Mientras se prepara para el juicio que tiene con su primogénito el próximo 25 de noviembre, Ernesto de Hannover ha recibido una buena noticia por parte de la justicia. El Tribunal Regional Superior de Linz (capital de la Alta Austria) ha anulado la condena que le puso en marzo, que incluía diez meses de prisión en régimen de libertad condicional, la prohibición de beber alcohol durante ese período de tiempo, acudir a psicoterapia y el abandono durante tres años de la lujosa residencia con pabellón de caza que posee en la localidad de Grünau im Almtal, en la que ha estado viviendo durante prácticamente medio siglo. Los jueces consideran que el todavía marido de Carolina de Mónaco ha tenido una fase de reflexión y ahora ya no hay riesgos.
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Malte Berlin, abogado de Ernessto de Hannover, ha explicado a Bild que se ha levantado la condena "simplemente porque las condiciones no eran legales. Se ha hecho por petición de la defensa". Por su parte, el portavoz del Tribunal Regional Superior de Linz, Wolfgang Seyer, ha confirmado que esta anulación se produjo el 14 de junio de 2021 y ha explicdo que "las instrucciones de la sentencia del tribunal regional en Wels no se han convertido en legalmente vinculante porque la sentencia no es legalmente vinculante". Sin embargo, el caso aún no ha concluido sino que el 24 de noviembre se celebrará una audiencia de apelación en la que "se podrían emitir nuevas instrucciones". Para esta jornada, en la que se espera que haya un gran número de asistentes por la expectación generada, se ha prohibido tomar fotografías.
Para situarse en los hechos que originaron la ondena hay que remontarse al periodo que va entre julio y septiembre de 2020, cuando insultó, amenazó y agredió en estado de ebriedad a agentes de policía. El tribunal regional de Wels consideró también probado que el jefe de la casa güelfa, de 67 años, amenazó gravemente a una pareja que trabajaba en su pabellón de caza. Al celebrarse el juicio, los abogados de Hannover aseguraron que este comportamiento respondía a la complicada situación personal que estaba viviendo por el enfrentamiento con su hijo. Por su parte, el aristócrata se mostró arrepentido por lo ocurrido ante el magistrado, asumió su responsabilidad y aseguró que estaba dispuesto a pagar los daños causados.
Una nueva etapa
Con el fin de dejar atrás una etapa marcada por la polémica, los excesos y los problemas familiares, en verano de 2021 Ernesto de Hannover ingresó por voluntad propia en una prestigiosa clínica de bienestar llamada Vivamayr ubicada en Altaussee, a aproximadamente una hora de Salzburgo. En este centro que tiene un coste de unos 5000 euros semanales seguía una férrea disciplina de la que hablaba para la periodista del canal RTL Natascha Großer. En la entrevista definía el centro como maravilloso, con buen personal y donde estaba conociendo a gente agradable. "Estoy más delgado que nadie, pero tengo que construir músculo", sostenía. En este sentido contaba que se da el capricho de desayunar en una de las mejores pastelerías de la zona y contaba con la autorización del doctor para hacerlo.
En el terreno personal vive un momento de contrastes. El padre de Alejandra de Hannover conoció en verano durante unas vacaciones en Ibiza y gracias a unos amigos en común a la escultora de 48 años Claudia Stilianopoulos, hija de Pitita Ridruejo y Mike Stilianopoulos, antiguo embajador de Filipinas en Madrid y Londres. Desde entonces se están conociendo y tal y cómo muestran las páginas de ¡HOLA! hacen muchos planes juntos como paseos por las calles de Madrid. Además, en sus visitas a la capital el aristócrata disfruta ejerciendo de orgulloso abuelo con Sofía y Nicolás, los mellizos del príncipe Christian y su mujer, Alessandra de Osma. Por otro lado, el 25 de noviembre tiene un juicio con su primogénito, el príncipe Ernst August,(nació hace 38 años de su matrimonio con Chantal Hochuli). Le acusa de “ingratitud” por desatenderle y negarle ayuda y exige la devolución de la cesión que le hizo como herencia en vida, que incluye propiedades como el castillo de Marienburg, el de Calenberg y el de Harrenhausen o 5 millones de euros.