Santiago Cañizares y Mayte García anunciaron, este verano, su separación, después de trece años de matrimonio. El exportero de fútbol y analista deportivo y la empresaria lo hicieron a través de un comunicado conjunto: “Hemos intentado ser un ejemplo para nuestros hijos, familia y amigos. Y es nuestro objetivo tratar de seguir siéndolo”, dijeron entonces, pidiendo respeto a los medios de comunicación para “evitar el sufrimiento de los más pequeños”. Cañizares y García tuvieron cuatro hijos en común: Sofía, India, Martina y Santi, que falleció cuando solo tenía cinco años. “Por el respeto, cariño y apoyo que nos habéis profesado, sobre todo, en los momentos duros, nos sentimos en la obligación de ser nosotros quienes os lo transmitamos”, añadieron.
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El anuncio sorprendió, ya que Santiago y Mayte formaban una de las parejas más sólidas y queridas y, también, una de las más respetadas y admiradas por todos. En 2018, vivieron la tragedia de la muerte de su hijo, Santi, a causa de un meduloblastoma, un tumor maligno que comienza en el cerebelo. Durante los dieciséis meses de enfermedad del pequeño, ambos mostraron una entereza descomunal y encomiable.
Ese trance los cambió a los dos. Ahora, Mayte habla con ¡HOLA! de los motivos de la ruptura, su relación con Santiago, el recuerdo de su hijo, Santi, y su nueva vida de soltera. “Estaba faltando a la promesa que le hice a mi hijo: ser feliz cada día”, reconoce en esta sincera entrevista.
“Santi y yo ratificamos nuestro divorcio hace unas semanas. Ya estamos divorciados, pero seguimos muy unidos por nuestra familia”
—Mayte, ¿cómo te encuentras?
—Tranquila y en paz conmigo misma.
—Tu separación de Santiago nos pilló a todos por sorpresa. Entonces, dijiste que no era el momento de estar juntos, ¿en qué momento te encuentras?
—Santi y yo ratificamos nuestro divorcio hace unas semanas. Estamos divorciados, pero seguimos muy unidos por la familia que creamos juntos.
—Te referiste a él como tu “alma gemela”. Supongo que cuesta separarse de tu alma gemela…
—Creo que ningún divorcio es fácil y menos después de haber compartido tantos años juntos y tantas vivencias. Pero cada separación es diferente y, en nuestro caso, hemos sido muy humildes y hemos sabido cuidar la parte emocional, intentando no hacernos daño.
—Dijiste que tu hijo, Santi, os había enseñado a ti y a Santiago a buscar la felicidad, ¿ya no erais felices?
—Bueno, he aprendido que la felicidad son momentos. Y era precisamente yo la que no estaba siéndolo y estaba faltando a la promesa que le hice a mi hijo: ser feliz cada día. Necesitaba frenar y cuidarme emocionalmente.
—¿Cuáles han sido las razones de la separación?
—Creo que, cuando un matrimonio se separa, no hay un único culpable. En nuestro caso, siempre ha habido mucha comunicación, cariño y respeto. Pero cuando te pasan cosas irreparables, como es la pérdida de un hijo, evolucionas a pasos agigantados y priorizas cosas a las que antes no les dabas importancia. Y otras a las que les dabas mucha importancia y ahora son insignificantes. Cada uno estaba tomando caminos diferentes que nos hacían sentir más felices, pero como matrimonio estábamos cada vez más alejados. Y creo que eso hay que respetarlo. Ya hemos perdido mucho y hay que ser humildes y aceptar que, si ya no éramos el matrimonio idílico que habíamos conseguido ser, podríamos seguir siendo unos padres maravillosos para nuestras hijas y apoyarnos el uno en el otro, como siempre lo hemos hecho.
“No estaba siendo feliz y estaba faltando a la promesa que le hice a mi hijo: ser feliz cada día. Necesitaba frenar”
—¿Fue una decisión tomada de común acuerdo? ¿Cómo fue esa charla?
—No fue fácil, sencillamente, porque hemos construido y superado muchas cosas juntos. Fueron dos meses de charlas interminables y necesarias. Muy humildes, reconociendo cada uno nuestros errores, perdonándonos en todo lo que hayamos podido hacer mal. Es ahí donde te das cuenta de la clase de persona que tienes delante y lo importante que es tener la voluntad de seguir apoyándonos y ayudándonos en la tarea de ser unos papás ejemplares.
—Entonces, ha sido una separación amistosa.
—Nosotros todo lo hacemos de forma amistosa. En nuestra familia, no hay cabida para la disputa. Unas veces cederá uno y otras veces, otro. No nos regimos por un papel, nos regimos por las necesidades que tenemos cada día, por el bienestar de nuestras hijas y el nuestro propio.
