El sueño se hizo realidad. No hay fronteras para la cultura. Después de muchos meses de espera, el nobel de literatura pudo celebrar la puesta de largo de la Cátedra Vargas Llosa, en ‘El Jaral de la Mira’, los Bosques de Su Majestad en tiempos de Felipe II. Es el comienzo de algo grande y el lanzamiento de esta nueva etapa arrancó al tiempo que el evento ‘Un encuentro por la cultura en libertad’, con el escritor al mando de una excepcional jornada con 400 invitados y siete horas de celebración.
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No lo hizo solo. Junto a él, Isabel Preysler, a la que recibió, con un beso en la mano, a pie de coche, y sus dos familias. Todos a una, por primera vez en público, luchando por el sueño de Mario Vargas Llosa. Ana Boyer y Fernando Verdasco; Tamara Falcó e Íñigo Onieva; Álvaro Vargas Llosa y su pareja, Nada Chedid Ziade, y dos nietas del escritor, Josefina y Ariadna.
Tenía mucho que celebrar y era todo alegría, al igual que Isabel, quien, alejada de la vida pública desde que falleció su madre, Beatriz Arrastia, reaparecía también muy sonriente y derrochando estilo, con un vestido bohemio reciclado, de Michael Kors. “Hoy es un gran día”, dijo a la prensa mientras, entre pregunta y pregunta, hablaba de su reciente viaje a Maldivas con Tamara y contaba que está encantada porque tiene a Fernando Verdasco, a Ana Boyer y a sus nietos en casa y que “ser abuela es maravilloso”.
Minutos después, ambos llegaban de la mano a la plaza de toros de la finca. Acompañada por su hija y su yerno, Isabel ocupaba un lugar de honor en el palco, vestido con las banderas de España y Perú, mientras Vargas Llosa accedía al albero para ser recibido por Roca Rey, quien le brindó la faena.
Isabel Preysler reapareció para apoyar a Mario Vargas Llosa en su impulso a la cultura, ante 400 invitados de todo el mundo, que disfrutaron de un tentadero y una gran experiencia gastronómica
Vestirte de torero es un ritual y, en esta ocasión, el maestro hizo un guiño a su país en común, Perú. Se enfrentó al novillo con un traje beis, realizado en Sevilla, con alpaca de los Andes, e hizo el brindis con sombrero: “Va por usted, sus invitados, España, el Perú y la libertad de las culturas”. Y, después, lidió un toro a puerta cerrada para todos los asistentes. Un tentadero de machos con un novillo que fue indultado y volvió al campo para ser curado. La figura del toreo es una revolución en el declive de la fiesta. Tiene elegancia y valor y remató la faena a cuerpo limpio, tirando la muleta al suelo, en un desplante, después de llenarse de música la plaza: Entre dos aguas, de Paco de Lucía, seguida de un martinete a cargo de Corinne Sauvage (voz), Cristian Almodóvar, Javier Romanos y, Juan José Calzas, guitarra y caja.
Un hueco para la familia
“Es un gran ‘cajoneador” le contaba después Vargas Llosa a Tamara, que no pudo llegar a tiempo para el tentadero. A las puertas de cumplir cuarenta años, la marquesa de Griñón va de éxito en éxito y no puede llevar una vida más agitada, aunque siempre hay un hueco para la familia. Asistió acompañada por su novio. Esta es la segunda vez que se veía a Iñigo Onieva en familia, después de un año de relación. La primera fue tan solo hace unos días, cuando Tamara se diplomó como chef en la escuela Le Cordon Bleu. Y las declaraciones llegaron después, cuando presentaba su libro Las recetas de casa de mi madre (Espasa): “Íñigo ha llegado en un momento bueno para mí”. Y añadía que no tiene, de momento, planes de boda. Aunque sí está lista para casarse… y, ahora, disfruta “del precioso momento del noviazgo”.
Y así la vimos durante la celebración, en la que, con la colaboración de las dos familias —que ya son una—, Mario Vargas Llosa ejerció de gran anfitrión para sus invitados. Personalidades del mundo artístico, cultural, empresarial y político de 22 países, de uno y otro lado del Atlántico, compartiendo ideas y estrechando amistades, decididos a fomentar la cultura y la creación literaria. Un evento único —organizado por la Cátedra Vargas Llosa y FIL, con la colaboración de Cremades & Calvo-Sotelo, y ‘El Jaral de la Mira’— en el que este novelista imbatible, preocupado por las libertades que se achican, consiguió conciliar cultura, música (actuó David Ascanio) y gastronomía. Otra experiencia inolvidable para los invitados con la fusión de dos cocinas. La peruana del chef José Olave (Gastón Acurio) y la de Mario Sandoval, uno de nuestros grandes cocineros, con dos estrellas Michelin. De los platos homenaje a la ciudad de Arequipa, donde nació Vargas Llosa, a la cocina más esencial de España, que incluyó el cochinillo asado, que tanto gusta a Isabel Preysler. Todo servido en mesas bautizadas con los títulos de sus obras, con vistas a las encinas y a la finca ‘El Jaral de la Mira’, propiedad de los hermanos Sandoval, que fue creada como un sueño compartido que cumplirá el sueño de otros… El último, el de Vargas Llosa: “La Cátedra Vargas Llosa, que nació en 2011, en Madrid, inicia ahora una nueva etapa, bajo el paraguas de la Fundación Internacional para la Libertad (FIL)”, que también preside el escritor. “Manteniendo una autonomía de sus actividades, seguirá dedicada a contribuir al estudio y a la difusión de la literatura y la cultura en todo el mundo, especialmente en los países de habla hispana”. Asimismo, “también pretende agitar el debate, promover a nuevas generaciones de escritores y acercar entre sí a creadores, críticos, pensadores y otros protagonistas de nuestra vida cultural”.
Vargas Llosa, que ha hecho una extraordinaria contribución universal a la literatura y a la lengua española, y atesora los premios literarios más importantes, sigue aumentando su legado.