La vida de Esther Doña dio un vuelco dramático en muy poco tiempo. Hace menos de dos años, estaba felizmente casada con Carlos Falcó, era marquesa de Griñón y vivía en El Rincón, un palacio del siglo XIX a las afueras de Madrid, rodeada de un sinfín de comodidades y lujos: fiestas elegantes, viajes por todo el mundo, cenas con aristócratas… En plena primera ola de la pandemia, su marido falleció a causa de la Covid-19 y, de la noche a la mañana, ella no solo perdió a su compañero de vida, sino también la vida que conocía con él.
Tras enviudar, volvió a su piso de soltera y empezó a escribir sobre los momentos importantes de su relación y matrimonio con el marqués de Griñón: el primer encuentro, el noviazgo, la boda… “Me decidí a escribir este libro porque necesitaba despedirme de Carlos y hacerle un bonito homenaje. Es duro cuando la vida te golpea de esta manera como a tantas y tantas familias”, explica Esther en conversación con ¡HOLA! El resultado es La vida de un gran hombre a través de mis ojos (Planeta), un libro que llegará a las librerías el próximo miércoles.
“Santiago y yo compartimos todo. Es mi pareja y vivir juntos será lo normal. Estamos centrados en nuestra felicidad y en nuestro futuro juntos”
Estas memorias no solo la ayudaron a despedirse de su marido, sino también a cerrar heridas… Sin darse cuenta, también volvió a encontrar el amor, esta vez con Santiago Pedraz, juez de la Audiencia Nacional. “Cuando escribí el libro, pensaba que tardaría varios años en poder superar lo que me había pasado y encontrar a alguien con quien compartir de nuevo la vida”, reconoce. “Ahora mismo siento que he empezado a recuperar mi vida, mis ilusiones y un futuro al que miro con muchas ganas”, añade. Para celebrar este nuevo comienzo, acaba de renovar su piso de soltera con la ayuda de Banak Importa. La firma ha convertido su casa en un hogar moderno y luminoso donde predominan las maderas cálidas y los muebles de líneas rectas y diseño depurado, con toques de estilo industrial y nórdico.
“Tenía que ser un espacio pensado para compartir”, subraya Esther, que encargó el proyecto a Banak Importa pensando en un hogar con proyección a ser compartido la mayor parte del tiempo.¿Tiene planes de vivir junto al magistrado? “Santiago y yo compartimos todo. Es mi pareja y será lo normal”, responde ella sin dudarlo.
—Nuevo amor, nuevo libro… y ‘nueva casa’. ¿Por qué has decidido cambiar la decoración de tu piso?
—Bueno, la vida te da sorpresas y yo siempre he mirado hacia adelante. En ningún momento pensé que todo esto iba a coincidir, pero así ha sido. Tomé la decisión de mudarme a mi casa hace tiempo y desde entonces planeaba cambiar la decoración. Era algo que me hacía mucha ilusión.
—¿Qué tiene que tener una casa para que le guste a Esther Doña?
—Más que una casa, tiene que ser un hogar. Yo necesitaba que mi hogar me transmitiera paz, me arropara, que fuera un espacio cómodo, funcional y confortable donde poder relajarme, que me hiciera sentir bien… En definitiva, encontrar en mi hogar ese lugar en el mundo al que siempre quieres volver, donde están tus recuerdos, vives el presente y miras hacia el futuro…
“¿Por qué nuestra historia de amor causa tanto revuelo? Será porque hacemos una pareja ideal. Pero nosotros nos mantenemos ajenos a todo eso”
—Has estado muy involucrada en el proceso de decoración…
—He estado involucrada en todo momento. Yo sabía lo que quería, pero tenía una idea muy abstracta. De la mano del equipo de decoradoras de Banak Importa, que es la firma de muebles y decoración que ha realizado íntegramente el proyecto de decoración, conseguimos darle forma. Me han ayudado a convertir mi casa en un hogar. Tengo que confesaros que he descubierto que me apasiona la decoración. De hecho, me animé a decorar yo misma uno de los dormitorios.
—¿Y Santiago? ¿Te ha ayudado con las tareas de interiorismo?