—¿Cómo se lo han tomado tus hijas?
—Mis hijas, después de todo lo que les ha tocado vivir, están en otro nivel. Son auténticas luchadoras. Me emociono solo de pensar en ellas. Se lo han tomado bien. Ellas han vivido separaciones traumáticas cercanas a la familia y lo único que nos pidieron es que siguiéramos llevándonos igual de bien que hasta ahora y que pudieran sentir que tenían una familia unida.
—¿Cómo se ha portado Santiago?
—Es una persona extraordinaria, con un corazón enorme. Y sé fehacientemente que lo que necesite de él siempre lo tendré, y viceversa.
“Santi y yo ya hemos perdido mucho. Hay que ser humildes y aceptar que ya no éramos el matrimonio idílico que habíamos sido”
—Santiago y tú habéis pasado por la experiencia más difícil, la pérdida de un hijo. ¿Crees que esa pérdida ha podido tener algo que ver en la separación?
—No lo creo. Solo, como te decía, evolucionas y priorizas unas cosas que antes no hacías. Pero eso también es el crecimiento natural de las personas. Lo importante es detectarlo a tiempo y saber aceptarlo.
—Siempre habéis enviado un mensaje de esperanza, de positividad... ¿Se puede volver a ser feliz después de la pérdida de un hijo?
—Yo no elegí la muerte de mi hijo, pero sí decidí vivir en su honor y seguir sumando vida a los días.
—Ana Obregón, que ha pasado por la misma experiencia, dice que el día que perdió a su hijo ella también murió y que espera renacer. ¿Alguna vez te has sentido así?
—He tenido días como Ana, de no encontrar sentido a nada y pensar que el mejor lugar era estar con mi hijo. Pero los puedo contar con los dedos de una mano. Esos días los tiene todo ser mortal. La diferencia es que yo tengo tres soles más y me necesitan con todos los sentidos llenos de batería. Se lo merecen ellas y yo.
—Ana también dijo algo que me impactó mucho, que ella no vivió un duelo, que vivió “un infierno”. ¿Te sientes identificada?
—Yo viví el infierno cuando ves que ya todo se acaba, que ya no puedes hacer nada y que uno de los amores de tu vida se va a ir. Qué difícil aceptarlo. No hay palabras ni sentimiento que describa esa sensación. Pero por él, por mi familia, mis amigos, me sobran las ganas de seguir amando esta vida injusta, que, si quieres, es increíblemente bonita.
“Cuando te pasan cosas irreparables, como es la pérdida de un hijo, evolucionas a pasos agigantados y aprendes a priorizar”
—¿Cómo es tu vida ahora?
—La verdad es que estoy intentando vivir con mucha tranquilidad. Disfrutando mucho de mis hijas y muy centrada en mi trabajo en el sector de las energías renovables. Es un trabajo que me fascina.
—¿Tu hijo, Santi, te da fuerzas para encarar esta nueva etapa de tu vida?
—Mi hijo, Santi, vive permanentemente conmigo. Como mi hijo que es y por su talante ante la vida, es mi guía en todo lo que hago y el que me da fuerza para seguir, pase lo que pase. La magia de vivir el hoy, porque me enseñó que, muchas veces, ya no hay ese mañana.
“No fue fácil la decisión de separarnos. Fueron dos meses de charlas interminables y necesarias. Cada uno reconoció sus errores y pidió perdón”
—Después de la pérdida de Santi, ¿la separación ha sido lo más difícil por lo que has pasado?
—Sin duda alguna, pero tenemos que sobrevivir y vivir.
—¿Cómo está ahora tu relación con Santiago?
—Santi y yo hablamos todas las veces que lo necesitemos. Vivimos cerca y nos vemos a menudo. Es una relación sana donde queremos lo mejor para todos.
—¿Crees que, en algún momento, podéis volver a estar juntos?
—Me acabo de divorciar. Y yo, desde hace tres años, vivo el hoy.
—¿Qué es lo que más te cuesta de tu nueva vida de soltera?
—Bueno, supongo que es un período de adaptación por el que pasarán todos los matrimonios que se separan. Pero lo que más, el cambio de casa, hacerla mía. Aunque tengo mucha capacidad para adaptarme rápido a los cambios. No soy nada materialista y soy de la opinión de que, si estás en paz, todo es mucho más fácil.
—¿Qué dirías que es lo que más te gusta de esta nueva etapa?
—La capacidad de resiliencia… A medida que pasan los días, te das cuenta de que el miedo a estar sola para todo se va disipando y ver cómo te superas a ti misma. Es satisfactorio.
