El último gran éxito de Brad Pitt ha sido la serie El ferrocarril subterráneo, que el próximo 19 de septiembre optará a los Emmy, los premios más importantes del mundo de la televisión. Y no, él no aparece en la aterradora, realista y, a la vez, onírica historia de la novela de Colston Whitehead, ganador del Pulitzer, sobre la América esclavista. Su mano se deja ver detrás. Es cierto que Brad Pitt ha espaciado sus apariciones como actor, no porque vaya a abandonar su carrera, como se ha llegado a decir, sino todo lo contrario. Hace ya muchos años que su compromiso con el cine y las historias que quiere contar lo llevaron a la producción. Y en ese camino solo ha encontrado satisfacciones… cada vez mayores. Con Plan B, la productora que fundó hace dos décadas junto a Jennifer Aniston, y solo suya desde 2006, ha promovido algunos de los títulos más alabados; tanto es así que ganó antes como productor —2014 por Doce años de esclavitud— el Oscar que se le había resistido como intérprete. Llegar, llegó también. En 2020, semanas antes de proclamarse la pandemia, se subía al escenario a recoger su estatuilla como mejor actor de reparto por Érase una vez en Hollywood , de Tarantino. Una aplaudida reaparición que marcaba también un antes y un después tras haber pasado momentos personales muy difíciles después de la ruptura de su matrimonio con Angelina Jolie, de la que se cumplen cinco años.
Y ahora ha vuelto a ponerse delante de las cámaras para mostrarnos un día en su vida como protagonista de la campaña mundial de la marca de cafeteras De’Longhi. Camino de los cincuenta y ocho años, el actor muestra la sonrisa y el atractivo que lo catapultaron a la fama hace tres décadas (se cumplen justo treinta años desde su aparición en Thelma y Louis ). Lo vemos comprar en una pequeña tienda, recorrer la costa californiana en moto y melena al viento (nos recuerda a aquella de Leyendas de pasión) y llegar a casa para prepararse un capuchino. “Para mí el café no es solo una bebida. Se generan conexiones, te permite esculpir momentos personales, tomarte una pausa y disfrutar del instante. Encuentro inspiradora esta habilidad, típicamente europea, de parar, apreciar el momento y la vida en general”, asegura el actor, un enamorado del Viejo Continente y de su cultura.
A su Oscar como mejor actor de reparto en 2020 suma varios como productor, una labor que le ha dado muchas satisfacciones en los últimos años: su serie ‘El ferrocarril subterráneo’ opta a Emmy el próximo día 19
Todo a las órdenes de Damian Chazelle, el aclamado director de La La Land, con el que Pitt ha rodado la película Babylon, cuyo estreno está previsto para el próximo año. Hasta la fotografía y la música del spot recuerdan al filme protagonizado por Emma Stone y Ryan Gosling. Algo que no es de extrañar, porque detrás está, asimismo, el talento de otros dos premios Oscar de este equipo, el director de fotografía Linus Sandgren y el compositor Justin Hurwitz. “Tiene que ver con la calidad —explica Brad Pitt de su participación en la campaña—, también con el diseño estético…, armonía, calidad y enfoque. Cuando tienes confianza en tu producto, no hay que exagerar nada. Puedes hacerlo de buena manera. Fuimos capaces de mostrarlo con el concepto de Damien Chazelle —‘un trocito de vida’—. Siento que hay algo verdaderamente elegante en eso”.
“Encuentro inspiradora esta habilidad, típicamente europea, de parar, apreciar el momento y la vida en general”, dice el actor, que posee una destacada colección de motos, una de sus pasiones junto a la arquitectura, el arte y el diseño
Apasionado de las motos en la vida real, Pitt tiene una gran colección que abarca desde su especialísima KTM 690 a diversas Harley-Davidson, una de ellas personalizada en exclusiva, una BMW R1150GS, una MV Agusta Brutale y una Triumph Bonneville, réplica de la de Steve McQueen en La gran evasión, entre otras. Así que verle en Los Ángeles, donde vive, o por las carreteras de la costa, donde tiene una casa, en Malibú, no es raro. Mucho más es verlo en una alfombra roja, donde años atrás reinaba con Angelina. El actor se centra en su trabajo, en la relación con sus seis hijos y solo rompe su reclusión en momentos muy puntuales. De su lucha de superación de los últimos años ha salido fortalecido, no solo porque su sonrisa parece haber recuperado el brillo pasado, sino porque él mismo lo ha dicho. Acepta sus errores, aprende y sigue adelante. Y se reconoce ahora mucho más sensible: “Soy famoso por no llorar. No lo he hecho en veinte años y ahora descubro en mí mismo, en esta última etapa, que me emociono mucho más. Me emociono por mis hijos, por mis amigos, por las noticias… Creo que es una buena señal”, le decía a su Anthony Hopkins en una charla entre los dos grandes de Hollywood en diciembre de 2019, para la revista Interview. Unos meses antes, durante la promoción de Erase una vez en Hollywood, respondía a la pregunta de si temía a algo en una entrevista en La Vanguardia: “Si estamos hablando de subir al Everest o de hacer puenting, ya he dejado de estar interesado en esas cosas. Pero si de lo que se trata es de decir lo que uno piensa, soy de los que no le tiene miedo a nada”. Las palabras de un hombre renovado.
“Soy famoso por no llorar. No lo he hecho en veinte años y ahora descubro de mí mismo, en esta última etapa, que me emociono mucho más. Me emociono por mis hijos, por mis amigos, por las noticias…”, ha confesado