Carmen Posadas ha novelado la vida de grandes personajes como La Bella Otero, la gallega que fue icono de la belle époque y amante de Reyes, o Teresa Cabarrús, la madrileña que combatió el terror en la Revolución francesa. Sin embargo, los protagonistas de su último libro no habitan tiempos lejanos ni protagonizan épicas legendarias: son los miembros de su familia. Junto a su hermano, Gervasio, la escritora ha reeditado Hoy sardinas, mañana caviar (Editorial Espasa), un relato plagado de anécdotas basado en un diario de su madre, Sara Mañé, en el que desvela los detalles de la existencia nómada a la que ella y sus hijos, Carmen, Mercedes, Dolores y Gervasio, se vieron abocados debido al trabajo de su marido.
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Luis María de Posadas era un joven político entre cuyas metas figuraba convertirse en Presidente de la República Oriental del Uruguay cuando, en 1965, fue nombrado embajador del país en Madrid. Cuando la familia llegó a España, Carmen tenía doce años. Aquella niña, hoy convertida en una prestigiosa escritora, nos invita a descubrir las fascinantes aventuras de los Posadas en su viaje por el mundo, ya que a Madrid le siguieron Moscú y Londres. Lo hace en compañía de sus dos hijas, Sofía y Jimena, y sus sobrinas, Mercedes Morenés y Sara Aznar, hijas de sus hermanas Mercedes y Dolores —exmujer de Peru Aznar, actual marido de la chef Samantha Vallejo-Nágera—, quienes asisten ilusionadas a la clase de historia más importante de sus vidas: la de su propia familia.
—Carmen, estás acostumbrada a escribir sobre otros, ¿ha sido más complicado bucear en tu propia familia?
—¡Sí, más difícil! Yo no sé, por ejemplo, cómo era Felipe II, y en el fondo nadie lo sabe, así que puedes usar tu imaginación. Si hablas de tu madre, te tienes que ceñir a la realidad.
—El libro se basa en un diario de las vivencias de vuestra madre, Sara Mañé. ¿Cómo descubristeis esas notas?
—Mi madre quiso plasmar sus recuerdos sobre esa época. Se le ocurrió cuando residía en Rusia, que era como vivir en una novela de espías, pero no de James Bond, sino de Anacleto, agente secreto . Cada vez que querías salir de compras tenías que avisar a las autoridades, vivíamos rodeados de micrófonos… Lo fue retrasando y, al final, no lo hizo. Un día, Gervasio y yo encontramos algunos retazos de estos capítulos y otros escritos por mi padre... Y así surgió este libro.
—¿Cuál es vuestro primer recuerdo de España?
CARMEN.—Me pareció un país como en blanco y negro. A mí me impresionaba que todo el mundo estaba de luto y que era muy religioso. Recuerdo que vino una vez un carpintero y, bajo el mono azul, llevaba el hábito del Cristo de Medinaceli. No entendíamos nada porque veníamos de un país laico. A pesar de lo que acabo de decir, la vida nocturna era animada. A mis padres, que eran juerguistas, eso les encantó y nos llevaban a tablaos, donde taconeábamos hasta las cuatro de la mañana. Por ejemplo, en el Corral de la Morería, vimos a Lucero Tena, La Chunga, La Polaca…Gervasio.
—Yo tenía tres años, pero me acuerdo del puerto de Barcelona, donde llegamos en barco, y de Madrid no me he olvidado del Ritz, donde estábamos alojados antes de tener una casa.
—Un buen comienzo, sin duda.
C.—Sí, pero a mi madre lo de cenar y comer a precio de Ritz le pareció que no podía ser. Por eso, sacaba un hornillo y organizaba pícnics en la habitación. Mientras ellos se preparaban para ir a una cena, nosotros nos quedábamos con la chica que nos cuidaba haciendo una tortilla. Luego nos mudamos a un piso, cuyo edificio parecía la Rue del Percebe. En cada planta había una personalidad diferente: la familia de Lorenzo Caprile o Camilo Alonso Vega, ministro de la Gobernación. Su mujer era íntima amiga de Carmen Polo, a la que nos encontrábamos a menudo en el ascensor. También había otra señora que daba fiestas a todas horas con gente muy diversa: Lola Flores, la duquesa de Alba, pero también Pilar Franco o un arzobispo.
—Carmen, entre los otros vecinos estaba el psiquiatra y editor Juan Antonio Vallejo-Nágera, tío de Samantha, de MasterChef, quien, curiosamente, te ofreció su primera oportunidad en la literatura.
—Sí, me pidió un ensayo sociológico gracioso. En ese momento vivía en Londres, me di cuenta de que, al morir Franco, todo el mundo quería ser rico, cambiar de coche, de mujer... Se me ocurrió escribir Yuppies, jet set, la movida y otras especies: manual del perfecto arribista. Justo coincidió cuando conocí a Mariano Rubio (exgobernador del Banco de España, con el que se casó en 1988 y del que es su viuda). Entre el título del libro, que era veinte años más joven que él y, además, sudamericana, me convertí en la mayor arribista de este país (risas). No es el tipo de fama que yo quería tener. ¡Solamente quería escribir!