—¿Alguna vez te sientes sola?
—Estoy rodeada siempre de personas que me cuidan y nunca dejan que me sienta sola. Empezando por mis hijas, soy muy afortunada.
“Santi y yo hablamos todas las veces que necesitamos. Vivimos cerca y nos vemos a menudo. Es una relación sana donde queremos lo mejor para todos”
—¿Te imaginas enamorándote de nuevo?
—Tengo treinta y nueve años, si te dijera que no, mentiría. Pero el amor te encuentra, no se busca… Quién sabe.
—Entonces, sigues creyendo en el amor…
—El amor es el motor de mi vida, es maravilloso en todas sus versiones y es lo único que nos llevamos de aquí.
—En este último año y medio, muchas parejas famosas y muy queridas han decidido separarse. ¿Crees que la pandemia y el confinamiento nos han hecho replantearnos a todos muchas cosas?
—Sin duda, el confinamiento nos ha puesto a todos en la casilla de salida. Llevamos una vida que hace que no paremos de vez en cuando a pensar cómo estamos, qué sentimos. Actuamos por inercia, sumidos en rutinas estresantes, viendo cómo el tiempo se nos escapa de las manos, sin que seamos plenamente conscientes de ello… Todos hemos tenido mucho tiempo para valorar lo que tenemos y lo que queremos en estos meses.
“¿Volver a enamorarme? Tengo treinta y nueve años, si dijera que no, mentiría. Pero el amor te encuentra, no se busca… Quién sabe”
—En tu caso, ¿esto tuvo algo que ver en tu separación?
—En mi caso no fue así. El confinamiento lo pasamos en una finca ocho personas y, la verdad, fue duro por la situación, pero no en nuestro matrimonio. Venía de estar dieciséis meses en una planta de oncología… No te digo mas.
—Cuando ocurrió lo de Santi, toda España mostró su afecto hacia Santiago y hacia ti. ¿Sigues sintiendo ese cariño de la gente?
—Hay muchas personas maravillosas en este mundo, gracias a Dios. Sigo sintiendo ese cariño y calor. Me siguen escribiendo mamás y papás que están atravesando por situaciones parecidas y me sigo desviviendo por ayudarlos, por hacerles sentir que no están solos.
—¿Cuesta ser “ejemplo” para otras personas?
—Cuando las cosas nacen del alma, nada es difícil. Yo intento sacar lo mejor de mí para poder dar lo mejor de mí. Pero esto es un constante aprendizaje y, a veces, te equivocas. No pasa nada, lo asumes, rectificas y continúas… Nos deberíamos ir de este mundo satisfechos con nosotros mismos..
—Personalmente, considero que todavía existe un tabú sobre el cáncer. Es una palabra que a la gente le cuesta decir. ¿Qué opinas tú?
—Sobre todo, con el cáncer infantil. Como embajadora de la Fundación El Sueño de Vicky, te diré que cada vez la sociedad está más involucrada, cada vez le damos más visibilidad y somos más conscientes de que el problema está. Darle la espalda es absurdo. A cualquiera nos puede pasar y es ahí cuando valoras los avances en la medicina y la solidaridad de la sociedad en las fundaciones. Como bien rige nuestro lema, “no necesitamos milagros, necesitamos investigación”.
—¿Qué les dirías a las personas que están pasando por lo que has pasado tú?
—Les diría que todo lleva un proceso… Que tendemos a huir de nuestros miedos, de nuestras miserias, de la tristeza. Todo eso hay que sentirlo, pero tiene que llegar un día que tenemos que dejar de huir, de afrontar y lidiar lo que nos ha tocado vivir sin que la vida nos pregunte. Volver a vivir cosas que algún día pensaste que jamás podrías volver a sentir. La voluntad de intentarlo todas las veces que haga falta es lo que te hará fuerte.
“Mis hijas, después de todo lo que les ha tocado vivir, están en otro nivel. Se lo han tomado bien. Solo nos pidieron que siguiéramos llevándonos bien”
—La fe y la religión fueron un gran apoyo para ti. ¿Lo siguen siendo?
—Sí, sin duda… La vida es otra cuando vives desde la fe. Cada uno en su medida. Al final, necesitas canalizar todo lo que llevas dentro de ti. Unos rezando, otros meditando, cada uno a su manera.
—¿Cuál ha sido la lección más importante que has aprendido después de todo lo que has pasado?
—Que puedes vivir de dos maneras: lamentándote por todo lo que la vida no te dio o te quitó o disfrutando de lo que sí tienes.
—¿Y sobre tu separación?
—A creer más en mí, si cabe.