Tras conocerse su muerte, no ha sido una mujer, sino un hombre el que ha manifestado mayor consternación por la muerte del gran Jean-Paul Belmondo: Alain Delon, amigo desde hacía décadas, ‘enemigo’ con fines promocionales, hermano de vida. “Estoy completamente devastado —reveló Delon tras conocer la noticia—. Voy a intentar aguantar para no hacer lo mismo en cinco horas. No estaría mal que nos fuéramos los dos juntos. Es una parte de mi vida. Empezamos juntos hace 60 años”. En 1970, Bébel (como le gustaba que lo llamasen los amigos) y Delon protagonizaron juntos Borsalino, de Jacques Deray. La prensa creó ahí la atractiva historia de la enemistad entre los protagonistas de la cinta y hasta se contó que un juez tuvo que decidir cuál de sus nombres aparecía primero en los créditos de la película. En aquella ocasión, ganó Alain Delon. Y, sin duda, lo que ambos ganaron fue una de las amistades más sólidas del séptimo arte. “Nuestra amistad nunca menguó”, reveló Belmondo en su autobiografía.
El feo más atractivo del cine galo
Jean-Paul Belmondo nació en 1933 en el seno de una familia de clase media. Su padre, escultor, le enseñó a apreciar la belleza. Cuando comenzó a estudiar interpretación, en el Conservatorio Nacional Superior de Arte Dramático, no obtuvo el favor de sus maestros. De hecho, uno de ellos llegó a sugerirle que abandonara la carrera porque era “demasiado feo” para tener éxito. Por fortuna, ese maestro no disuadió al joven Belmondo y este siguió llamando puertas. Finalmente, fue el gran Jean-Luc Godard quien le dio el papel principal en su Á bout de soufflé (Sin aliento, 1960), un clásico de la Nouvelle Vague que lo catapultó a la fama y a los brazos de bellas mujeres; en ocasiones con fines promocionales (Jean Seberg, Claudia Cardinale, Catherine Deneuve o Jeanne Moreau) y, en ocasiones, con romances tórridos que pasaron de la gran pantalla a la vida real. Tal es el caso de sus historias de amor con Ursula Andress o con Laura Antonelli, con quien vivió una de las relaciones más largas de su vida, 17 años, y a quien lloró tras su muerte, en 2015.
Con su primera esposa, Élodie Constantin, tuvo tres hijos, Patrice, Florence y Paul, este último muy conocido por su romance con Estefanía de Mónaco
Dos bodas y un trágico funeral
Sin embargo, Jean-Paul Belmondo comenzó su vida sentimental de manera muy formal. Con apenas veinte años conoció y se enamoró de la bailarina Éloide Constantin, con quien se casó en 1959. Tuvieron tres hijos: Patrice, Florence y Paul. Tristemente, su primogénita falleció a los cuarenta años en un trágico suceso, acaecido en París, en 1993, cuando un incendio asoló su departamento del Barrio Latino. Para Jean-Paul Belmondo este fue un duro golpe, que logró superar con dificultad y gracias al apoyo incondicional de su segunda esposa, Natty Tardivel, 32 años más joven que él y con quien tuvo a su hija menor, Stella. Parecía que Natty había llegado a la vida del actor para quedarse para siempre a su lado, pero se separaron en 2008. ¿La razón? Parece ser que el galán no pudo refrenar sus instintos de conquistador y comenzó una aventura sentimental con Bárbara Gandolfi. Desafortunadamente, la historia acabó peor que mal, con la sombra del engaño y la estafa por parte de la mujer a Belmondo.
En su autobiografía, ‘Mil vidas valen más que una’, aseguró que Ursula Andress era su “alma gemela” y una de las mujeres a las que más había amado
En sus memorias antes citadas, el actor, muy caballero, por cierto, a la hora de narrar su vida y sus affairs, recordaba con especial cariño a dos de sus amores: a Ursula Andress y a la artista brasileña Carlos Sottomayor, quien ‘sufrió’ el coqueteo de otro francés irredento en las artes amatorias, Jacques Chirac. De Ursula Andress contaba una anécdota digna de una de sus comedias: una noche la dejó y salió a un combate de boxeo. Llegaba a casa borracho. Ella había cerrado las puertas a cal y canto. No se le ocurrió otra cosa que subir al balcón por las escaleras. Ella se despertó y echó abajo esas escaleras. Fin de la historia, pero no de la admiración profunda que durante toda su vida sintió por ella.
Cuando, en 2015, falleció la actriz Laura Antonelli, Belmondo la recordó como “una compañera adorable y dotada de un encanto excepcional”; muy distinta fue la historia con su última novia, Bárbara Gandolfi, con quien vivió una auténtica pesadilla
Jean-Paul Belmondo con su agilidad mental, su amplia cultura y sus ganas de vivir a pesar de todo, más allá de todo, sacrificó su carrera próspera en el llamado cine de arte, con Godard, Truffaut y Melville, a favor de un cine de acción menos refinado. Siempre supo reírse de sí mismo, aunque no le comprendieran. Le bastaba con una frase inteligente para conseguir a la chica, a todas las chicas. Sin duda, un actor aferrado a su atractiva humanidad.