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Tres semanas después de recibir el alta hospitalaria, Bill Clinton ha reaparecido públicamente en compañía de su familia. El expresidente norteamericano y su mujer Hillary se dejaban ver este domingo muy sonrientes por las calles de Nueva York, donde habían acudido para arropar a su hija Chelsea. La abogada y profesora de 41 años corría la tradicional maratón de la ciudad de los rascacielos, el popular evento deportivo que ayer volvía a recuperar el pulso tras dos ediciones consecutivas parado por culpa de la pandemia. Era un fresco y soleado día otoñal que animaba a salir de sus casas a los ciudadanos y que hizo vibrar la gran manzana al trote de unos 33.000 participantes, animados por multitudes en un ambiente de celebración por el 50 aniversario de su primera carrera. Una vez terminada la misma, Bill y Hillary se acercaron a la línea de meta para felicitar con orgullo a su hija, quien se mostraba algo exhausta pero tremendamente feliz por haber logrado completar el recorrido.
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Los reporteros gráficos captaron el momento y, precisamente, una de esas imágenes publicadas hoy ha emocionado a la propia Chelsea. "¡Adoro esta foto, muchas gracias!", ha dicho a sus seguidores sobre la instantánea en la que aparece abrazada a su progenitora mientras su padre aplaude. "Mi madre me estaba recordando la competición de volteretas en la que participé cuando tenía tres o cuatro años", revelaba. Sobre su decisión de correr la maratón, la hija de Bill y Hillary Clinton ha confesado que se trataba de un "objetivo que tenía en mente desde hace mucho tiempo". Además, cuenta que "ha sido un honor correr para el equipo del City Harvest", la ONG neoyorkina fundada en 1982 donde Chelsea colabora y que dedica sus esfuerzos a dotar de alimentos a los más vulnerables. Mientras, Bill Clinton se ha mostrado plenamente recuperado del problema en el tracto urinario que sufrió a mediados de octubre y que derivó en una infección de sangre conocida como sepsis.
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Entonces, el exmandatario de 75 años de edad tuvo que ser ingresado de urgencia tras sufrir unos mareos durante un viaje a California y permaneció cinco días en el hospital. Afortunadamente, todo quedó en un susto después de normalizarse la fiebre que padecía, por lo que pudo volver a su casa de la costa este para terminar con su tratamiento de antibióticos. Bill, que llegó a ocupar la unidad de cuidados intensivos por motivos de "seguridad y privacidad", según contaron los responsables del centro, era visitado una tarde por su esposa Hillary. Durante su estancia en el centro, el paciente experimentó "excelentes avances" tras recibir medicamentos por vía intravenosa. De hecho, el que fuera inquilino de la Casa Blanca entre 1993 y 2001 gozó aquellos días de un buen estado de ánimo y su deseo era "regresar a su hogar lo más pronto que fuera posible".
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