Hay tantos duelos como personas. Y cada persona pasa por su propio duelo. Mayte García lo sabe bien. En 2018, la empresaria y su entonces marido, Santiago Cañizares, perdieron a su hijo pequeño, Santi , de cinco años, a causa de un cáncer. España entera arropó a la pareja, tal como ocurrió cuando Ana Obregón perdió a su único hijo, Aless Lequio. Son dos madres unidas por el mismo dolor. Y por la misma enfermedad. “He tenido días como Ana, de no encontrar sentido a nada y pensar que el mejor lugar era estar con mi hijo”, reconoce Mayte en conversación con ¡HOLA! “Pero los puedo contar con los dedos de una mano. Esos días los tiene todo ser mortal. La diferencia es que yo tengo tres soles más y me necesitan con todos los sentidos llenos de batería. Se lo merecen ellas y yo”, añade, refiriéndose sus otras tres hijas: Sofía, India y Martina.
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“Tras perder a un hijo no vives un duelo, vives un infierno”, confesó Obregón en una entrevista que dio a ¡HOLA! este verano. Y Mayte García coincide con la presentadora. “Yo viví el infierno cuando ves que ya todo se acaba, que ya no puedes hacer nada y que uno de los amores de tu vida se va a ir. Qué difícil aceptarlo. No hay palabras, ni sentimiento que describa esa sensación”, admite. “Pero por él, por mi familia, mis amigos, me sobran las ganas de seguir amando esta vida injusta, que si quieres es increíblemente bonita”.
¿Se puede aprender algo de una tragedia tan grande? Mayte dice que sí. “Yo he aprendido que la felicidad son momentos. Y era precisamente yo la que no estaba siéndolo y estaba faltando a la promesa que le hice a mi hijo: ser feliz cada día. Necesitaba frenar y cuidarme emocionalmente”, explica, refiriéndose a la separación de su marido. Hace unas semanas, Mayte y Santiago firmaron los papeles del divorcio tras trece años de matrimonio. Para ella, ha sido lo más difícil después de la muerte de su hijo. “Sin duda alguna, pero tenemos que sobrevivir y vivir”, apunta.
Mayte no cree que la muerte de su hijo haya tenido algo que ver con la ruptura de su matrimonio. “Evolucionas y priorizas unas cosas que antes no hacías. Pero eso también es el crecimiento natural de las personas. Lo importante es detectarlo a tiempo y saber aceptarlo”, dice. “Cuando te pasan cosas irreparables, como es la perdida de un hijo, evolucionas a pasos agigantados y priorizas. Cada uno estaba tomando caminos diferentes que nos hacían sentir más felices, pero como matrimonio estábamos cada vez más alejados. Y creo que eso hay que respetarlo”, reflexiona. “Ya hemos perdido mucho y hay que ser humildes y aceptar que si ya no éramos el matrimonio idílico que habíamos conseguido ser, podríamos seguir siendo unos padres maravillosos para nuestras hijas y apoyarnos el uno en el otro, como siempre lo hemos hecho”.
Solo tiene treinta y nueve años, y ya ha vivido (y perdido) mucho. ¿Se puede volver a ser feliz después de haber sufrido tanto? Mayte no duda en su respuesta: “Yo no elegí la muerte de mi hijo, pero sí decidí vivir en su honor y seguir sumando vida a los días”.