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El trágico accidente mortal ocurrido en Estados Unidos durante el rodaje de la última película de Alec Baldwin "es muy complicado, por no decir prácticamente imposible, que suceda aquí". Así de tajantes se muestran desde Spain Film Commission, la principal asociación encargada de la grabación de largometrajes y series en España, en declaraciones a ¡HOLA!. El protocolo, la regulación y "los trámites para el uso de armas son tan exigentes" en nuestro país y en las naciones de nuestro entorno, que muchas veces "los productores o directores se las ven y se las desean" para poder utilizarlas, nos explica la responsable de comunicación de dicha organización, Cristina Gómez. "Es como un sistema de doble seguro" para que no pasen este tipo de desgracias, poniendo énfasis en que "la trazabilidad" está más que controlada y siempre "tienen que rendir cuentas", añade.
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Para empezar, el material que se vaya a usar en un proyecto audiovisual "debe estar inutilizado para producir fuego real". Si no es así, solo pueden "usar cartuchos de fogueo y se debe contar con la identificación para manipularlas". Aquí, existen empresas especializadas en proporcionar, transportar y almacenar un atrezzo de truco para la correcta simulación sin riesgo alguno, productos que generan efectos pirotécnicos o explosiones que cuentan con los elementos de seguridad necesarios. Son compañías que están plenamente homologadas para el uso de estos elementos, gracias a que cuentan con la autorización precisa solicitada con anterioridad a la Guardia Civil o las policías autonómicas, según el territorio donde tenga lugar el rodaje. Una vez conseguido el permiso por parte de la Delegación del Gobierno, que contempla un máximo de cinco años para su uso debidamente justificado, entra en escena el llamado maestro armero.
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Se trata del profesional que acude a la grabación para supervisar, controlar y custodiar de manera escrupulosa todo el material armamentístico, además de elaborar un detallado informe sobre cuándo, cómo, quién y dónde ha disparado esas pistolas, fusiles o revólveres detonadores. En este sentido, el actor Tristán Ulloa se pronunciaba recientemente a propósito de los hechos en Sante Fe (Nuevo México) que le costaron la vida a la directora de fotografía Halyna Hutchins e hirieron al director de la cinta Rust, Joel Souza. "Existe todo un protocolo para que un actor llegue a empuñar un arma de fuego en la ficción", relataba. "Llevo varios días manejándolas en un rodaje de producción americana y, aún sabiendo que los cargadores son de aire comprimido, la aprensión es inevitable", admitía. Hay además una directiva europea que hace referencia a la normativa, donde se apunta que los estados miembros de la UE puede "autorizar la adquisición y la tenencia de armas de fuego y municiones de la categoría A, cuando sea necesario por motivos educativos, culturales, incluidos el cine y el teatro".
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El debate sobre la mesa está más abierto que nunca, no solo en Norteamérica donde ya se ha hecho un llamamiento masivo para prohibir el uso de armas reales en los rodajes. "No hay excusa para que algo así ocurra en el siglo XXI", rezaba el texto de la petición lanzada hace unos días por el guionista y director Bandar Albuliwi. "Presentaremos un proyecto de ley para impedir que hay balas de verdad en los rodajes y evitar así este tipo de violencia sin sentido", remarcaba. La conmoción generalizada ya comienza a tener consecuencias, puesto que la popular ficción policiaca The Rookie de la cadena ABC decidió al día siguiente del tiroteo prohibir toda la munición en su set En España, tenemos películas de reciente estreno donde hay secuencias de acción de este tipo, como es el último filme de Daniel Monzón, Las leyes de la frontera, que en el momento de su grabación tuvo que cumplir a rajatabla la legislación vigente.
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