A veces tienes que escuchar a tu corazón y confiar en que te está guiando hacia la dirección correcta. Cuando las restricciones por la COVID-19 impidieron al actor James van der Beek, estrella de la serie de televisión Dawson crece, y a su mujer, Kimberly, renovar sus votos en su décimo aniversario de boda, en agosto del año pasado, la pareja tomó la decisión de celebrar la fecha con un viaje. Inspirados por el sueño que tenía ella de vivir algún día en Texas, optaron por visitar Austin, la capital del estado. Y la escapada resultó absolutamente transformadora. Un año más tarde, al cumplir su undécimo aniversario de bodas, el matrimonio ha cambiado su acomodado estilo de vida en California por una propiedad de treinta y catorce hectáreas en Hill Country, donde viven con sus cinco hijos: Olivia, de diez años; Joshua, de nueve; Annabel, de siete; Emilia, de cinco, y Gwendolyn, de tres.
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Esta mudanza ha significado un giro completo en la vida de la idílica familia, después de unos años marcados por varias dificultades; una de ellas, el fallecimiento de la madre de James, Melinda.
‘Un sueño hecho realidad’
No es común ver que un actor tan cotizado abandone Los Ángeles, la ubicación perfecta para una estrella que alcanzó el estatus de ídolo adolescente a finales de la década de los noventa, con el papel de Dawson Leery, junto a los actores Katie Holmes, Michelle Williams y Joshua Jackson. Pero un cambio de escenario era exactamente lo que necesitaban el intérprete, de cuarenta y cuatro años, y la antigua consultora de negocios, que se casaron en 2010, justo un año después de conocerse, por casualidad, en Israel. Así, en su fantástico rancho y en lo que ha sido una divertida sesión de fotos en un sábado soleado, los amables padres de cinco hijos (o diez, si contamos a sus perros, Windsor, Theo, Abel, Rocky y Sky) nos hablan de su nueva vida, que Kimberly describe como “un sueño hecho realidad”.
—James, Kimberly, ¿por qué os mudasteis a Texas?
JAMES.—Queríamos sacar a los niños de Los Ángeles. Deseábamos darles más espacio, que vivieran rodeados de Naturaleza, y, cuando volábamos hacia aquí para celebrar nuestro aniversario, sentí una energía especial, la misma que había experimentado antes, con veintiún años, durante el rodaje de Variety Blues.
KIMBERLY.—Texas, además, tiene la gran capacidad de curar. Cuando llegamos aquí, acabábamos de pasar un año loco por la muerte de la madre de James y mis dos abortos espontáneos tardíos, de los que aún no me había repuesto. De hecho, me costaba caminar en ese momento. Necesitábamos sumergirnos en la Naturaleza y sanar nuestros cuerpos, nuestros corazones y nuestros espíritus.
“Queríamos sacar a los niños de Los Ángeles. Deseábamos darles más espacio, que vivieran rodeados de Naturaleza”, dice el actor, que acaba de celebrar su undécimo aniversario de boda
—¿Qué os atrajo de esta propiedad?
K.—Soy una granjera de corazón que nunca había vivido su sueño. La Naturaleza me llamaba, quería vivir entre árboles, campos… Y encontramos esta propiedad. Ha sido un deseo hecho realidad.
—¿Y qué es lo que más os ha gustado de Texas hasta ahora?
J.—En Los Ángeles siempre te dicen: “Avísame si puedo ayudar”. No estoy criticando a la gente que lo dice, porque yo también lo hacía. Aquí, en cambio, la gente es sumamente agradable y lo más normal es que aparezca con su furgoneta lista y te pregunte: “¿Cómo puedo ayudar?”. Por otra parte, los niños pueden salir corriendo por la puerta, aunque les insistimos en que tienen que ser conscientes de su entorno. Aquí todo pica, incluso las orugas.
K.—También la música en directo es una de las mejores razones para estar en Texas.
Su pasión por el agua
—Os conocisteis en Israel y os casasteis allí, ¿qué tiene de especial ese país para vosotros?
J.—Es donde nos conocimos y nos enamoramos. Un lugar mágico en el que puedes sentir una energía que trasciende a cualquier religión o ideología.
—¿En qué se diferencia la crianza del primer hijo de la crianza del quinto?
K.—En que eres menos aprensiva y pones más límites con cada niño.
—Tenéis dos hermanos cada uno, ¿siempre quisisteis para vosotros una familia grande?
J.—Yo sí la quería. Creo que alguna vez se lo dije a Kimberly, aunque ella me asegura que no lo hice.
K.—Me dijiste que, cuando me abrazaste por primera vez, sentiste a todos los bebés que íbamos a tener juntos, solo que yo no sabía cuántos bebés significaba eso. Para mí formar una familia numerosa ha sido una sorpresa, pero me encanta.
Kimberly: “Para mí, formar una familia numerosa ha sido una sorpresa, pero me encanta”
—Aparte de la familia, ¿qué es lo que realmente os apasiona ahora?
K.—Quizás sea una pasión rara, pero ahora me apasiona el agua. Nos mudamos a un terreno donde hay un río y mi deseo es asegurarme de que esté siempre floreciente y que el camino hasta él se mantenga lo más limpio posible. Asegurarme de que el agua que bebe mi familia está limpia se ha convertido en una gran pasión En esta etapa estoy dando también mucha importancia al autocuidado y se lo estoy inculcando a los niños. A veces necesito tomarme diez minutos para mostrarles cómo cuidar de sí mismos, ya sea recostándose para leer un libro o tomando una cálida taza de té.
J.—La autosuficiencia. Quiero enseñarles a mis hijos a estar preparados para lo que este loco mundo les tenga preparado, que aprendan a satisfacer sus necesidades básicas y a crear sistemas eficientes que nos permitan vivir en armonía con nuestro entorno en la medida de lo posible.
—¿Cómo os sentís con el clima de Austin y, particularmente, con respecto a las tormentas?
K.—En las tormentas, hay una mezcla de magia y terror y el cielo provoca una hermosa y mística sensación y tiene su propia personalidad.
J.—Te guían hacia la aceptación del momento presente, de lo que está sucediendo ahora mismo.
—James, ¿estás escribiendo ahora?
—Sí. Creo que siempre he sido un escritor, así que eso es lo que he estado haciendo: escribir y desarrollar. He cocreado y escrito cada capítulo del último espectáculo que he protagonizado: What Would Diplo Do?.