—¡Sí! A Santiago le ha encantado cómo ha quedado la decoración de la casa. El espacio que más nos gusta a los dos es la terraza y él me ha ido dando ideas a medida que avanzaba el proyecto. Por ejemplo, él tuvo la idea del jardín vertical, que, además, ha venido de Málaga. Es como tener un trocito de mi tierra aquí conmigo y da otro aire a la terraza, mucho más acogedor. Además, me ha animado a incorporar algunos cuadros de Marc Janus y de José Luís Ramírez Portales, dos artistas maravillosos que son amigos y que aún tenía guardados.
—¿Cuál es tu rincón favorito de la casa?
—Imposible quedarme solo con uno. ¡Me gustan todos! Pero si tengo que elegir, me quedo con la terraza, sobre todo en la zona del sofá, que es uno de los espacios donde más tiempo paso. Me gusta disfrutar de la luz del sol mientras me relajo y desconecto de todo… También con el dormitorio de invitados, que lo he decorado yo personalmente y es una de las estancias más cálidas de la casa. Y otro de los rincones que más me gustan, en el salón, son las dos vitrinas de la colección ‘Parma’, de Banak Importa. Para mí era muy importante poder reunir mis recuerdos, objetos y regalos personales más especiales en un lugar de excepción que me permitiera tenerlos a la vista y protegidos al mismo tiempo. Las dos vitrinas de madera, metal y cristal han sido el recurso perfecto para conseguirlo.
—Esther, ¿no echas de menos vivir en un palacio?
—Para nada echo de menos la vida en El Rincón. Esta demasiado lejos y, desde que Carlos no está, era absurdo. Estoy feliz en mi casa, es mucho más funcional y acogedora y está cerca de todo.
—En este piso has escrito La vida de un gran hombre a través de mis ojos, el libro sobre tu vida con Carlos Falcó. Comienzas con una frase de Confucio: “Un hombre tiene la edad de la mujer a la que ama”. ¿La mujer también tiene la edad del hombre al que ama?
—Bueno, eso no lo sé. Un día, Carlos comentó que todo el mundo cuestionaba nuestra diferencia de edad y una amiga le dijo esta frase. Carlos quedó encantado, tanto que se la apropió.
“No me importa el título de marquesa viuda. Lo único que hace es recordarme que la persona más importante de mi vida ya no está conmigo. La palabra ‘viuda’ es muy dolorosa”
—Entonces, ¿qué edad tiene ahora Esther Doña?
—Esther está ahora en una edad fantástica. Estoy feliz, ilusionada, con energía…
—Tú tienes cuarenta y tres años, y Santiago, sesenta y tres. ¿No notas la diferencia de edad?
—De verdad, ¿vamos a seguir con esos prejuicios? Estoy feliz con él y por supuesto que no noto esa diferencia de edad. Yo le miro cada día y me pregunto: ‘¿Cómo lo hace?’ Es tan ideal.
—¿Santiago ya ha leído el libro?
—Sí, Santiago ha leído mi libro y le ha sorprendido mucho. Para él también ha sido difícil y había momentos en los que tenía que parar y coger aire para seguir leyendo. Es un libro muy emotivo.
—¿Has enviado un ejemplar a los hijos de Carlos?
—Aún no he podido, el libro esta todavía en imprenta. Pero estoy segura de que les gustará. Es un libro hecho con mucho amor y respeto. Es un homenaje a la gran persona que era mi marido.
“Echo de menos a Carlos cada día. Pero no echo de menos la vida en el palacio El Rincón. Está demasiado lejos y, desde que Carlos no está, era absurdo”
—En el libro cuentas que te casaste con Carlos cuando tenía ochenta años y que sabías que, probablemente, ibas a enviudar joven. Pero ¿estabas preparada para ser viuda?
—Creo que nunca estás preparada para eso, pero, en las condiciones que ocurrió todo, muchísimo menos.
—Cuentas que al principio te costó adaptarte a la vida en palacio, con servicio y protocolo. En el libro revelas una anécdota muy divertida: una noche bajaste a cenar en pijama y Carlos te preguntó si te ibas a dormir. ¿Qué es lo que más te costó de esa nueva vida?
—Bueno, hay muchas anécdotas. Es cierto que, cuando comienzas a convivir con una persona, hay cosas que tienes que ir aprendiendo, por los dos lados. Pero, en general, creo que lo que más me costó fue la apretada agenda de Carlos y que, como todos sabéis, pasó a ser también mi agenda, porque no nos separamos en todo el tiempo que la vida nos regaló juntos.
—Durante mucho tiempo, se dijo que fuiste corista de Julio Iglesias, su musa, su amiga… En el libro aclaras todo. ¿Le contaste a Carlos que conocías a Julio?
