Este año ha sido muy especial para Carlos Fitz-James Stuart por diferentes motivos. El pequeño de los dos hijos del duque de Alba se ha casado con Belén Corsini y, el próximo lunes 29 de noviembre, celebrará una fecha significativa: su treinta cumpleaños. Un 2021 satisfactorio no solo en el plano personal, sino también en el profesional. El conde de Osorno se encuentra muy ilusionado con el crecimiento del proyecto Casa de Alba Fine Food, la división gastronómica del negocio familiar que él preside y que comercializa desde legumbres a ibéricos o cerveza. Así se lo hizo saber a ¡HOLA! después de que presentara, en el palacio de Las Dueñas, en Sevilla, la reciente cosecha del aceite que se extrae de los olivos centenarios de la finca familiar ubicada en El Carpio (Córdoba). Era la primera vez en la que el nieto de la inolvidable Cayetana de Alba ejercía de anfitrión en solitario. Allí, Carlos Fitz-James quiso atendernos para hacer un balance de un año tan significativo para él.
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—Su padre, el duque de Alba, ha confiado en usted para que tome las riendas de este proyecto gastronómico. ¿Qué consejos le ha dado y cuáles son los retos que le supone a nivel personal esta tarea?
—Que sepa llevar y gestionar con responsabilidad y buen hacer... ¡y que siempre los ingresos superen a los gastos!
—¿Cómo ha logrado, pese a su juventud, hacerse cargo de un negocio tan desafiante como Casa de Alba Fine Food, donde es muy importante garantizar la calidad de los productos?
—Tengo claro que esto no sería posible sin apoyarme en los grandes profesionales que llevan tantos años trabajando con mi familia. Esto comprende desde el trabajo en el campo hasta apoyos profesionales de diversos ámbitos.
—¿Cuáles son las novedades de la cosecha del aceite de este dos mil veintiuno?
—A pesar de las dificultades climatológicas a las que hemos tenido que hacer frente en la finca de El Carpio (Córdoba), se ha logrado seleccionar una partida de aceituna que nos ha permitido mantener la elevada calidad de nuestro aceite ‘Receta familiar’. Este contratiempo nos ha obligado, por tanto, a disminuir el volumen de producción con el fin de mantener la calidad.
—El evento también sirvió para presentar otros productos muy ligados a Andalucía. ¿Van a colaborar con otras empresas?
—Ayudarse mutuamente es el camino más eficaz para sobreponerse en situaciones tan atípicas como las vividas durante la pandemia. Efectivamente, vamos a continuar trabajando en esta línea de colaboración con empresas amigas, como Inés Rosales, que son un auténtico referente en la filosofía de producción artesanal de calidad, que tanto perseguimos en la Casa de Alba.
“En lo personal, ha sido un año muy bueno, me he casado y todo han sido buenas noticias. En lo profesional, también”, confiesa el conde de Osorno, a punto de cumplir treinta años
—Además de una responsabilidad empresarial, usted también tiene un gran compromiso histórico. ¿Qué significa llevar el título de conde de Osorno?
—Ostentar un título siempre conlleva una responsabilidad. Su origen siempre es por méritos y, a partir de ahí, es deber del que lo hereda el llevar una vida ejemplar y tratar de merecerlo. Al mismo tiempo, es un honor y estoy muy agradecido a mi padre por habérmelo dado.
—A punto de finalizar dos mil veintiuno, ¿qué balance hace de este año?
—En lo personal, ha sido un año muy bueno, me he casado y todo han sido buenas noticias. En lo profesional, también ha sido un buen año. Casa de Alba Fine Food se ha recuperado y ha crecido mucho después del peor año de pandemia y tenemos muy buena previsión para el futuro. En general, parece que las cosas van a mejor, no sé si es momento de cantar victoria, pero parece que la situación mejora en relación con la COVID. Esperemos que las secuelas no sean demasiado graves.