Con una radiante sonrisa y encaramados al asiento delantero de un descapotable vintage, James Middleton y Alizée Thevenet estaban listos para, por fin, darse el ‘sí, quiero’ y convertirse en marido y mujer.
Podemos relatar cómo fue ese momento con la campiña francesa como telón de fondo. En exclusiva mundial, ¡HOLA! publica las primeras fotografías del gran día de la feliz pareja . El sábado 11 de septiembre, habiendo reunido a familia y amigos, se casaron en Bormes-les-Mimosas, famoso por ser uno de los pueblos con más encanto de la Costa Azul.
“Una buena fiesta debe contar con tres puntos fundamentales: personas maravillosas, buen vino y comida y buena música. Somos afortunados de haber tenido las tres!, nos dice el hermano menor de la duquesa de Cambridge, mientras nos cuentan los detalles de su íntimo enlace. Desde la discreta ceremonia en el Ayuntamiento y la recepción junto al mar a la entrañable historia familiar del vestido de novia de Alizée, sin olvidar a sus dos invitadas de honor: sus perras, ‘Ella’ y ‘Mabel’.
‘Ha sido maravilloso’
“No podríamos ser más felices”, prosigue James, de treinta y cuatro años. La pareja se vio obligada a posponer su matrimonio en dos ocasiones , después de haberlo planeado inicialmente para el mes de mayo de 2020, “aunque estábamos tranquilos porque sabíamos que llegaría el día. Ha sido maravilloso poder celebrar finalmente nuestra boda acompañados de familia y amigos, a pesar de los desafíos de una pandemia global”.
El enlace se celebró haciendo gala de un gran estilo y con sus más allegados como testigos. Entre ellos, su hermana, la duquesa de Cambridge, quien acudió acompañada por su marido, el príncipe Guillermo, y los hijos de ambos: el príncipe George, la princesa Charlotte y el príncipe Louis.
“Fue maravilloso poder celebrar finalmente nuestra boda acompañados por nuestras familias y amigos”
También estuvieron presentes su otra hermana, Pippa, y el esposo de esta, James Matthews, así como sus pequeños, Arthur y Grace, y, por supuesto, los padres de James, Michael y Carole Middleton, con quienes vivieron en su casa durante el confinamiento.
Fue, de hecho, el año pasado, durante esos meses que pasaron en la residencia familiar, Bucklebury (Berkshire), cuando la futura novia descubrió el vestido perfecto.
El vestido
“En realidad, mi ‘algo’ prestado fue el vestido de mi suegra. Lo llevó hace cuarenta y un años el día de su boda, que celebraron en junio de 1980”, explica la analista financiera, de treinta y dos años, quien estaba espectacular con este sencillo y largo traje blanco con escote bardot y detalles bordados, complementado a la perfección con su melena con un semirrecogido muy chic, un velo hasta los dedos (fingertip) y un ramo de flores silvestres autóctonas.
“Mientras hablaba de diseños con Carole y compartíamos ideas para ver si me inspiraba, me probé su vestido de novia y me enamoré de él”
“Mientras charlaba de diseños con Carole y compartíamos ideas para ver si me inspiraba, me probé su vestido de novia y me enamoré de él. Me sentaba como un guante y era justo lo que quería. Siempre me ha dado pena que los trajes nupciales se usen una sola vez y ha sido increíble dar una segunda vida a un vestido tan bonito”.
La pareja es conocida por su personalidad relajada, y su boda, que ha tenido lugar casi dos años después de su romántica pedida —James entregó a su futura esposa un impresionante anillo de zafiros en el Distrito de los Lagos— fue fiel a este estilo.
‘Chapuzón en el mar’
“Empezamos la jornada con un chapuzón en el mar con los perros”, nos contó el novio con una sonrisa. James se había traído a Francia a ‘Mabel’, su golden retriever, y a ‘Ella’, la spaniel, para el día clave, ya que ambas desempeñarían un papel importante. “‘Ella’ y ‘Mabel’ han sido las niñas de las flores”, dijo de sus queridas compañeras caninas, que llevaron en el collar un lazo blanco.
“Ha sido increíble dar una segunda vida a un vestido tan bonito”, dijo la novia sobre el traje con el que se casó su suegra en 1980, con escote bardot y detalles bordados
Después, los novios se separaron para prepararse para la boda —James vistió un traje de lino beis, de Ralph Lauren—, y volvieron a reunirse ya en el pintoresco Ayuntamiento de Bormes-les-Mimosas. “Se alza sobre el pueblo y era el lugar perfecto”, nos dijo Alizée, nacida en Alemania, pero criada en Chile, Indonesia, Francia y Bélgica. “El alcalde ofició la ceremonia de matrimonio al estilo tradicional francés, y tuvo la amabilidad de hablar en ambos idiomas, algo que encantó a nuestros invitados ingleses… ¡y a James!”. Sobre su marido, añade con afecto: “La verdad es que habla “franglais” (mezcla entre francés e inglés) bastante fluido y va mejorando poco a poco, pero todavía le queda mucho camino por recorrer”.
