Isabel Pantoja y Kiko Rivera se han reencontrado tras más de un año enfrentados por el testamento de Paquirri. La muerte de doña Ana, matriarca de la familia, ha propiciado que volvieran a verse en Cantora, la finca que ha sido testigo de los momentos más felices de su vida, pero también del inicio de su brutal guerra. Madre e hijo han aparcado por sus diferencias por unas horas y, al parecer, ya han establecido las bases de su próximo encuentro. Según ha contado Ana Rosa Quintana en su programa, "quedaron en verse para hablar de la herencia y de todos los conflicos que tienen abiertos".
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Sin embargo, hay otro conflicto dentro del clan que parece no tener fin: la batalla judicial que mantiene el DJ con su tío Agustín, y viceversa. En El programa de Ana Rosa han comentado que Agustín se marchó a otra zona de Cantora junto a su hermano Juan, el Pantoja más desconocido, para no coincidir con el sevillano. Cabe recordar que Kiko ha demandado a su tío por apropiación indebida, estafa y administración desleal, y que Agustín ha demandado a su sobrino por vulneración al honor.
A principios de mayo, Kiko aseguraba en una llamada a Sálvame que había demandado a su tío. "Llegados ya a este punto que se haga justicia con lo que se tenga que hacer. Si alguien ha actuado mal y ha hecho las cosas mal, tendrá que pagarlo”, sentenciaba. El proceso judicial arrancó el pasado 10 de junio, cuando vimos a Kiko ratificando la demanda contra Agustín Pantoja en los Juzgados de Chiclana de la Frontera. Aquel día, el sevillano no quiso hacer declaraciones, pero previamente había asegurado en la revista Lecturas que su tío "hasta puede entrar en la cárcel". Además, adelantó que su madre podría verse implicada en el juicio, y así fue. El 1 de julio, la cantante acudió a los juzgados de Chiclana de la Frontera (que se encuentran en Cádiz, a aproximadamente media hora en coche de la finca Cantora), para declarar en calidad de testigo.
En estos meses, los abogados de Agustín Pantoja "se pusieron en contacto con los míos diciendo que querían llegar a un acuerdo", según contó Kiko tras su viaje a Nepal con Jesús Calleja. "Yo les dije que OK y, para saber que venían de buena fe, lo primero que tenían que hacer era entregarme los enseres de mi padre que me pertenecen y están escritos en el testamento. Dijeron que sí, que no tenían ningún problema, pero al día siguiente decían que no los encontraban", añadió con una sonrisa irónica.