El pasado fin de semana, Inés Sastre visitó el cementerio de Ávila, donde están depositadas las cenizas de su padre, fallecido el pasado 30 de enero, en el panteón familiar. La modelo llegaba al camposanto arropada por su hijo, Diego, y por su primo hermano, que la acompañó también. Fueron momentos muy emotivos en los que se pudo ver a Inés serena y tranquila, con una rosa en la mano, aunque sin poder evitar las lágrimas en algunos momentos, como es del todo comprensible.
Tras haber vivido el momento más triste en las duras circunstancias de la pandemia con las restricciones de hace nueve meses, Inés planeó esta visita en una situación sanitaria más favorable y una semana antes del Día de Todos los Santos, ya que tenía previsto viajar fuera de España en esas fechas. Fue el inicio, además, de un día en el que la modelo y su hijo, que ya la supera en altura a sus quince años, disfrutaron de la compañía de su familia paterna, con los que almorzaron en un conocido restaurante de Ávila tras dar un paseo por la ciudad. Fue en septiembre de 2020 cuando Inés se instaló en Madrid después de treinta años viviendo en París y uno de los motivos fue estar cerca de su padre, una acertada decisión que le permitió pasar más tiempo junto a él, y a Diego, disfrutar de su abuelo, con el que tenía una gran complicidad. “El regreso a España también ha tenido una cosa muy bonita y es que me ha permitido acompañar a mi padre hasta el final. En cierto modo, creo que ha estado esperando mucho tiempo a que yo volviese para poder irse él, y haber podido estar aquí me alegra mucho”, nos decía recientemente en una entrevista en estas páginas.