágatha disfruta de su soltería, seis meses después de romper su noviazgo con Luis Gasset: “No tengo nada. Estoy en ‘stand by’. Me estoy acostumbrado a estar sola… Mal”
—Se acercan las Navidades. ¿Os gustan?
A.—Me encantan. El momento más importante del año es la cena del veinticuatro. De siempre.
S.—A mí también. Me encanta decorar la casa.
A.—Siempre me esforcé para que mi familia tuviera esa ilusión por la Navidad, aunque mis padres estuvieran aburridos. Hay que ponerle un poco de teatro a la vida (ríe). Recuerdo un año que hicimos unas fotos para una revista en pleno junio y decoramos toda la casa… Pues se quedó la decoración hasta enero. Tristán me quería asesinar (ríe).
S.—Nosotros siempre hemos celebrado la Nochebuena todos juntos. Primero, en casa de mis abuelos paternos. Cuando ya no estuvieron, la hacíamos en la de mis tíos. Cuando ya la familia creció mucho, mucho, en la casa de mi madre, que es donde la hemos pasado hasta que ya no está. El último año, ya en mi casa.
Sus planes para Navidades
—¿Cómo pasaréis estas próximas fiestas?
A.—Vendrá tres semanas Cósima de Londres, que ahora quiere escribir un libro y está muy ilusionada. Las pasaremos en Madrid. Luego, me gusta invitar a amigos que no tienen familia y los reúno en casa.
S.—Supongo que pasaremos la noche del veinticuatro en mi casa. Luego, mis hijos se desperdigan y van a la casa de sus tíos paternos. Mis hermanos también tienen familias políticas.
—¿Con qué momento os quedáis de este dos mil veintiuno?
A.—Hay tantos… El último desfile, que me lo pasé fenomenal con Omar Montes y salió en toda la prensa. Otro día, él me invitó a comer un kebab en la Plaza Elíptica. Fue una experiencia, la verdad.
S.—No sé qué decirte… Creo que ha sido un año que empezó duro y que ha ido remontando. Me quedo con eso.
—¿Cómo has pasado la pandemia, Simoneta?
S.—Me pilló fuera, de viaje. Cuando volví, ya habían pasado tres semanas. Paseabas por la calle y no había nadie. Era postapocalíptico. Luego, tuve la suerte de ayudar en las cocinas que montó José Andrés con Pepa Muñoz, del Qüenco de Pepa, empacando comidas. Así, pude salir de casa. Además, tenía a mis tres hijos conmigo.
—¿Has pasado el coronavirus?
S.—No, no lo he pasado.
—¿A qué se dedican tus hijos?
S.—Los mayores ya están trabajando. El primero —Luis— es teleco y el otro —Pablo— estudió Empresariales en ICADE. La pequeña, María, está haciendo la carrera de Comunicación. He tenido suerte con mis hijos porque son los tres muy animados. Me mantienen joven, aunque rabiando todo el día. Pero eso es bueno (ríe).
—¿Temes el llamado síndrome del nido vacío?
S.—¡Pero qué vacío! Si están todos en casa. Mi casa es como un hostal (ríe). Mi madre decía que su casa era como ‘la fonda del Peine’ (famosa posada de Madrid que data de principios del siglo XVII, hoy hotel, considerado el más antiguo de España) y la mía es igual (ríe).
El cambio laboral de Simoneta
—Ahora, hablemos de trabajo, que no habéis parado estos meses.
A.—Sí, aunque antes cruzaba el charco cuatro veces al mes y, desde la pandemia, aún no lo he cruzado. Tengo que ir a México, pero no sé si iré.
—¿Y en tu caso, Simoneta?
S.—Estoy trabajando en una fundación, en la Michelangelo Foundation, que se dedica a innovar y a preservar la artesanía. Estoy muy contenta con todos los proyectos. Teníamos una gran exposición en Venecia para septiembre, que se llama Homo Faber , pero la hemos tenido que posponer hasta abril de dos mil veintidós.
—Exactamente, ¿cuál es tu función?
S.—Me ocupo de coordinar todos los proyectos que hacemos en España. Ha sido un año muy bueno de trabajo. Tengo la enorme suerte de que Cartier me ha cedido a la fundación.
—Entonces, ¿ya no trabajas con Cartier?
S.—Es que es una fundación que pertenece a Richemont —grupo que engloba la firma de joyas, entre otras—. Después de treinta años haciendo la comunicación de Cartier, tenía que entrar sangre fresca. Además, yo necesitaba un reciclaje de alguna manera, aunque no quería desvincularme de la que ha sido mi casa durante todos estos años. Igualmente, me siento vinculada a ellos.
—Hablando de joyas, siempre ha llamado la atención la gran colección de la Reina Victoria Eugenia —su bisabuela—. ¿Guardas alguna?
S.—No quiero hablar de joyas. No me divierte nada.
—A nivel sentimental, ¿cómo os encontráis?
S.—Mejor que hable Ágatha, porque no tengo ninguna aspiración en ese sentido (ríe).
A.—Ya veremos cuando salgan estas fotos publicadas, porque estás guapísima.
—Simoneta, como dirían los toreros, ¿te cortas la coleta en ese sentido?
S.—¡Totalmente! (ríe).
A.—Yo nada, estoy en stand by. Lo bueno de estar en barbecho es que puedes trabajar más… Pero me estoy acostumbrado a estar sola… Mal (ríe). Pero imagínate que encontramos al hombre de nuestra vida en la subasta de los pavos…
S.—Ágatha es la eterna optimista.
Simoneta echa mucho de menos a don Juan Carlos, a quien no ha visitado en Abu Dabi. “Tengo muchas ganas de que vuelva a España. Espero que sea pronto”
—Simoneta, desde que te separaste del padre de tus hijos, no has rehecho tu vida oficialmente. Sin embargo, te han atribuido romances. En dos mil dieciocho, con Luis Miguel Rodríguez, exnovio de Ágatha.
S.—Cuando te ven un día con una persona, ya hacen un mundo. Yo ya salí de esa. Nunca me paro a desmentir, porque no pierdo el tiempo. Luego, cuando no es verdad, se olvidan de la historia.
—Ágatha, quien sí está enamorado es tu primo Joaquín Güell, que ahora sale con Susanna Griso.
A.—Adoro a Joaco, es lo mejor del mundo. Somos muy amigos. Su madre era prima hermana de mi madre, su padre también es primo hermano de mi madre y sus abuelos son primos hermanos. Tenemos mucha sangre en común. Soy una fanática total de Joaco. Es tan educado, tan listo, tan divertido, tan bueno… Me encanta.
Sobre don Juan Carlos
—Otra cosa que tenéis en común es que sois dos mujeres monárquicas.
S.—Pues sí. Yo, desde luego.
A.—Yo vengo de una familia muy, muy monárquica. Fíjate si lo era que los Güell y López —antepasados de la diseñadora— le regalaron un palacio de Barcelona a los Reyes… A Alfonso XIII, creo.
—Simoneta, supongo que echas de menos a tu tío, don Juan Carlos.
S.—Mucho. Tengo muchas ganas de que vuelva a España. Espero que sea pronto.
—¿Le has visitado?
S.—No.
Finalizada la entrevista y ya sin la presencia de Simoneta, Ágatha no duda en mostrar su apoyo a don Juan Carlos. “Primero, tenía que haber abdicado. Segundo, no se tenía que haber ido. Una vez que te vas, la cosa se complica”, afirma la diseñadora a ¡HOLA!