El pasado sábado 18 de septiembre, Elena Furiase celebró su boda soñada con Gonzalo Sierra en las afueras de Vejer de la Frontera (Cádiz). La actriz, de treinta y tres años, y el empresario, de veintinueve, escribieron, así, un nuevo capítulo en su bonita historia de amor, que, aunque comenzó hace cuatro años, en realidad se forjó mucho antes.
Y es que Gonzalo es un gran amigo de Guillermo Furiase, hermano de la novia, por lo que ella estaba más que acostumbrada a verle por casa. De ahí surgió el amor, y hace casi tres años dieron la bienvenida a su primer (y único) hijo en común, Noah, quien pudo ser testigo de excepción del enlace de sus padres.
Una ceremonia que contamos en exclusiva, y con todo detalle en ¡HOLA!.
—Elena, ¿ha sido tu boda soñada?
—Sí, lo ha sido, además, la que yo he querido.
—Dos años de espera… y, al fin, ¡se hizo realidad!
—Dos años de incertidumbre, de miedos, de dudas… y no ha pasado todo todavía. Aún estamos saliendo de una pandemia que no ha terminado, pero, por fin, nos han permitido celebrarlo.
—¿Cómo te sientes ahora que puedes hablar de Gonzalo como tu marido?
—Me encanta la connotación de ‘marido’. Para mí, es alguien en quien confiar, en quien apoyarme, a quien amar… En definitiva, es un compañero de vida. ¡Gonzalo cumple todo eso y más! Es mi mejor amigo y eso es tener mucha suerte.
“No fue una cosa lo que me enamoró de él, fue un conjunto”
—Tú eres muy familiar. ¿Cómo se llevan vuestras respectivas familias?
—Mi familia es mi base, mi campamento, mi tribu y mi hogar y entrar en la de Gonzalo ha sido un regalo. Hemos tenido mucha suerte, nuestras familias se llevan perfectamente y hemos conseguido que en muchas ocasiones se unan. Somos privilegiados, lo sé. Eso es lo que me gustaría crear en casa, que la familia no sea el plan ‘peñazo’, sino la primera opción, como lo es para mí.
—¿Qué encontraste en Gonzalo que no habías visto antes?
—No fue una cosa lo que me enamoró de él, fue un conjunto. La situación, la circunstancia… Él me salvó de un momento en el que yo no estaba demasiado bien, en muchos sentidos, y, sin querer, en ese momento lo vi claro. Iba a ser él.
—¿Cómo comenzó vuestra historia de amor?
—Nuestra historia se remonta a siglos atrás… (Risas). Conozco a Gonzalo desde hace tiempo, es amigo de mi hermano y lo he visto en casa cientos de veces. Siempre me sentí atraída por él, pero de manera inocente. Nunca me imaginé nada serio, ni siquiera fantaseaba con él, era más un juego, pero reconozco que siempre me gustó. Hasta que un día me dijo que él sentía eso mismo por mí… ¡y nos vimos de maneras distintas!
—Y puestos a recordar momentos románticos… ¿cómo te pidió que te casaras con él?
—Sonaba My Heart Will Go On, la canción de Céline Dion en Titanic. Le estaba dando de cenar a Noah y él se acercó con un anillo que había hecho con cuerdas de una guitarra y me lo pidió… También me dijo, por el anillo, que no le había dado tiempo a más. A mí la verdad que me encantó. Nunca he sido materialista en ese sentido, y ese anillo de cuerda de guitarra lo sigo guardando, aunque es imposible de poner.