Faltaba una persona
Tristemente, ese día faltaba una persona. El padre de Alizée falleció hace unos meses, aunque había dado públicamente su bendición a su yerno al comienzo de su relación: “James y la familia Middleton son absolutamente encantadores. Sentimos mucha admiración por toda la familia: James, sus hermanas y sus padres”.
“Somos afortunados de haber tenido a personas maravillosas, buen vino y comida y buena música”
Pero Alizée tuvo el apoyo de familiares y amigos cercanos, incluidos su madre y su hermano, y, por supuesto, de ‘Ella’, que se colocó entre los dos, mientras intercambiaban sus votos.
La perra spaniel inspiró la empresa de James, Ella & Co., y también, según el novio, fue gracias a ‘Ella’ que pudo conocer a Alizée en el South Kensington Club, ubicado en el barrio de Chelsea, en Londres. Se fue directamente hasta Alizée, quien confundió a James con un camarero e intentó pedirle que le trajera una bebida. El novio, también ha agradecido a ‘Ella’ y a ‘Mabel’, así como a sus otros perros — ‘Zulu’, ‘Inka’, ‘Luna’ y ‘Nala’, que no asistieron la boda—, el haberle ayudado en su batalla contra la depresión.
‘Día señalado’
“Ella me ha acompañado a lo largo de muchos altibajos. El viaje con Alizée comenzó allá por el verano de 2019, y Ella ha estado presente a lo largo de todo el camino. Por eso que nos acompañara en un día tan señalado fue algo muy, muy especial”, señaló James, quien también nos reveló que el día de la boda leyeron un texto titulado: “Lo que aprendí del amor lo aprendí de mi perro”.
La pareja aguardó con las manos entrelazadas a que concluyeran las formalidades de la ceremonia —las de Alizée, cubiertas con guantes de encaje—, con ‘Ella’ sentada entre ellos y la golden retriever, en funciones, ‘Mabel’, dormitando bajo el escritorio del alcalde. Y, una vez terminado el papeleo, los pletóricos recién casados se subieron a un Citroën 2CV vintage de color blanco para trasladarse hasta el lugar donde tendría lugar la recepción.
Un fantástico 2CV
“Es un coche fantástico y todo un icono en Francia”, nos comenta James, quien iba al volante y tuvo que aminorar la marcha para hacer su entrada triunfal en la fiesta, permitiendo que los invitados les lanzaran una lluvia de confeti. “En cuanto nos decidimos a casarnos en Bormes-les-Mimosas, supimos que el único coche que rivalizaría con la belleza del pueblo sería un 2CV”.
“Organizar una boda con familia y amigos de distintas nacionalidades fue un desafío, pero estamos muy contentos de haber esperado para poder celebrarla con todos ellos” (James)
La recepción tuvo lugar en el Café Léoube, en la playa Pellegrin, situado en la vecindad de la finca del Château Léoube. El restaurante, emplazado en un incomparable marco rodeado de pinos y con el mar acariciando la orilla, se caracteriza por sus platos mediterráneos de temporada con los que se rinde homenaje a los ingredientes orgánicos, cultivados en la propia finca.
“Hace unos meses, almorzamos aquí y supimos de inmediato que queríamos celebrar tanto la recepción como la cena en la playa, rodeados de olivos, bebiendo el vino de la finca… y, con “las niñas de las flores”, ‘Ella’ y ‘Mabel’, asumiendo la tarea de dar la bienvenida a cada invitado”, explica James.
El baile
El cóctel y la cena se sucedieron y, una vez hubo anochecido, fue el momento de que la pareja bailara por primera vez como marido y mujer. Todo bajo la mirada de sus invitados, quienes los vitorearon y aplaudieron.
“Intentar organizar una boda con familia y amigos de distintas nacionalidades fue todo un desafío durante el último año y medio, pero estamos muy contentos de haber esperado para poder celebrarla con todos ellos”, nos dice James.
“Acabamos de comprar una casa, y tenemos muchas ganas de volver a nuestro hogar para ver al resto de nuestros perros”. “No podríamos estar más felices”
“Los padres de Alizée se enamoraron de Bormes-les-Mimosas hace cuarenta y dos años, y a nosotros nos pasó igual el año pasado por el mismo motivo; por eso, siempre tendrá un lugar especial en nuestro corazón”.
Ahora, los recién casados están disfrutando de su luna de miel; sin embargo, no creen en absoluto que vayan a sentir melancolía cuando regresen a su hogar. “Acabamos de comprar una casa, y tenemos muchas ganas de volver a nuestro hogar para ver al resto de nuestros perros”. “No podríamos estar más felices”, concluye James.