Cerca de un millón de seguidores, ocho millones de oyentes mensuales en Spotify, (varias) canciones del verano en diferentes idiomas y en las listas de éxitos de media Europa... Ana Mena no para de trabajar y su éxito no hace más que crecer. Hemos estado con ella en el Coca Cola Music Experience, que se celebraba al aire libre en IFEMA Madrid y con todas las garantías para que cientos de personas pudieran disfrutar de la música, y la cantante de Un beso de improviso nos contó cómo se construye en el día a día, cómo funciona la rutina de una estrella como ella.
Solo tiene 24 años, pero sus cifras en la principal plataforma de música de nuestro país ya superan a las de artistas conocidas en todo el mundo como Rosalía: es la artista femenina española que más se ha escuchado este año, con 4 millones de reproducciones a la semana. Y su influencia no se limita a España: tiene cinco discos de platino en Italia; su canción A un paso de la luna, versión española de la original italiana que hizo con Rocco Hunt y enfocada al público latino, se ha pasado 12 semanas consecutivas en el top 20 en Francia y suena también en los rankings de Alemania, Bélgica, Luxemburgo o Suiza.
Ana ya puede presumir de una larga carrera que aún promete mucho recorrido pero, ¿cómo se organiza?
Según nos ha contado Ana, su día comienza muy pronto, sobre las seis de la mañana, para subirse a la furgoneta en la que viaja con su equipo por España. Son unas veinte personas y cuando están en la carretera llevan una vida casi de campamento, comiendo todos juntos y pasando mucho tiempo en común, por lo que son "como una familia". Nada más llegar a su destino hacen las pruebas de sonido para poder continuar con los preparativos de la jornada, no sin antes descansar del camino de la mañana, para tener toda la energía a la hora de subirse al escenario. Tras una pequeña siesta toca prepararse, maquillarse, vestirse, hacer el calentamiento vocal... "También nos da tiempo a disfrutar algunas veces de lo que es la amistad, la relación personal que hay en este equipo que es maravilloso", nos ha explicado la cantante. En los días libres, aprovechan para hacer planes que cualquiera haría con sus amigos más que con sus compañeros de trabajo: "ir a la playa, salir a comer fuera"...
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Pero, ¿y después de los conciertos? Hablamos con ella después de su pase en el Coca Cola Music Experience y, pese a tener los oídos taponados de su paso por el escenario, Ana tenía toda la energía del mundo. El maquillaje impecable, aún peinada, vestida con el mismo look con el que había salido ante su público, compuesto por una camiseta de manga larga y lentejuelas con unos pantalones tipo jogger.... Apenas parecía que se acababa de pasar 20 minutos cantando y bailando en directo, mostrando mucho talento para hacer ambas cosas a la vez, algo que no todos los artistas tienen y que, sin duda, todos tienen que trabajar. Y justo como todo esto parece indicar, bajar la adrenalina después de estos momentos no es nada fácil: "Duermo fatal. Necesito tomarme una tila doble o triple". "No te puedes meter en la cama de golpe. Aprovechamos, nos damos un paseo, cenamos todos, que baje toda la energía del cuerpo", comparte. Pero ella se esfuerza por descansar y conservar la voz, ya que sus giras son largas y exigentes, haciendo "impensable" el no dormir.
Todo esto cuando está en España, porque hace solo unos meses se vio obligada a parar sí o sí, cuando dio positivo por coronavirus se quedó encerrada en Milán, viéndose obligada a cancelar algunas de sus fechas. Estuvo mala, pero si hubiera sido por ella y la pandemia no hubiera existido, ella habría seguido. "Estuve con una pulmonía", nos ha contado. "Yo hubiese tirado por mi afán y mi vocación de estar en el escenario". "A nivel psicológico llevaba sin parar desde enero porque empezamos a rodar la serie de Netflix Bienvenidos a Edén de febrero a junio y no parábamos (...), así que te digo la verdad: dormí un montón, todo lo que no había dormido en todos esos meses", añadía.