Uno de los efectos secundarios que ha generado la publicación de la incipiente bonita amistad entre Ernesto de Hannover y la española Claudia Stilianopoulos ha sido el regreso a los titulares de la madre de esta última, Pitita Ridruejo. Una ocasión para que las nuevas generaciones conozcan a uno de los personajes más fascinantes de la historia popular reciente de nuestro país. Esperanza Ridruejo cuenta con una de las biografías más interesantes del siglo pasado. No era princesa ni aristócrata pero vivió como si lo fuera. En Madrid residía en su propio palacio. Desde muy joven, estaba acostumbrada a tratar con gente importante. Pitita creció en el seno de una familia acomodada de Soria. Su abuelo fundó la Banca Ridruejo y su padre, Epifanio, fue vicepresidente de Campsa y Telefónica, así como procurador en Cortes. Pero si había un personaje ilustre en el clan ese era su tío, el poeta Dionisio Ridruejo. Sin embargo, Pitita terminaría convirtiéndose en la mujer más famosa de su familia.
Con 26 años contrajo matrimonio con el diplomático filipino José Emmanuel “Mike” Stilianopoulos, que fue embajador de Filipinas en el Reino Unido y en España. Sus padrinos de boda fueron los condes de Barcelona, los padres del rey Juan Carlos. En sus memorias, publicadas en 2002, Pitita narra su vida entre la realeza: tomó el té con la reina Isabel de Inglaterra en Windsor, acudió a la boda del príncipe Carlos y Lady Di, pasó sus vacaciones en la residencia de verano de la princesa Margarita de Inglaterra en Mustique y fue amiga de los marajás de Jaipur, además de ser la única española en formar parte del clan Kennedy e íntima de Imelda Marcos. Una trepidante vida social que también vivieron sus hijos: Anna, Carlos y Claudia, esta última de actualidad por su relación con el príncipe Ernesto de Hannover.
No hay constancia de la relación previa de Pitita con la importante familia principesca. En su autobiografía tampoco deja constancia de una amistad con Grace Kelly y Raniero de Mónaco, padres de Carolina de Mónaco, la todavía mujer de Ernesto — no están divorciados— , también de actualidad, de manera indirecta, estos días por este noviazgo. No hay duda de que los príncipes monegascos y Pitita pudieron coincidir en alguna fiesta, en algún salón o incluso en Marbella, donde al soberano monegasco y su mujer se escapaban en ocasiones y donde Pitita era la reina y señora. Pero Pitita y Carolina de Mónaco tienen un fortísimo vínculo, al margen del noviazgo de su hija y su exmarido. ¿Cuál es? Andy Warhol.
Sí, el artista pop más famoso de todos los tiempos. Famosas son sus fotografías de la princesa Carolina que luego ilustraron la portada de la revista Vogue. Sin embargo, pocos conocen que Pitita, que en las muchas facetas que abordó también está la periodista y columnista de ABC, fue una de las contadas personas que pudo conocer de cerca al artista estadounidense. Su encuentro fue de lo más curioso. Durante una visita a España, se entrevistó con él en la suite de un hotel madrileño. Al entrar , lo encontró todo tirado. Se sentó en el suelo y comenzó con las preguntas. Al terminar, el artista le preguntó si estaba acostumbrada a ver las habitaciones así. “¡Por supuesto que no! Pensé que habías tenido una pelea con alguien y traté de disimular”, respondió ella. “Yo fui quien tiró todo para observar tu cara de susto cuando entraras. ¡Me dejaste completamente frustrado!”, le contestó Warhol. Luego coincidieron en algunas de las fiestas que algunas de las familias más poderosas y bohemias de Madrid organizaron en su honor.
Carolina de Mónaco ha sido musa para fotógrafos y artistas, pero Pitita también lo fue. Además de su encuentro con Warhol, Dalí quiso hacerle un retrato y Federico Fellini le quiso ofrecer un papel, sin embargo ella declinó todas las ofertas para seguir siendo simplemente Pitita la mujer que, tres años después de su muerte, sigue copando los titulares.