—¿Cómo gestionó tu familia que te convirtieras en un personaje de la llamada beautiful people perseguida por los paparazzi?
C.—A mí lo que me preocupaba era proteger a mis hijas.
G.—Hubo algunos momentos complicados. Fue una época más difícil, pero que nos unió mucho como familia. Estoy muy orgulloso de mi hermana, que ha hecho una carrera en la literatura muy sólida, con el aval de la crítica y del público. ¡Me encanta compartir vocación con ella!
—Carmen, ¿has pensado en escribir tus Memorias al lado de Mariano Rubio?
—No. Lo interesante no se puede contar y lo que se puede contar no es interesante.
—Tu primer matrimonio con Rafael Ruiz del Cueto, padre de tus hijas, también copó titulares.
—Sí, fue un acontecimiento ecuménico, la primera boda católica en una iglesia ortodoxa que se celebró en todo el mundo. Fue mi madre la que convenció al patriarca de la Iglesia ortodoxa, Serguéi Pimen, para que se celebrara allí porque las iglesias católicas de Moscú no le parecían bonitas. La noticia salió hasta en The New York Times y en South China Morning Post. Tras la ceremonia, deposité el ramo en la tumba de Lenin. ¡Mi madre casi me mata!
“No voy a escribir mis Memorias junto a mi segundo marido, Mariano Rubio. Lo interesante no se puede contar y lo que se puede contar no es interesante”
—¿Conociste el primer amor en España?
—Tenía trece años y me enamoré de un chico del instituto que nunca me hacía caso, pero de repente empezó a hacerlo. Ese año, Franco hizo un referéndum. Él pertenecía a una familia antifranquista y, como yo era hija de diplomático, me convenció para que guardara en casa unas papeletas que ponían “Vota no” para que no lo descubrieran. Eso era lo único que le interesaba de mí.
—Ahora mantienes una relación con el abogado Bernardo Cremades. ¿Te gustaría celebrar una tercera boda?
—No entra en mis planes, estoy muy bien así.
—Hoy te acompañan, además de tu hermano, tus hijas, Sofía y Jimena, y tus sobrinas, Mercedes y Sara.
—Mi hija mayor, Sofía, es médico, estoy orgullosa de ella porque ha labrado una carrera muy considerable. Jimena es una gran profesional y trabaja en Telefónica. Sara, cuya madre, Dolores, es fotógrafa y artista, tiene también un restaurante muy conocido, El Viajero. Mercedes, hija de mi hermana Mercedes, que se dedica al sector de las finanzas, trabaja en comunicación. ¡Y está embarazada! La familia crece.
—Gracias al trabajo de vuestro padre, vivisteis momentos únicos, ¿cuál fue el más especial?
—¡Estuvimos en Buckingham! Antes de ir a palacio, viene una señora que te instruye y te da unas pautas. Lo primero que te dice es que no está permitido ir de negro porque la Reina puede pensar que estás de luto y no debes someterla a semejante confusión. Recuerdo ir a una recepción y lo que más me llamó la atención fue que toda la Familia Real repetía lo mismo: How do you do? Do you like London? (“¿Cómo te va? ¿Te gusta Londres?”). Cuando nos tocó el turno de saludar al príncipe Carlos, le contamos que éramos de Uruguay, país conocido por su carne, y soltó: “En ese caso ustedes son las auténticas beefeaters (en inglés, literalmente, ‘comedores de carne’)”... Y se echó a reír.
“Tengo cinco nietos, y, aunque son pequeños, todos hacen sus pinitos con la literatura. Luis y Carmen me han escrito un libro contándome sus aventuras”
—Carmen, ¿a qué historia de las revistas del corazón le ves interés literario?
—La de Harry y Meghan: han roto con su familia, se sienten incomprendidos, hay un componente racial, Harry piensa que le va a pasar lo mismo que a su madre… Hay muchas cosas interesantes para una novela.
—Tienes cinco nietos, ¿alguno de ellos ha heredado la pasión por escribir?
—Son todavía pequeños, aunque todos hacen sus pinitos. Luis, que tiene once años, y Carmen, que se llama como yo y tiene ocho, me han escrito un libro cada uno de ellos contando sus aventuras. Jaime, el mayor, es muy deportista, y los mellizos, Martín y Mariana, son muy pequeños todavía.
—Carmen, Gervasio, ¿qué queda de aquellos niños que llegaron a Madrid en mil novecientos sesenta y cinco?
G.—Sigo manteniendo la curiosidad, lo que es síntoma del interés por la vida.
C.—Espero que haya mejorado, porque era una niña de timidez enfermiza que tartamudeaba. He luchado siempre contra ese hándicap, pero le doy gracias a la vida porque, como dice la canción, me ha dado tanto…