Concha Márquez Piquer nos ha dejado este lunes a los 75 años de edad debido a una insuficiencia respiratoria que no ha podido remontar. La artista se marcha dejando grandes éxitos que resonarán para siempre en nuestros oídos convirtiéndola en eterna, pero también habiendo vivido grandes historias de amor que quedarán en el recuerdo. Con un flechazo, así comenzó su romance con Curro Romero. La cantante tenía 15 años y vivía con sus padres en un piso en la famosa Gran Vía madrileña. Un día, al salir de su portal, se encontró con un joven torero que en aquellos tiempos estaba triunfando en los ruedos y fue tal la impresión que causó en ella que lo primero que le dijo a su madre al verlo fue: "He encontrado al amor de mi vida". Debido a su juventud y a la diferencia de edad que se llevaba con el matador, doce años, su madre, Concha Piquer, decidió mandarla durante tres años por Europa para conocer otros lugares y tratar de alejarla de Curro y de ese amor.
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Pero ni el tiempo ni la distancia hicieron que ese sentimiento desapareciera, al contrario, por lo que el 26 de octubre de 1962 ocurrió lo inevitable y la pareja se dio el "sí, quiero" en la iglesia de los Jerónimos de la capital. Un gran evento que congregó a las personalidades más granadas de la época como Antonio Márquez, torero y padre de Concha Márquez o Lola Flores, entre otros.
Pese al inmenso amor que se profesaban ambos, pronto comenzaron los problemas entre ellos. Concha sufría por la profesión tan peligrosa de su marido pero, aún así, prefería ir a verle torear a la plaza ya que para la cantante era más doloroso esperar en casa una llamada para confirmar que todo había ido bien que verlo con sus propios ojos. Tiempo después esa preocupación se convertiría para la artista en un auténtico suplicio. Por otro lado, a Curro no le gustaba que su esposa siguiera los pasos de su madre y se dedicara al mundo del espectáculo por lo que le dio un ultimátum, al que la también actriz hizo oídos sordos y debutó en 1970 cuando ya llevaba siete años casada y había tenido a sus dos primeras hijas: Concha y Coral. Esta última falleció de manera trágica en un accidente de automóvil en Estados Unidos en noviembre de 1986, con apenas 19 años. Su muerte sumió a la cantante en una profunda depresión de la que habló públicamente en diversas ocasiones.
Tras separarse del torero en 1979, obtuvo el divorcio en mayo de 1982, pocos meses después de que se aprobara la ley. Para entonces ya había rehecho su vida sentimental junto al actor Ramiro Oliveros, con quien contrajo matrimonio por lo civil ese mismo año y de esa unión nació en 1988 su tercera hija, Iris Amor. El intérprete fue, según afirmó en diferentes ocasiones, el verdadero amor de su vida. Aún así, siempre se negó a facilitar el divorcio eclesiástico a Curro Romero. Ramiro hoy es un hombre totalmente hundido por la pérdida de su alma gemela y ha declarado a ABC que con la muerte de su esposa se va también su vida.