Hace más de un año y después de los meses de confinamiento que frenaron el mundo, Stella del Carmen reflexionaba sobre cómo es crecer en una familia bilingüe. La hija de Antonio Banderas y Melanie Griffith, que reúne en su ADN –y en su nombre- la esencia de dos culturas, nació en Marbella, pasó allí todos los veranos de su infancia, se empapó de los olores y colores de la Semana Santa malagueña… pero ser una niña educada en Estados Unidos que viajaba esporádicamente a España con su familia provocó que el inglés tuviera más peso en su vida y fuera poco a poco alejándose de sus raíces españolas, especialmente tras el divorcio de sus padres en 2014. “No pasar el suficiente tiempo en España implicaba que no estaba desarrollando el mismo nivel de competencia en castellano que el que tengo con el inglés. Y en los años en los que casi cesaron los viajes familiares al sur del país, mi conexión con esa parte de mí misma empezó a desvanecerse”, relataba ella misma en su primer artículo como columnista en Vanity Fair.
“Cuando decido hacer una tortilla de patatas en mi casa de Los Ángeles o cuando uso Facetime con mi padre y puedo ver un trocito de Marbella de fondo de pantalla de mi móvil, recuerdo mi primera infancia en la playa, con mi familia, comiendo bocadillos de Nutella y viendo el Grand Prix del verano. Recuerdo pasear por las calles nocturnas de Málaga junto a mi tía, el chocolate con churros y las cenas de tres horas”.
Por eso la reciente mudanza de Stella a España cierra (o abre) un círculo muy importante para ella. Tras haberse graduado en Estudios Narrativos en la Universidad del Sur de California da un paso más en su formación como segunda ayudante de dirección del nuevo proyecto de Antonio Banderas en su Teatro del Soho. Esta oportunidad le permitirá conocer de cerca los entresijos de la compañía al mismo tiempo que aprender a las órdenes de su padre y estar cerca él. El actor y su hija se han echado muchísimo de menos este tiempo de pandemia que les ha obligado a estar separados y sin poder verse físicamente casi un año y medio. Así que están recuperando el tiempo perdido mientras hacen realidad ‘Company’ y disfrutan juntos como hacía tiempo que no habían podido. Este viaje de Stella es, además, un viaje a sus raíces, al deseo de revivir sensaciones y reencontrarse con su ‘yo’ español. “Conozco Los Ángeles como la palma de mi mano. Má́laga es todavía un misterio para mí”, reconocía hace un año en una entrevista en Glamour. “Tengo que pasar más tiempo en España. Es una cosa que quiero hacer en algú́n momento”.
Fruto de sus recuerdos malagueños ha sido el lanzamiento, el pasado verano, de su primera fragancia, Light Bound: Alma: “Se trata de un perfume sin género, hecho a mano, empaquetado de forma sostenible e inspirado en mi infancia a caballo entre Málaga y Los Ángeles. Y lo más importante de todo, está libre de crueldad hacia los animales, sin parabenos ni ftalatos”. Stella, que acaba de cumplir veinticinco años, aboga por una vida sostenible y de respeto al medioambiente, está teniendo oportunidad de pasar más tiempo con su familia malagueña, con su tío Javier, Chico, como se le conoce cariñosamente; su mujer, Mari Ángeles; y sus primos Víctor y Javier, que sigue los pasos de su famoso tío en el mundo de la interpretación; y seguramente también con su ‘tata’ cordobesa, con la que se crió, y que hoy en día sigue y que hoy en día sigue siendo mano derecha del famoso actor.
Ahora Stella no solo cocina paella como aprendió durante la pandemia, sino que vuelve disfrutar de la más famosa de Hollywood, que curiosamente se hace en Málaga, y no es otra que la de su padre. Eran populares las que hacía para agasajar a sus invitados en su casa de Los Ángeles; y si de tapas se trata, de seguro visitará El Pimpi, la bodega con más solera de la ciudad, situada a pocos metros de la casa del actor, a la que suele acudir con gorra para pasar desapercibido y tomarse un vino o comer con los suyos, y de la que es accionista desde hace cuatro años.
“Es una mujer estupenda, independiente, libre, muy consciente del mundo en el que vive y nada frívola. Stella es un sueño para cualquier padre” nos decía Antonio en una entrevista en ¡HOLA! el pasado año durante el confinamiento. “Hemos tratado de educarla para que ella siga aquelloque realmente le interese. No queríamos que estuviese influenciada por nuestra vida o por esta profesión” nos confesaba el actor, que siempre ha visto más a su hija detrás de las cámaras, dirigiendo y escribiendo, aunque en 2018 Stella probó la actuación en un curso de interpretación de varios meses en la prestigiosa escuela de Stella Adler (donde se formó su madre) en Nueva York.
“Mi hija tiene una opinión de las cosas que a mi me interesa. Tiene opinión y personalidad. A ella le gusta mucho Málaga” decía el actor cuando contó el pasado agosto que estaba a punto de mudarse a Málaga. Ahora Stella podrá conocer más profundamente la ciudad y lo mucho que ha cambiado en los últimos años, disfrutar de los renovados rincones que respiran cultura, museos, teatros, calles restauradas… de la tierra de su padre que es, en definitiva, también la suya, con Marbella y ‘La Gaviota’, llena de sus recuerdos de infancia, a menos de media hora. Y, por qué no, colaborar de manera más activa en alguno de sus proyectos solidarios como la Fundación Lágrimas y Favores.
“No estoy intentando ser actriz, al menos de momento”, afirmaba en la entrevista. “He estudiado Escritura Creativa porque siempre me ha encantado la literatura. Escribir es algo que quiero hacer”, declaraba Stella a quien le gustaría volver a la universidad para cursar el título de Organizaciones no Gubernamentales y Cambio Social, según afirmaba el pasado año. “Hay muchas cosas que quiero hacer en mi vida. He dado un paso hacia mí misma y hacia saber lo que quiero”.