Elena Furiase y Gonzalo Sierra acaban de cumplir su sueño de contraer matrimonio. La pareja se ha casado este sábado 18 de septiembre en la finca Dehesa de Montenmedio, situada en Vejer de la Frontera (Cádiz). Un idílico emplazamiento hasta el que se han desplazado familiares y amigos, entre los que no han faltado Rosario Flores, que ha deslumbrado con un vestido de inspiración flamenca que perteneció a su madre, o Alba Flores, que ha sorprendido con un ‘look de hada’.
La prima de la novia acudió a esta cita tan especial con un dos piezas compuesto por una camisa y un pantalón palazzo . El diseño, confeccionado en raso fluido, combina las tonalidades malva y rosa, creando un degradado muy especial. Con esta elección, Alba se suma al cada vez mayor número de invitadas que apuestan por el pantalón para las bodas.
Para culminar su estilismo, la actriz, conocida por su papel en La casa de papel, ha elegido unos pendientes de margaritas -uno normal y un ear cuff-. Ella, al contrario que Lolita, Rosario o la propia Elena, no ha rendido homenaje a Lola Flores con la elección de las joyas, sino con el peinado. La hija de Antonio Flores se ha decantado por una trenza alta adornada con tres caracolillos dibujados sobre la frente que recuerdan, sin duda, a los que lucía La Faraona.
Un discurso lleno de emoción
La relación entre Alba y Elena siempre ha sido muy estrecha; algo que quedó más que patente cuando la hija de Lolita la eligió para ser la madrina del pequeño Noah. “Me han elegido y estoy feliz descubriendo también un mundo nuevo. Es el primer niño de la siguiente generación”, señaló en aquel momento. Por eso, en un día tan especial para Elena, no podían faltar unas emotivas palabras de su prima que habló, como no podía ser de otro modo, del amor.
Tras bromear diciendo que, aunque sus palabras iban a sonar muy místicas, ella era más bien “empírica-científica”, la actriz fue hilvanando frases para crear un precioso símil entre el amor y la naturaleza. Una idea en parte inspirada por el lugar elegido para la ceremonia -estaba presidido por un alcornoque centenario-. “Los árboles (está demostrado científicamente) se comunican por debajo de la tierra, gracias a las raíces. Un bosque es capaz de saber cuándo hay otro árbol que necesita nutrientes y está dañado. Se van pasando lo que necesitan unos a otros. Es curioso que no lo hacen solo con los árboles de su misma especie, lo hacen con todo el bosque. De alguna manera saben cómo sanarse los unos a los otros”.
La hija de Antonio Flores apuntó, con mucho acierto, que entre el amor y esos árboles del bosque que se ayudan unos a otros deben existir paralelismos, porque compartir, en el amor, es lo más importante.