La muerte de doña Ana ha empañado la boda de Anabel Pantoja. La colaboradora de Sálvame ha estado a punto de cancelar su enlace con Omar Sánchez, sin embargo, tras hablar con su tía Isabel ha decidido seguir adelante con sus planes y este viernes se vestirá de novia para sellar su amor en un lugar paradisiaco, la isla de La Graciosa. Isa Pantoja y Belén Esteban estarán con ella en un día tan importante. Kiko Rivera, en cambio, no. El DJ no se encuentra con fuerzas para asistir al enlace tras la pérdida de su abuela y la conversación que mantuvo con su madre en Cantora. Según aseguró un amigo de Paquirri, que fue testigo de dicho encuentro, todo fue "muy bien", pero el sevillano ha confesado que está completamente roto. "Con cero ganas. Destrozado de cuerpo y alma", ha asegurado. "Hasta el lunes no voy a salir de casa. Necesito estar tranquilo este fin de semana. La vida sigue, lo sé, pero cada uno lo vive a su manera, y es igual de respetable que otras decisiones", ha añadido en otro mensaje en el que daba las gracias a la prensa por el trato recibido en estos momentos. Y ha vuelto a insistir en que los próximos días "van a ser para mí, mi mujer y mis hijas".
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El estado de ánimo de Kiko es tan bajo que Irene Rosales ya se encuentra con él en Sevilla para estar a su lado. "No es una situación nada fácil, mi deber es estar con mi marido", declaró la que fuera colaboradora de Viva la vida mientras abandonaba la isla de La Graciosa junto a sus dos hijas, Ana y Carlota, de cinco y tres años. Al llegar a casa, Irene no quiso hacer declaraciones sobre lo que había ocurrido. Tan solo dijo que estaba "bien", pero "muy cansada" por el viaje. Casualidad o no, la sevillana llevaba una mochila de la nueva marca de Kiko, cuyo eslogan es un tanto controvertido. "Kantora is mine", que en español quiere decir "Cantora es mía".
Tras más de un año de conflicto, Kiko Rivera e Isabel Pantoja volvieron a verse en Cantora, la finca que ha sido testigo de los momentos más felices de su vida, pero también del inicio de su guerra más brutal. Madre e hijo aparcaron sus diferencias por unas horas para llorar juntos la muerte de doña Ana. Para la intérprete de Marinero de luces su madre era mucho más que eso. "Es un orgullo tener la madre que tengo. Ella fue la primera persona que vio lo que valía su hija. Ella era quien me arropaba y me preparaba la comida cuando yo estaba actuando y no se ha separado de mi ni un solo segundo", decía. Para el DJ su abuela era como una segunda madre. "No existe un cariño tan puro y verdadero como el de una abuela".
Al parecer, según contó Ana Rosa Quintana en su programa, Kiko e Isabel establecieron las bases de su próximo encuentro. "Quedaron en verse para hablar de la herencia y de todos los conflicos que tienen abiertos", aseguró. La periodista también reveló que la artista se va a quedar con las cenizas de su madre en Cantora y que tiene nuevos proyectos entre manos, pero que todavía no lo va a contar. Por último, la presentadora aclaró que doña Ana falleció el martes, 28 de septiembre, a las 20:00 horas, y no el miércoles de madrugada como se apuntó en un primer momento.
El DJ fue a Cantora con cierto nerviosismo, ya que no sabía cómo iba a reaccionar su madre o su tío Agustín, a quien ha demandado por apropiación indebida, estafa y administración desleal. "A mí se me ha muerto mi abuela, pero a mi madre, sea de la manera que sea, se le ha muerto su madre. Así que voy a ir a Cantora. Si me dejan pasar le daré un abrazo a mi madre y me iré. Si no me dejan pasar, me iré igualmente", dijo antes de poner rumbo a la finca. Ya entonces se mostraba conciliador. "Creo que es el momento de apartar ciertas cosas y tirar hacia adelante”, afirmó.
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Finalmente, las puertas de Cantora se abrieron y Kiko pudo consolar a su madre. Estuvo con ella cerca de tres horas. Con quien no se cruzó en ningún momento fue con su tío Agustín. En El programa de Ana Rosa comentaron que el hermano de Isabel Pantoja se marchó a otra zona de la finca junto a su hermano Juan, el Pantoja más desconocido, para no coincidir con su sobrino.
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