—Sí, se lo comenté al poco tiempo de conocerle, cuando aún estábamos con nuestra relación por WhatsApp. Salió la conversación. Él me estaba contando una anécdota de la que se sentía muy orgulloso: fue en un viaje en el que coincidió con Julio. Julio, al verle en un restaurante, se levantó para saludarle y darle un fuerte abrazo, en el que le dijo: “Este abrazo es por lo bien que has cuidado a mis hijos”. Y Carlos se sintió feliz por ese cariño.
—En el libro también revelas que has tenido una relación cordial con Isabel Preysler y que incluso Isabel, Mario Vargas Llosa, Carlos y tú hablabais por teléfono muchas veces. ¿Has hablado con Isabel después de la muerte de Carlos?
—Ellos tenían una relación cordial y Carlos admiraba mucho a Mario y la relación de ellos comenzó más o menos en la misma época que la nuestra.
“Santiago está un poco sorprendido”, dice Esther sobre la atención mediática. “Pero si este es el precio que tiene que pagar por la felicidad, bienvenido sea. Esto nos ha unido aún más”
—Defines tu relación con el amor de la siguiente manera: “Intensa, apasionada y, a pesar de los tortuosos caminos por los que me ha llevado, me declaro una persona de pareja”. ¿Has sufrido por amor?
—No, nunca he sufrido por amor. Sufres por fracasos y decepciones, sobre todo sufres cuando ves pasarlo mal a las personas que quieres. Pero soy una enamorada del amor y lo necesito en mi vida. No comprendo la vida sin estar enamorada o ilusionada.
—Cuando escribiste el libro, todavía no estabas saliendo con Santiago. ¿Te imaginabas que ibas a encontrar de nuevo el amor?
—Uf, cuando escribí este libro, pensaba que tardaría varios años en poder superar lo que me había pasado y encontrar a alguien con quien compartir de nuevo mi vida.
—¿Echas de menos algo de tu vida anterior de marquesa?
—Solo echo de menos a Carlos, cada día.
—¿Y el título de marquesa viuda?
—La verdad, no me importa. Lo único que hace es recordarme que la persona más importante de mi vida ya no está conmigo. La palabra ‘viuda’ es muy dolorosa.
—Un momento emotivo del libro es cuando llegas a dos mil veinte, al mes en que estalla la pandemia. Tú le dices a Carlos que deje de ir a cenas y fiestas y que se cuide. Pero no te hizo caso. ¿Te arrepientes de no haber insistido más? ¿Alguna vez te has sentido culpable?
—No, al contrario, me alegro de que hubiera podido disfrutar hasta sus últimos momentos. La pandemia ha sido muy fuerte y se hubiera podido contagiar de cualquier manera. Así que él vivió feliz hasta el final.
—En el libro, revelas que, a veces, te sentiste incómoda entre la aristocracia. ¿La judicatura puede ser tan prejuiciosa como la aristocracia?
—Estoy, estamos muy felices y muy tranquilos.
—En el epílogo, que es una carta de amor a Carlos, dices: “Soy una mujer joven y con una vida por delante”. ¿Te gustaría volver a casarte? ¿Tener hijos?
—Ahora mismo siento que he empezado a recuperar mi vida, mis ilusiones y un futuro al que miro con muchas ganas.
“He descubierto que me apasiona la decoración”, revela Esther, que decoró su piso con la ayuda de Banak Importa, la firma de muebles e interiorismo que realizó todo el proyecto
—Tu posado con Santiago en ¡HOLA! ha desatado ríos de tinta, incluso editoriales y columnas en secciones de política de periódicos nacionales. ¿Te esperabas semejante repercusión?
—No, no nos lo imaginábamos. Pero nosotros estamos ajenos a todo eso. Estamos centrados en nuestra felicidad, en nuestro futuro juntos y llenos de ilusiones.
—¿A qué crees que se debe tanto revuelo?
—¿Será porque hacemos una pareja ideal?
—¿Cómo se ha tomado Santiago toda esta atención mediática?
—Está un poco sorprendido, pero, si es el precio que tiene que pagar por la felicidad, bienvenido sea. Él no se esconde ni piensa hacerlo y, claro, esto nos ha unido aún más.
—¿Te gustaría en algún momento vivir con Santiago?
—Santiago y yo compartimos todo. Es mi pareja y vivir juntos será lo normal.